El médico vs. el botánico
Uno venía de Italia, el otro residía en Santa Fe. Ambos ofrecían servicios de salud en San Francisco, pero desde formaciones y enfoques diferentes. La historia de un paciente que afirmaba haber protagonizado una recuperación milagrosa, contada a través de las páginas de este diario, los llevó a protagonizar un enfrentamiento muy particular.
Por Manuel Montali | LVSJ
Las noticias de la época sobre este episodio, vistas desde la actualidad, guardan perfume a guerra con varias correntadas bajo el puente, a guerra que fue de fría a hirviente entre dos representantes de ramas diferentes de la salud. El enfrentamiento, al volverse personalizado, podía adivinarse de una data algo anterior. Pero fue con una nota cuasi "inocente" que se desató el incendio.
El miércoles 2 de diciembre de 1931 estas páginas alumbraron una publicación curiosa, aparecido al estilo de las cartas de lector: "Deseo hacer conocer a quien lo necesite la forma sorprendente en que me he curado de una dolencia", empezaba el escrito cuyo título era "Para el bien de la humanidad doliente". Estaba firmado por Lorenzo Turinello, vecino de Garibaldi y F.C.C.A.
Y su autor continuaba: "Venía sufriendo de una crónica y dolorosa enfermedad, o sea, de un tumor en el vientre. Mi única salvación era una operación quirúrgica. Con tal fin me interné en el Sanatorio del Dr. Mastrosimone. El día 11 de diciembre de 1925 fui operado, pero con tan mala suerte que a los 3 meses, me encontraba muy mal, mucho peor que antes y me agravé de tal manera que ya se había perdido toda esperanza de salvarme".
Ante este panorama, aseguraba que su familia lo había llevado nuevamente al sanatorio donde había sido operado, "o sea a la clínica del Dr. Mastrosimone", donde según él se llegó a la conclusión de que "no había salvación", y que lo más "práctico" era morir en su hogar, al lado de su señora e hijos.
Pero, como último recurso, explicaba: "Me sometí a un tratamiento botánico indicado por el Profesor Salvador S. Spinelli, de Santa Fe, y desde los primeros días mi situación fue mejorando en tal forma que al poco tiempo ya podía caminar, y hoy me encuentro bien y satisfecho. De esto pueden dar fe todos los vecinos de esta zona y de que soy otro de los tantos agradecidos del Profesor Spinelli".
¿Quién era Spinelli?
Debajo de esta publicación pedida, como en numerosas páginas de la época, aparecía el aviso publicitario de "Botánica Médica" del "profesor naturalista" Salvador S. Spinelli, radicado en Santa Fe, quien afirmaba: "Si sufre Ud. de epilepsia, corea histerismo, neurastenia, baile de San Vito, pulmones, estómago, hígado, riñón, reumatismo, sífilis, y de la sangre en general. Sea cual fuere su enfermedad y por crónica que sea, pruebe con un tratamiento natural. En mi Instituto encontrará lo preciso para curarse radicalmente".
Lo que se dice, un todoterreno. Además, rayano a lo milagroso.
Los ejemplares históricos de diciembre de 1931, donde pueden apreciarse las publicaciones del enfrentamiento entre Mastrosimone y Spinelli.
El contraataque
Todo podría haber quedado allí, de no haber aparecido una nueva nota referida a este tema al día siguiente. Jueves 3 de diciembre de 1931. Otra vez una "Publicación pedida". Pero quien la firmaba era Francisco Mastrosimone.
La respuesta del médico fue contundente. Dijo que la carta del día previo estaba "inspirada por un vulgar curandero que ejerce sus artimañas al margen de la ley".
Y aclaró que el señor Turinetto (pese a la diferencia ortográfica con respecto a quien firmaba la nota de la víspera, se entendía que se refería a la misma persona) "fue operado gratuitamente por el suscripto, director cirujano, en el Hospital Italiano 'Unione e Benevolenza' del Rosario y no en su sanatorio particular, de un absceso prevertebral, por una lesión de la columna vertebral, a consecuencia de una caída de un tranvía, en el año 1925. La operación, a pesar de ser de las más difíciles, tuvo pleno éxito, por cuanto el sujeto Turinetto, después de tres o cuatro meses de esmerado tratamiento médico-quirúrgico, se sanó radicalmente, adonde ningún tratamiento espiritista o naturalista podía tener eficacia, por cuanto la curación se obtuvo al salir un pedacito de hueso, desprendido por el traumatismo sufrido meses antes por el enfermo".
La cuestión no terminaba allí, puesto que añadía: "Turinetto el año pasado me pidió que le diera trabajo, pedido a que yo no accedí, por ser el peticionante de poca confianza".
Por si no bastara, resaltó: "También quiero dejar constancia que en el mismo año 1925, he operado gratuitamente a un hijo de Turinetto, de una enfermedad muy grave, de la cual sanó también radicalmente. En agradecimiento a los servicios que le he prestado, el sujeto en cuestión publica la carta a que me he referido, y que es una de las tantas burdas mentiras del curandero Spinelli, para engañar a los ingenuos".
No hizo falta ninguna otro publicación referida a esta polémica. Ni Turinetto o Turinello, ni mucho menos Spinelli, recogieron el guante. Como si el silencio otorgara, el único mago en este lío terminó siendo el médico al que la ciudad le obsequió el apodo de "mago del bisturí" (ver aparte). El rastro de Spinelli se perdió con el tiempo. Mastrosimone es mejor recordado y conserva una calle que lo homenajea.
Francisco Mastrosimone, el "mago del bisturí"
Una calle del sector oeste de la ciudad, con trazado norte-sur, por Ordenanza N° 2700, homenajea desde el 1 de septiembre de 1986 a Francisco Mastrosimone, médico y catedrático italiano que arribó a Argentina en 1915, instalándose primero en Rosario, donde fundó y dirigió por varios años el Hospital Italiano "Unione e Benevolenza".
De acuerdo con "El libro de las calles de San Francisco" de José Alberto Navarro, instaló su consultorio en nuestra ciudad en 1928, en la esquina de J. J. Paso y Mitre donde hoy funciona el Centro Cultural San Francisco. Según algunas versiones, el facultativo había tenido una permanencia obligada de varios días a raíz de una lluvia que le impedía irse. En ese lapso, Juan Perlo, dueño de la farmacia Europea, lo convenció para que se instalara definitivamente.
Su sanatorio contaba con aparatología de avanzada para la época, y allí realizó operaciones de gran complejidad que le valieron el apodo de "mago del bisturí".
Navarro consignó que Mastrosimone "falleció en San Francisco el 22 de diciembre de 1958 a los 83 años de edad. Sus restos fueron inhumados transitoriamente en el cementerio local, posteriormente el 18 de febrero de 1959 se los trasladó a Buenos Aires y embarcados con destino a Italia el 24 de ese mes en el vapor Conde Biancamano, para su entierro definitivo en la necrópolis de Santarcángelo".