El peligro de los caballos sueltos
La defensa de los derechos de los animales y la seguridad ciudadana, exige que se tengan en cuenta estas situaciones y se actúe en consecuencia.
Es un tema que, cada tanto, renueva su vigencia. Esta circunstancia demuestra que no alcanza lo que pueda hacerse desde entidades oficiales o no gubernamentales para evitarlo. Y habla de la irresponsabilidad de algunas personas que no adoptan las medidas de cuidado necesarias para que no se produzcan situaciones que, potencialmente, pueden ser motivo de graves accidentes.
Estamos hablando de los caballos sueltos en la vía pública en algunos sectores de la ciudad. La realidad cotidiana muestra que las esporádicas apariciones de estos animales en lugares no adecuados se deben a las causas antes señaladas en su gran mayoría. Se afirma que hay muchos ejemplares en la ciudad. La mayoría muy bien cuidados y alojados en sitios seguros. Pero hay otros que deambulan por algunos rincones de la ciudad sin que, en general, sus propietarios tengan noción de ello.
Es frecuente observar a los equinos pastando en algunos lotes baldíos o sitios sin construcciones cercanas. Allí son dejados por sus dueños para que se alimenten. Y crece, entonces, la posibilidad de que "decidan" alejarse del lugar. Escenarios de este tipo hacen imaginar la posibilidad de un final no grato: la lógica establece que el tránsito ciudadano no está preparado para la irrupción intempestiva de un animal de ese porte en una calle o avenida.
Ha ocurrido, y sigue ocurriendo, que los caballos corretean muy cerca de las avenidas de ingreso a San Francisco, como también en diversas calles, algunas muy transitadas. El peligro que supone su presencia para los automovilistas o motociclistas es tan lógico como evidente. Un conductor no advertido de esta situación puede protagonizar un accidente con derivaciones graves. De hecho, han sucedido en el pasado y todo hace presumir que podrán repetirse si se mantiene la presencia de los equinos en sitios donde nunca debieron estar.
Si se logra contenerlos, asoma la cuestión de qué hacer con estos animales. Identificar a sus propietarios no es tan sencillo y, en algunos casos, no ha sido posible. No se puede acreditar la propiedad del animal o el dueño no quiere identificarse debido a que deberá entonces pagar una multa onerosa por haberlos dejado a la deriva. Se agrava la situación cuando no hay reclamos de propiedad puesto que es difícil encontrar campos para que los animales sean alojados. Antes de la pandemia se había acordado que la Sociedad Rural ofrecía sus instalaciones para un alojamiento temporario, aunque no se conoce si esta posibilidad aún existe.
Yendo a un plano más general, la cuestión de los animales sueltos en la vía pública fue, con el tiempo, dejando de ser una preocupación ciudadana. La acción sistemática de organizaciones que se dedican a protegerlos, más la tarea de los entes del Estado local involucrados en la temática constituyen elementos muy positivos. Sin embargo, por momentos, reaparece el problema y, con ello, la preocupación vecinal. Por ello, la defensa de los derechos de los animales y la seguridad ciudadana, exige que se tengan en cuenta estas situaciones y se actúe en consecuencia.