Rally "Ciudad de San Francisco"
El rally que la tormenta no dejó correr

El temporal obligó a cancelar la competencia tras correr solo el prime de Esmeralda. Una decisión dolorosa, pero necesaria, en un fin de semana donde el clima fue protagonista.
Por Ignacio Omedes | LVSJ
El Rally “Ciudad de San Francisco” fue suspendido. Y decirlo todavía duele. Duele porque detrás de cada edición hay un trabajo inmenso, un despliegue que no se ve, una organización con Tomás Perotti a la cabeza que deja todo y una ciudad que se prepara para vivir su fiesta. Pero la lluvia dijo otra cosa.
Durante la semana se hablaba de un 20% de probabilidad de precipitaciones para el sábado y el domingo. Nadie esperaba que lloviera como lo hizo: durante toda la jornada sabatina, el cielo no dio tregua. Fue incesante, imparable, persistente. Y ante eso, no hay pronóstico ni planificación que valga.
El sábado, apenas se pudo correr el prime de Esmeralda durante la mañana. Después, la decisión fue inevitable: la organización decidió suspender la carrera. Una decisión que, está claro, no le gusta a nadie tomar. Ni a los organizadores, ni a los pilotos, ni a la gente. Pero era necesaria. La seguridad de los corredores, del público y del espectáculo en sí tenía que estar por encima de cualquier cosa.
Y no hablamos solo de una cuestión deportiva. Se trataba de una inversión muy grande: de la organización, de la Municipalidad de San Francisco, de las comunas que iban a ser parte del recorrido –Esmeralda, Josefina, Bauer y Sigel, Freyre y Colonia Iturraspe–. Mucho en juego. Pero contra el clima no se puede. Contra la naturaleza no hay manera.
La lluvia fue la protagonista. No los motores, no los fierros, no los caminos polvorientos ni los derrapes. En esta 27ª edición, fue el agua la que marcó el rumbo.
Y, sin embargo, no todo fue tristeza. El viernes por la noche, la largada simbólica fue una fiesta total. El centro de San Francisco se llenó para recibir a las más de 85 máquinas. La gente se acercó en familia, con amigos, con los ojos brillando por ver pasar a los autos. Y el sábado, incluso en Esmeralda, la pasión se hizo notar. A pesar del barro, a pesar de la lluvia, hubo asado, hubo hinchada, hubo fiesta. Porque el rally se vive así: como una religión popular, como un ritual que ni el agua puede apagar.
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El público acompañó como siempre. Cuando se canceló Josefina, muchos fueron a Bauer. Y cuando Bauer también se suspendió, algunos aún se animaron a volver a Esmeralda. Eso es el rally: movimiento, insistencia, amor por el ruido de un motor en el camino. Es no resignarse. Es hacerlo igual.
Está claro que muchos pilotos pueden sentirse decepcionados. El esfuerzo que implica venir, preparar un auto, competir, es enorme. Pero esto excede a todos. A los pilotos, a los equipos, a la organización. No hay responsable más que el cielo.
Y por eso, esta carrera –que no fue del todo– igual deja un sabor especial. Porque demuestra que el Rally “Ciudad de San Francisco” está más vivo que nunca. Que volvió en 2022 con fuerza, y que ni la peor tormenta le quita el espíritu. Que cuando regrese, ojalá este mismo año, o en 2026 si hay que esperar un poco más, volverá a ser lo que todos queremos: una verdadera fiesta del deporte motor. Como San Francisco se merece.