Sociedad
El idioma del amor: Esmeralda aprendió lengua de señas para comunicarse con su nieto

Esmeralda Ascencao es abuela de siete nietos y fue la primera en su familia en aprender lengua de señas para comunicarse con Alan, el mayor de todos, que nació con hipoacusia. La mujer destaca el vínculo especial que los une desde que él era pequeño. Hoy, Alan tiene 27 años y es independiente. En este Día del Abuelo, comparten su historia.
Este 26 de julio, en el Día del Abuelo, la historia de Esmeralda Ascencao refleja de manera profunda lo que significa acompañar, estar presente y aprender nuevos lenguajes para amar. Abuela de siete nietos, entre ellos Alan Komorovski, su primer nieto y quien nació con hipoacusia, Esmeralda fue la primera de la familia en aprender lengua de señas para comunicarse con él y construir un vínculo tan fuerte como silencioso, tan íntimo como conmovedor.
“Ser abuela es un regalo que te da la vida. Volvés a ser mamá, pero esta vez de los hijos de tus hijos. Es algo que solo quien lo vive lo puede entender”, destacó Esmeralda en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO. Sus nietos, seis varones y una sola nena, encuentran en ella una presencia constante, una palabra de aliento, una oreja siempre dispuesta a escuchar y unos ojos atentos. “Cada uno me da algo distinto: el que juega a la pelota, la que baila, el que me cuenta sus cosas, siempre hay una conexión distinta con cada uno”.
Pero con Alan, la historia fue distinta desde el principio. “Fue el primero en hacernos abuelos, y además, por su condición, nos impulsó a mirar el mundo desde otro lugar. Yo fui la primera en ir a aprender lengua de señas, para poder comunicarme con él”, recordó. Esa decisión, lejos de ser un esfuerzo, fue para Esmeralda una forma de estar cerca, de hacerle saber que su abuela estaría a su lado, incluso en el silencio. “Cuando me ve, siempre me dice en señas: ‘Esme, te amo’. Eso me llena de alegría y me emociona mucho”, indicó la vecina de San Francisco.
Hoy Alan tiene 27 años, tiene su trabajo, tiene pareja, es independiente, y si bien los encuentros con su abuela ya no son tan frecuentes como antes, el afecto permanece intacto. “Ahora lo veo menos, y eso hace que a veces me cueste más entenderle, pero hacemos el esfuerzo. El amor también se entrena, como un idioma. Y con él siempre nos entendemos, con sólo mirarnos ya sabemos lo que quiere el otro, eso es impagable”, aseguró.
Puede interesarte
El inicio no fue duro, dice Esmeralda, porque ella aceptó la situación desde el principio. “Tal vez otro lo hubiera vivido como algo difícil. Yo no. Alan es especial, es muy cariñoso. Es conocido por todos en San Francisco, porque abraza a todos, transmite una energía hermosa. Nunca lo viví como una adversidad, sino como un desafío para estar con él”, detalló.
Y Alan también tiene mucho para decir sobre su abuela. En sus propias palabras, Esmeralda es “una buena abuela”, “me da alegría”, “le gusta aprender señas” y “me llevó por primera vez a la Asociación Civil de Sordos de San Francisco”. Además, destaca que lo integró a espacios culturales como la Escuela Municipal de Danzas Folclóricas y el Taller Municipal de Teatro. “Es mi abuela, mi compañera”, resumió.
En este Día del Abuelo, Esmeralda solo desea que sus nietos sean felices. “Que puedan hacer lo que los haga sentir bien, que tengan un corazón generoso y que siempre busquen ser mejores personas. Para mí, son el mejor regalo que Dios me dio”, concluyó.