Vocación por la medicina
“El pediatra es un médico de familia”: la vocación intacta del doctor Patrignani
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A los 81 años, José Alberto Patrignani sigue siendo un referente de la pediatría en San Francisco y la región. Fue testigo del nacimiento del Día Nacional del Pediatra, en 1973, cuando participó del Congreso Mundial de Pediatría que dio origen a la conmemoración.
Por Luis Giordano | LVSJ
El 20 de octubre se conmemora el Día Nacional del Pediatra, fecha establecida en 1973 durante un Congreso Mundial de Pediatría celebrado en Buenos Aires, en homenaje a la fundación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en 1911. En aquel congreso, el doctor José Alberto Patrignani, entonces joven profesional, estuvo presente. Hoy, con 81 años, sigue siendo una referencia de la pediatría local, con una trayectoria que trascendió fronteras.
“El Día del Pediatra nació en ese encuentro de 1973. Yo estaba ahí, fue un momento muy especial”, recordó Patrignani a LA VOZ DE SAN JUSTO. Cabe destacar que integra la Academia Americana de Pediatría y es miembro vitalicio de la SAP. Desde hace más de dos décadas forma parte del Comité de Pediatría del Consejo de Médicos de la Provincia de Córdoba, donde participa en la toma de exámenes de especialidad y en la organización de cursos de actualización.
Durante muchos años trabajó en la Clínica de Especialidades Enrique J. Carrá, donde forjó un estilo de atención cercano, humano y constante. “Atendíamos a los chicos y, en realidad, a las familias enteras. Porque el pediatra termina siendo un referente del hogar”, destacó. Esa relación directa fue el sello de su carrera: “El pediatra está en las buenas y en las malas. Es consejero, médico y acompañante del desarrollo del niño, desde el nacimiento hasta la adultez joven”.
Una vocación que nació temprano
Egresado del Colegio Nacional de Montserrat en 1963, Patrignani ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba con una decisión tomada. “Ya sabía que quería ser médico. Viví un tiempo en el hospital mientras estudiaba, fui practicante de guardia, monitor de cátedra, y cuanto más me involucraba, más me apasionaba la pediatría”, relató.
Tras finalizar la residencia en el Hospital Privado, obtuvo el título de pediatra y orientó su carrera también hacia la neonatología y la infectología pediátrica. “Me preparé en esas áreas, pero siempre me consideré, ante todo, pediatra”, afirmó.
El compromiso con la formación fue una constante. “En la medicina, uno nunca deja de aprender. Cada paciente, cada caso, cada guardia, es una enseñanza”, aseguró. Esa mirada de aprendizaje continuo lo llevó a formar a decenas de profesionales a lo largo de los años.
Para Patrignani, la pediatría tiene un rol que trasciende la asistencia médica. “A través del niño, el pediatra guía a la familia. Los padres aprenden con nosotros, nos consultan, confían, se apoyan. Esa es la función más profunda que cumple un pediatra”, sostuvo.
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A lo largo de su trayectoria, trató con generaciones de familias que hoy siguen recordando su atención. “Hay padres que fueron mis pacientes cuando eran chicos y hoy traen a sus hijos. Eso es algo que no tiene precio”, comentó.
Su forma de ejercer la medicina siempre combinó rigor y comprensión. “Hay momentos en los que hay que ser estricto para que el desarrollo del niño sea el adecuado, pero también hay que entender el sufrimiento de una familia cuando un hijo está enfermo. En esos momentos hay que estar cerca, escuchar y acompañar”, detalló.
Una herencia compartida
Su hijo, José Luis Patrignani, siguió su camino. Es pediatra y neonatólogo, y hoy dirige junto a él dos centros formadores de médicos en San Francisco: la residencia de pediatría y la residencia de neonatología.
“Son las únicas en la zona y siguen funcionando muy bien. José Luis está a cargo del área asistencial y de las terapias intensivas. Está muy bien preparado y trabaja con mucho sacrificio”, destacó
Cada mañana, ambos encabezan la revista de sala junto a médicos residentes. “A las ocho de la mañana comenzamos la ronda por las áreas de neo y terapia pediátrica, revisamos los casos y conversamos sobre cada diagnóstico. Es un trabajo que combina asistencia y docencia, y que disfruto tanto como siempre”, afirmó.
Además de su labor en el hospital, Patrignani participa activamente en la capacitación médica. “Acompaño a los residentes para que rindan sus exámenes de especialidad, los oriento, los preparo. La enseñanza es una forma de devolver lo que uno recibió”, indicó.
La profesión y sus desafíos actuales
El doctor reconoce que el ejercicio de la medicina cambió mucho en los últimos años. “Hoy hay menos médicos, y eso se debe a que la carrera es larga y demandante. Seis años de facultad, tres de residencia en pediatría y, si se elige neonatología, dos más. Son muchos años hasta insertarse laboralmente”, explicó.
También observa un cambio en las motivaciones y en el equilibrio entre vida profesional y personal. “Muchos buscan especialidades más cortas o con menos guardias, porque la pediatría requiere un sacrificio enorme y la retribución económica no siempre acompaña”, analizó.
Pese a esas dificultades, Patrignani insiste en la importancia de la vocación. “Ser pediatra es una forma de vida. Hay que sentirlo profundamente, porque demanda entrega y constancia. Si no hay vocación, no se puede sostener”, aseguró.
El mural de los ratones, símbolo de una época
En la Clínica del Niño, junto a la de Especialidades, hay un mural que forma parte de la memoria afectiva de generaciones de chicos: el de los ratones, obra del pintor Canelo.
“Ese mural tiene más de 50 años. En una época quisieron borrarlo, pero me opuse. Es parte de nuestra historia. Representa la alegría y la inocencia con la que los niños deben vivir la medicina”, comentó el doctor.
Para él, su valor va más allá de lo estético. “Cuando un chico llega al consultorio, a veces está asustado o llorando. Ver esos ratones, esos colores, lo calma. La madre le muestra los dibujos, el niño se distrae y el ambiente cambia. Eso ayuda a crear confianza”, describió.
“La pediatría también tiene que pensar en esos pequeños detalles. En cómo lograr que el niño sienta que está en un lugar donde lo entienden y lo cuidan”, agregó.
La enseñanza como legado
Con más de medio siglo de trayectoria, Patrignani sigue dedicado a la formación médica. “Acompaño a los residentes, discuto casos, los ayudo a prepararse para sus exámenes. Me interesa que no pierdan el entusiasmo, que recuerden que detrás de cada diagnóstico hay una persona, una familia”, señaló.
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Esa filosofía de enseñanza —centrada en la empatía y en la escucha— fue reconocida por colegas de distintas generaciones. “He visto pasar muchos médicos jóvenes que hoy son excelentes pediatras. Verlos crecer, ejercer con compromiso y cariño, es una satisfacción enorme”, afirmó.
El respeto que despierta su figura se sostiene en esa coherencia entre lo que enseña y lo que practica. “Siempre traté de mantenerme cerca de mis pacientes y de mis colegas. La medicina se construye en equipo, y la pediatría mucho más”, reflexionó.
Mensaje a los pediatras
“Felicitarlos por ser pediatras. Es una elección difícil, pero profundamente humana. En San Francisco hay muy buenos profesionales, de buena escuela, y me enorgullece ver cómo los más jóvenes siguen adelante con pasión y compromiso”, expresó.
Y concluye con una idea que sintetiza toda una vida de vocación: “El pediatra no solo cura, acompaña. Crece junto al niño y junto a la familia. Esa es la verdadera esencia de nuestra profesión”.