El recuerdo de Juan Carlos Brook: Hace 25 años, la ciudad perdía a su “fiscal”
Periodista y maestro. Maestro y periodista. Maestro de periodistas. Durante poco más de medio siglo puso en palabras y opinión los anhelos, reclamos y aspiraciones de la comunidad de San Francisco y toda la región.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
Llegó, hoy hace 25 años, a la Redacción de LA VOZ DE SAN JUSTO, como todos los mediodías para entregar su editorial. Luego del saludo, alguna broma al paso y la explicación breve del tema que había elegido para su diaria columna, el "me voy a la quinta" sonó como una despedida habitual.
Fue la última. A los pocos minutos de dejar el edificio del diario, la sirena de los bomberos voluntarios alertó sobre algún siniestro. Las unidades del cuerpo de bomberos marcharon raudas hacia el lugar. Detrás, periodistas y fotógrafo de este diario.
Al llegar, la sorpresa y el dolor. "El periodista y docente Juan Carlos Brook y su esposa Rosa Damia fallecieron ayer en un accidente ocurrido sobre el paso a nivel de la ruta 19, en cercanías del monumento al Inmigrante Piemontés, cuando el automóvil en el que se desplazaban fue arrollado por un tren carguero".
Fue el último hecho luctuoso que se recuerde en ese cruce peligroso que aún existe. "Tres dotaciones de bomberos voluntarios y varias ambulancias se hicieron presentes en el lugar, pero fue en vano, puesto que los ocupantes del automóvil habían perecido en forma instantánea".
Junto a su esposa, querida y prestigiosa docente también, había partido el "fiscal de la ciudad". El periodista y maestro. Maestro y periodista. Maestro de periodistas que durante poco más de medio siglo puso en palabras y opinión los anhelos, reclamos y aspiraciones de la comunidad de San Francisco y toda la región.
El impacto de aquella tragedia fue muy doloroso. Para este diario y para la ciudad toda. Había fallecido un hombre de convicciones, conocedor como pocos de cada rincón de una ciudad en la que depositaba su fe inquebrantable en el progreso. Un docente con todas las letras que no perdía el buen humor. Recordadas aún son en la Redacción de LA VOZ DE SAN JUSTO - que lleva su nombre- aquellas poesías con las que alertaba sobre algún error que había sido publicado, alguna palabra mal escrita, algún verbo mal conjugado.
"La Argentina es un país en el que todo puede cambiar en un instante, pero nada cambia en décadas", se sostiene en algunos círculos para graficar la, difícil de explicar, realidad nacional.
Hace hoy un cuarto de siglo, en un instante, la rutina de este diario cambió para siempre. "El solo hecho de haber sido redactor de casi todos los editoriales por más de 50 años, nos exime de mayor comentario. Y prácticamente nunca, jamás, la réplica o reacción vecinal, popular o de las autoridades del gobierno de turno fue consecuencia de una falta de responsabilidad, capacidad y sensatez profesional. Es que Juan Carlos Brook fue ejemplo total de la discreción por lo juicioso, por lo moderado, por lo respetuoso. Franco, llano y sencillo, jamás tuvo dobleces. Naturalmente, estuvo siempre alejado de la soberbia, de la altivez, de la claque, del orgullo y de la arrogancia", sostuvo el entonces director de LA VOZ DE SAN JUSTO, Gregorio Damián Martínez, en su mensaje de despedida del colega fallecido.
Todo había cambiado. El periodismo de San Francisco ya no era el mismo. Tampoco el diario hoy centenario. Ambos habían perdido a un referente de prédica indoblegable.
Empero, hace hoy un cuarto de siglo -y mucho más tiempo también-, las problemáticas que aquejan a este país siguen siendo las mismas. El 28 mayo de 1946, don Juan Carlos Brook publicó su primera nota editorial. Desde el título remarca la idea de que, en décadas, nada ha cambiado en este país: "La carestía de la vida". Sus párrafos parecen haber sido escritos para describir la realidad actual. Por ejemplo: "Es necesario encarar el problema de la carestía de la vida con un criterio distinto y partiendo de la base que todo lo que se ha hecho hasta ahora es un fracaso, pues no solo no se ha logrado rebajar los precios, sino que ni siquiera se consigue otorgarles cierta estabilidad".
El último editorial de don Carlos Brook, publicado el 3 de junio de 1997, ése que había tipiado en su máquina de escribir durante la mañana de su también último día de vida, ratifica aquello de que nada cambió. Titulado "La civilizada función del diálogo", señalaba "cuánto hace falta pensar en dos bienes invalorables que Dios nos ha dado, al dotarnos de la capacidad de razonamiento y de la herramienta del lenguaje. Es decir, los dos valores o elementos básicos sobre los que se concibe y concreta el diálogo. Cuánta falta, sí, hay de una sabia y a la vez simple, por lo natural, manera de vivir la jubilosa realidad de la paz, llegando a ella para crearla, para mantenerla, para recuperarla, por el camino de su propia esencia. Ello es, y aunque parezca redundante, por el camino de la paz. Que más que ser convergente con el diálogo, se integra con él, en un mismo trazado: no pueden existir desdoblados".
Hace 25 años, en aquel accidente mucho cambió para este diario y para la ciudad. Aunque poco parece haber cambiado en nuestra realidad: la carestía de la vida ya había sido advertida hace 76 años por don Carlos Brook y el diálogo sigue siendo una necesidad imperiosa en la Argentina de hoy. Por eso, siguen vigentes aquellas palabras de despedida: "La ciudad pierde con la partida de estos maestros, con este periodista, con estos vecinos, mucho de lo que hace a la reserva intelectual y moral de San Francisco. Pero no debemos permitir que tales lugares queden vacíos. Es deber de quienes le sucedemos, ocupar sus puestos de lucha con su misma hidalguía, serenidad y altura. Solo así habremos de honrarlos".