El mal momento de La Luciérnaga
La crisis que atraviesa la institución podría incidir gravemente en el presente y el futuro de más de un centenar de niños y adolescentes que viven en San Francisco, lo que sería un retroceso imperdonable.
Hace pocos días, la Asociación Civil La Luciérnaga hizo pública su grave crisis económica que está poniendo en peligro las numerosas actividades que realiza en favor de la niñez y la juventud más vulnerable en la ciudad de San Francisco.
Con 15 años de funcionamiento ejemplar, la entidad se constituyó en un referente a la hora de hablar de apoyo y formación para las nuevas generaciones provenientes de hogares humildes, en la convicción de que una sociedad más justa es posible si se garantizan la igualdad de oportunidades y el acceso a los medios de promoción y mejoramiento de la calidad de vida.
La seriedad de la situación se expresa en un comunicado reciente de la comisión directiva de la Asociación Civil: "No podemos encarar el 2017 en esta situación. Tenemos dos alternativas: la más dolorosa es reducir abruptamente el número de niños, adolescentes y familias, reducir los recursos humanos con que contamos; o bien incrementar los ingresos, que es lo que venimos intentando sin resultados desde hace muchos meses. En conclusión, necesitamos un aporte mensual extra de $20.000 para continuar funcionando como hasta ahora, con la participación de 145 niños, niñas y adolescentes. Nos vemos obligados al cierre de la mitad de nuestros servicios, al recorte de la mitad de los profesionales que trabajan en la organización, y con ello, con todo el dolor que significa, la reducción de niños y niñas que son destinatarios de nuestros servicios diarios de contención, alimentación y educación". El desfasaje mensual es de 20 mil pesos. Una cifra que no debiera ser impedimento para que llegue el aporte oficial o privado. Es necesario comprender que sin estos fondos no se puede trabajar para cumplir con los desayunos y meriendas diarias, el apoyo escolar, el taller de música para adolescentes, la escuela de música para niños, taller de panadería y el acompañamiento social y pedagógico a los niños y sus familias llevado a cabo por un equipo de profesionales.
Las actividades de esta institución demuestran que cualquier aporte es bienvenido, pues su accionar va en consonancia con el deseo mayoritario de vivir en una mejor sociedad, más fraterna, más libre y más igualitaria. Lamentablemente no son suficientes el aporte de empresas y particulares asociados, así como el que llega del Consejo Asesor de Discapacidad y Minoridad en Riesgo de la municipalidad. Y cuando los números no cierran, los recortes comienzan. Y éstos podrían incidir gravemente en el presente y el futuro de más de un centenar de niños y adolescentes que viven en San Francisco.
Sería muy triste que La Luciérnaga se vea obligada a suprimir actividades. Configuraría un retroceso imperdonable.