Análisis
El país de los padres huérfanos
Hijos que emigran. Padres que se quedan. El fenómeno de la emigración de nuestros jóvenes es la contracara de una circunstancia que fue orgullo de este país.
Distintas encuestas realizadas en el país durante los últimos meses señalan una realidad que se vive en miles de familias argentinas hoy. Los sondeos revelan que alrededor del 70% de los jóvenes consultados manifiesta su intención de emigrar si tuviera la posibilidad de hacerlo. Por supuesto, no contemplan el índice a los cientos de miles de jóvenes que ya han emigrado hacia otras latitudes buscando un mejor porvenir. De lo contrario, el guarismo sería bastante superior.
La mayoría de jóvenes solitarios o familias recién constituidas emigran desesperanzados. Sienten que no tienen futuro aquí, que no hay oportunidades de progreso, que ni siquiera tienen la posibilidad de acceder a un crédito para llegar a su vivienda, que deben formar parte de la categoría de pluriempleados para alcanzar un nivel de vida más o menos digno, que expresan con desasosiego su convicción de que haberse formado o esforzado en algún oficio o profesión no es valorado. Que no tienen demasiado futuro aquí, en definitiva.
Es tan evidente como doloroso el actual incumplimiento de una de las premisas centrales de la organización institucional de nuestro país. Basta recordar que el mismo Preámbulo de la Constitución se afirma con decisión que la Argentina tiene misión de “promover el bienestar general y garantizar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”.
Por cierto, el fenómeno de la emigración de nuestros jóvenes es la contracara de una circunstancia que fue orgullo de este país: la de recibir con los brazos abiertos a millones de extranjeros “expulsados” de su suelo natal por las guerras, por la asfixia económica, por las disidencias políticas. Encontraron ellos aquí el terreno propicio para progresar y aportaron con su trabajo al engrandecimiento de la Patria.
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Es muy triste constatar que aquella Patria acogedora de voluntades foráneas que contribuyeron a forjarla y a engrandecerla, hoy ve partir a los descendientes de aquellos inmigrantes, debido a los desatinos sociales, políticos, económicos y culturales que han dominado la vida nacional en las últimas décadas. Cuesta mucho encontrar a algún compatriota que no haya sufrido este fenómeno que está diezmando de una generación valiosa al país y es consecuencia del deterioro y la involución que se traduce en el descenso vertiginoso de la calidad de vida, la explosión de la pobreza, la pérdida de la cultura del trabajo, la corrupción y la escasez de perspectivas de desarrollo, entre otros factores.
El título de esta columna editorial es el mismo que una nota publicada hace algún tiempo en el portal de noticias Infobae. En ese texto se hacía referencia a que las distintas crisis económicas generaron el fenómeno de jóvenes migrantes que, impelidos por las consecuencias de las recurrentes crisis, comenzaron a instalarse en el exterior. Así, se comienza a dar en la Argentina el fenómeno de los “padres huérfanos” que sufren la partida de sus hijos. Y mientras agitan las manos en el saludo postrero comienzan a ser protagonistas de la forja de una realidad cuyas consecuencias sociales negativas posiblemente afloren con nitidez en los años que vienen.