El pibe de los 150 millones y la construcción “apolítica” de la solidaridad

Santi Maratea, el influencer que pareciera que todo lo puede en cuestiones solidarias, se convirtió en un fenómeno de los abanderados de lo "apolítico", pero en realidad eso también es una reacción política.
Por Ivana Acosta | LVSJ
A veces hay que plantear consensos básicos al momento de decir e incluso leer algo y en el caso de cualquier expresión en torno a los incendios producidos en Corrientes pasa lo mismo, así que estas son las premisas: la acción solidaria masiva de Santiago Maratea está bien, el perfil de influencer solidario que construye no es cuestionable (más allá de que guste o no) e iniciativas de este tipo no reemplazan al Estado ni solucionan el problema de fondo. Hechas las salvedades, continuamos.
Los hechos ya están contados, Maratea logró una campaña meteórica y masiva que repercute en un gran problema que aqueja hace varias semanas a la provincia de Corrientes, no es su primera iniciativa de este tipo, pero sí la que batió un récord. Alrededor de estos dos hechos surgen diferentes lecturas que ponen en tensión la construcción social o la problematización de situaciones como la de los incendios.
El licenciado en Sociología,Lucas Aimar, reflexionó sobre el tema y afirmó que más allá que Santiago Maratea "es un producto que se vende como solidario del cual vive, lo que hay que pensar en realidad es en los efectos de ese discurso".
La letra de la canción "La ciudad sin alma" del grupo uruguayo Cuarteto de Nos refleja esto cuando dice: "En la ciudad sin alma, al argumento y la razón se los tragó la estepa. En la ciudad sin alma no importa lo que pasa, lo que importa es que se sepa". En definitiva, se ensalza el "pantallazo" que supone esa campaña récord y queda desplazada la desidia, la lucha, las causas y las consecuencias de los incendios.
Lo que es y lo que se pierde
Sin decir mucho sobre sus acciones al inicio y después manteniendo distintos cruces, como por ejemplo con Manuel Quieto de la banda La mancha de Rolando, el influencer catapultó dos tipos de expresiones, una vinculada a que "hizo lo que no hace el Estado", "¿Cuánto debe donar cada uno para pagar la deuda con el FMI?" y otra que lo rechaza e interpela este mismo discurso.
Parece un embrollo, pero en realidad es propio del entramado de relaciones sociales que se tejen alrededor de cualquier problema y que se hace necesario cuestionar para entender qué tipo de sociedad construimos. Aimar argumentó en este sentido: "No se piensa en este caso por qué se dan los incendios en Corrientes, no le vamos a pedir a Maratea esa reflexión, pero sí nosotros como sociedad tenemos que pensar que existen determinadas cuestiones que exceden al acto solidario en sí mismo. Cuando se discute una cuestión como esta en términos sociales uno tiene que ver el cuadro lo más amplio posible para no quedarse con la espectacularidad".
Y si de espectacularidad se trata, el sociólogo recordó el trabajo de la investigadora cordobesa María Eugenia Boito sobre la idea de la espectacularización de lo solidario. "Lo que hacen este tipo de acciones es ocluir determinadas relaciones y mostrar otras. La idea que queda es que Maratea junta 150 millones de pesos y el Estado no hace nada, cuando muchas veces no se sabe lo que se hace en el tema", abonó sobre esta idea.
"La identificación social del público con un Maratea solidario es parte del desprendimiento ideológico y político que predomina como descontento en la sociedad".
Todo es política
La identificación social del público con un Maratea solidario es parte del desprendimiento ideológico y político que predomina como descontento en la sociedad. La solidaridad entonces no solo es un ejemplo de espectacularización, sino que ubica a este influencer sobre un dispositivo ideológico que da un mensaje sobre qué tipo de sociedad criticamos y adónde vamos. No hay una expresión afirmativa sobre esto, es una lectura acerca de los efectos de esta bandera solidaria que gana terreno ante el descontento.
Lo solidario puede plantearse entonces como ideología y sinónimo de lo apolítico, pero en realidad sostiene el sociólogo "lo que hace es tensionar políticamente alguna concepción de lo social y de lo estatal".
Al respecto Aimar indicó: "Yo no creo y es opinable que no haya una idea de política detrás de Maratea, ahora bien, si uno se corre de ahí se ve a lo solidario como mercancía" y siguió: "El movimiento solidario no va a solucionar un problema que es estructural, porque lo que también oculta esto es la naturalización de la catástrofe que es subsidiaria de la acción solidaria".
"Boito habla de la estetización de lo político, esta idea de consumir a la acción solidaria como producto puro y nos perdemos de vista que es una acción de la cual él vive. Esa idea de lectura apolítica es tramposa, Maratea hace política, aunque diga que no, vende un lenguaje político leyendo a la sociedad y el Estado desde esa posición", aseveró.
"El movimiento solidario no va a solucionar un problema que es estructural, porque lo que también oculta esto es la naturalización de la catástrofe que es subsidiaria de la acción solidaria".
Reflejo
Por eso, esta intención altruista y al mismo tiempo mercantil, esta acción individual y salvadora frente a la ineficiencia y descontento con la forma del Estado ha sido capitalizada por espacios políticos que sostienen esta misma visión, esto es la lógica liberal.
"Se está más cerca de eso porque hay una concepción anti Estado, o de Estado mínimo. Esa idea y el discurso de que el privado puede resolver aquello donde lo público es ineficiente, es un discurso muy dañino", completó.
Aimar, aclaró así que la idea de "yo soy apolítico, hago algo solo para ayudar" es algo de doble filo, porque en realidad se está siendo funcional a un discurso político: "Debe entenderse que no es inocente, tiene consecuencias en el aspecto político y social. En mi opinión, no sé si es tan saludable que la forma de construcción social que tengamos sea a través de un régimen solidarista y no con una forma de acción que apunte a transformar aquello que produce las catástrofes y problemas sociales a los que apunta la solidaridad".
"Nadie va a estar en contra de apoyar solidariamente, la pregunta es si queremos enfocarnos en las consecuencias para no reproducir a través de una acción solidaria lo mismo que queremos combatir o reproducir la lógica de separación clasista que es justamente lo que querés combatir", interpeló.
"Hay una concepción anti Estado, o de Estado mínimo. Esa idea y el discurso de que el privado puede resolver aquello donde lo público es ineficiente, es un discurso muy dañino".
Individual, sin alma
La banda uruguaya también canta: "En la ciudad sin alma vale menos el contenido que el embalaje. En la ciudad sin alma se mata al mensajero sin leer el mensaje. En la ciudad sin alma buscan amor en casas abandonadas. En la ciudad sin alma la ley es solo un certamen de pulseadas. Todos jueces de la moralidad".
¿Qué nos dice en esta línea la buena voluntad? Las personas hoy prefieren compromisos cortos y efectivos como una donación, como la actitud solidaria, pero esquivan meter los pies en el barro, se elige tocar la pantalla, dar un like, ingresar un código, pero no analizar los efectos de eso. Existe así una idea de que "todo tiene que ser bueno y puro, hay una economía de la moral porque es más sencillo sentirme bien con algo que resuelvo poniendo que involucrarme en algo a largo plazo. La política de los buenos sentimientos, la solidaridad, aparece como una expresión de sentir natural y no político".