Análisis
El primer mojón en el camino hacia el San Francisco del futuro

En pocas horas, Damián Bernarte asumirá como intendente electo en un acto que, en el marco difícil en el que se desenvuelve el país, excede lo meramente protocolar.
Quienes bien lo conocen afirman que durante mucho tiempo se preparó para este momento. El sendero que debió recorrer estuvo marcado por resistencias, logros y fracasos electorales, controversias políticas, acuerdos posteriores y un episodio personal doloroso, de características dramáticas que, de acuerdo a los conceptos que pronunció en la última apertura de sesiones del Concejo Deliberante, “marcó un antes y un después” en su vida.
Tras haberse hecho cargo de la intendencia cuando su antecesor fue elegido diputado nacional en 2021, la ciudadanía ratificó por buen margen su gestión en los comicios de junio de este año. Por ello, puede colegirse que, luego del acto formal, Damián Bernarte abre hoy una nueva etapa en la vida institucional de la ciudad. Habrá continuidad, por cierto. Pero quizás aparecerán elementos novedosos, propios de la ya conocida impronta que el jefe comunal otorga a su acción pública. Esa huella se traslada de modo directo a lo que, puede asegurarse, ahora sí será su gobierno.
Un gobierno cuya misión será satisfacer las demandas vecinales para mantener esa condición que otorga a nuestra ciudad la categoría de lugar atractivo para ser habitado y vivido. Así también, una gestión que tendrá la responsabilidad de acrecentar el histórico capital humano y de trabajo de nuestra comunidad que genera riqueza y promueve inversiones que le permiten competir a nivel global. Que trabaje en función del uso inteligente de la tecnología, que priorice la sustentabilidad a través de un enfoque ecológico en todas las dimensiones, que favorezca una planificación integral, desde la extensión de la infraestructura básica hasta la movilidad urbana, entre otras cuestiones.
Hace 40 años, el Palacio Tampieri se vistió con sus mejores galas para recibir al primer intendente de la transición democrática: Juan Ricardo Cornaglia. En el mensaje inaugural de su gestión, el recordado “Toto” sostuvo que “nuestro trabajo hará posible la concreción de los altos ideales en todos los campos en que se afirma la existencia de nuestra comunidad. Una comunidad encaminada al progreso y a la alta inspiración de sus grandes destinos”. Ese momento se transformó en el hito que abrió un período nuevo en la vida de la ciudad. Por cierto, el inapelable transcurrir del tiempo ratificó algunos de aquellos ideales, convirtió a otros en inalcanzables y modificó varios de los parámetros sobre los cuales se afirmaba la existencia de un pueblo como San Francisco que, pese a todo, sigue apostando al progreso y a la concreción de un destino venturoso.
El paralelismo entre aquella jornada del 12 de diciembre de 1983 y la que nos aprestamos a vivir hoy no es antojadizo. En el marco difícil e intrincado en el que se desenvuelve el país, la ceremonia de inauguración de un nuevo período institucional en nuestra ciudad adquiere connotaciones que exceden lo meramente protocolar. Se proyecta como un nuevo primer mojón en el camino hacia la ciudad del futuro. Establece el punto de partida para intensificar las reflexiones, delinear la planificación y establecer las prioridades para el San Francisco de 2050.
Expresando este diario centenario el anhelo comunitario de que el éxito de un gobierno local es garantía de progreso para los vecinos, cabe afirmar también que el desafío que liderará Damián Bernarte en estos próximos cuatro años es, al mismo tiempo, una oportunidad magnífica para reencauzar las aspiraciones de los sanfrancisqueños, anticiparse al mundo que viene y generar progreso. Es una tarea enorme en la que, coincidiendo con expresiones del intendente que hoy asume, “ningún interés individual, sectorial o partidario puede estar por encima de la idea del bienestar y el desarrollo”.