El médico desertor que enalteció la medicina local
Llegó desde Uruguay y en el país se formó como médico. La vida lo trajo hasta San Francisco donde tuvo su sanatorio, fue subdirector del Hospital Iturraspe y un prolífico investigador en medicina. Esta es la vida de Tomás Areta.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Los primeros años de desarrollo de San Francisco requirieron de colonos y de profesionales que como aquí no existían llegaban desde otros lugares, así llegó Tomás Areta a la ciudad desde su Uruguay natal para ser uno de los primeros médicos de estos lares.
Nació en la ciudad de Salto en el seno de una familia de ascendencia vasca se destacó no solo como médico sino como un vecino comprometido con actividades sociales que impulsaron el desarrollo de San Francisco.
Nunca olvidó su país natal donde se destacó como estudiante y hasta recibió una medalla de oro por su brillante paso en la escuela primaria, sin embargo, la vida lo enfrentó a una difícil decisión que lo trajo a nuestro país siendo un joven de 19 años.
Sucede que poco antes de que termine el siglo XIX en Uruguay hubo un levantamiento y enfrentamiento entre los grupos de "Blancos" y "Colorados" - los sectores políticos tradicionales de aquel país -, con ese motivo se reclutó a jóvenes para ser parte del Ejército y entre esos nombres apareció el de Areta.
Tomás no quería ser parte de eso y aprovechó la cercanía con la frontera argentina para desertar y buscar una nueva vida. Así llegó primero a Entre Ríos donde se dedicó a las tareas en el campo y después siguió viaje.
Tomás Areta (Gentileza: AGM)
Su llegada a la ciudad
De tierras entrerrianas pasó a las porteñas donde se inscribió en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) para estudiar Medicina entre 1904 y 1911. En aquella época llegó a ser compañero de estudios de Bernardo Houssay quien fuera premio Nobel de Medicina más adelante en 1947; además estando allí también trabó relación con Raúl Matera, el médico neurocirujano y personal del presidente Juan Domingo Perón.
Desde su llegada al país, Areta se perfiló como una persona destacada y bien considerada en la medicina argentina con grandes aportes muchos de los cuales los llevó a cabo desde San Francisco ciudad donde murió.
Con el título bajo el brazo y tras una breve pasantía recaló en la ciudad de Rafaela por poco tiempo ya que en 1912 comenzó a vivir en nuestra ciudad que aun ni siquiera estaba catalogada como tal ya que esa designación sucedería recién en 1915.
En aquel tiempo, detalló Arturo Bienedell del Archivo Gráfico y Museo Histórico (AGM), Areta conceptualizó a San Francisco como "una ciudad con mucho hollín" dado el paso cercano del ferrocarril.
Además, en aquel momento la ciudad era un pueblo grande pero no tenía un gran desarrollo ya que no había calles pavimentadas, la electricidad solo estaba en el tendido público y mucho barro, no había calles pavimentadas aun y la electricidad pública llevaba poco tiempo instalada, por ejemplo.
En 1920 por un brote de peste bubónica, Areta logró junto con los vecinos recaudar dinero para construir una casa de aislamiento de los afectados
Enamorado de la medicina
Tibiamente empezó ya siendo médico a atender en su consultorio ubicado en Mitre - entre Iturraspe y Bv. 25 de mayo según la denominación actual de las calles - pero después llegó a tener su propio nosocomio privado llamado "Sanatorio Modelo Dr. Tomás Areta".
Cuando en 1916 se inauguró el Hospital J.B. Iturraspe Areta fue subdirector del nosocomio los 22 años que su compañero Enrique J. Carrá ofició como director.
Más tarde, pero por poco tiempo asumió él la Dirección cuando falleció el otro célebre médico local. Su apartamiento obedeció no a la inoperancia o el disgusto propio sino a los intereses políticos de la época asociados al peronismo, una forma partidaria que nunca compartió.
En paralelo su nombre llegó lejos hasta las páginas de los diarios nacionales por su incansable labor como investigador y la publicación de escritos y libros al respecto. Bienedell dio cuenta de que existen más de 70 publicaciones científicas sobre diversas enfermedades.
Ya sin Carrá en la escena se transformó en un referente activo y eso lo llevó a ser considerado a lo largo de 20 años como el médico cirujano más destacado de San Francisco, "cabeza a cabeza" con su colega Francisco Mastrosimone, un profesional italiano radicado acá cuyo sanatorio se erigió en donde se halla el actual Centro Cultural San Francisco (CCSF).
Su relación con la ciudad
Areta era reconocido por sus largas caminatas en San Francisco y sus escritos relacionados a distintas temáticas de los cuales dos son destacables.
El primero data de 1914 cuando relató la incidencia del problema con las inundaciones en la ciudad y la región aledaña, y el restante por una casi "ofensa" a su nacionalidad situación que se remonta a que la calle Uruguay antes estaba donde ahora es el pasaje Champagnat y fue reubicada en donde se encuentra actualmente.
A él le pareció una afrenta el cambio teniendo en cuenta que pasó de una zona céntrica a otra poco poblada para aquel momento donde ahora conduce al Hospital Iturraspe y cruza varios barrios.
También se vinculó con diferentes entidades sociales como Tiro y Gimnasia, el Rotary, la comisión de la Sociedad Rural a la cual apoyó para su creación hace 100 años y, en particular, que se creen políticas para el acceso a la vivienda de los sanfrancisqueños.
Incluso entre las apostillas sobre su vida destaca que fue el anfitrión de su sobrino el escritor y poeta Enrique Amorim (de nacionalidad uruguaya y autor de "La Carreta") quien lo visitó en San Francisco y ofició reuniones con sus admiradores locales.
Pionero
En 1960 su nombre volvió a estar en las páginas de diarios nacionales cuando trascendió un hecho particular. En Suecia una mujer cuya altura la disconformaba se sometió a una intervención quirúrgica para que se le cortaran 5 centímetros de hueso en cada pierna. El procedimiento fue exitoso y sorprendió a todos, sin embargo, no fue inédito.
Varios años antes, en 1943 el doctor Areta recibió en su consultorio del Hospital Iturraspe a un chico de 17 años llamado Luis Juárez quien se había fracturado una pierna, antes de eso el chico ya tenía la otra atrofiada debido a que una longitud desproporcionada.
La propuesta de Areta - que fue aceptada por la familia - fue que en vez de enyesar como podría hacer cualquier otro médico, se lo operara para cortar el sobrante del hueso y que las piernas quedaran a igual altura desterrando sus dos problemas.
La operación fue un éxito y le quitó al joven oriundo de Las Varillas los 7,5 centímetros excedentes mejorando su calidad de vida.
El título del diario La Razón del 1 de noviembre de 1960 rezaba: "7 años antes que en Suecia, la operación de acortar las piernas la realizó a la perfección un cirujano argentino: cortó 7,5 centímetros y las dejó bien parejas".
El final
Si bien Areta murió en San Francisco la ciudad que abrazó como hogar el 7 de julio de 1971 a los 86 años toda su vida estuvo activo y trabajó lo más que pudo.
En la primera intendencia de Guillermo Peretti ya habiendo dejado de ser director del Hospital Iturraspe fue designado en el mismo cargo dentro de lo que actualmente conocemos como Asistencia Pública.
Con el paso de los años Peretti volvió al gobierno como comisionado (intendente de facto) y ya sin la presencia física de este médico decidió darle un espacio destacado en barrio Hospital, un lugar donde pasó muchos años de su vida.
Ahí donde la isleta de calle Chaco desemboca con Av. Brigadier Bustos (camino interprovincial) se erige aun hoy una plazoleta con su nombre a la cual en el último tiempo le agregaron desde el municipio algunos juegos pero que se ha deslucido con los años.