La importancia de actuar a tiempo
“El Hospital Iturraspe es el único centro preparado para atender un ACV en San Francisco”
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El doctor Ricardo Daniel Bongiovanni indicó que persisten creencias erróneas sobre cómo actuar y a dónde acudir si una persona presenta síntomas de accidente cerebrovascular. En la ciudad, el Hospital Iturraspe recibe un caso cada tres días y es el único centro público o privado con una unidad especializada en la atención inmediata de ACV; sean pacientes mutualizados o no.
Por Cecilia Castagno | LVSJ
El Hospital “J. B. Iturraspe” es hoy el único centro médico de la región con capacidad técnica, equipamiento y personal entrenado para atender de manera integral un accidente cerebrovascular (ACV). En su Guardia Central funciona una unidad especial que permite actuar en los primeros minutos, una instancia decisiva para evitar secuelas graves o la muerte.
El doctor Ricardo Daniel Bongiovanni, médico del servicio de Guardia Central del hospital, explicó a LA VOZ DE SAN JUSTO que un ACV “es una emergencia médica tiempo-dependiente. Cada minuto sin tratamiento equivale a la pérdida de dos millones de neuronas”.
Por eso, advirtió: “El primer reflejo debe ser llamar al servicio de emergencias y dirigirse a un centro preparado para el manejo del ACV, que en el caso de San Francisco es el Hospital Iturraspe. No hay otro lugar en la región cercana con la estructura necesaria para actuar a tiempo”.
Según los registros del nosocomio, se atienden entre ocho y diez casos por mes, lo que equivale a un ACV cada tres días, solo en el sistema público. La media de edad actual de los pacientes ronda los 50 años, lo que evidencia un descenso significativo respecto de décadas anteriores.
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La creación de una unidad especializada
Desde julio, el Hospital Iturraspe cuenta con una unidad de ACV que funciona dentro de la Guardia Central, equipada con tomógrafo, medicación fibrinolítica y un equipo interdisciplinario entrenado.
“Cuando el paciente llega, ya tenemos un protocolo activado: diagnóstico por imágenes, laboratorio, enfermería y médicos de guardia preparados. En un promedio de 40 minutos sabemos si el paciente puede recibir tratamiento trombolítico”, señaló Bongiovanni.
El especialista precisó que el Iturraspe es el único centro del departamento San Justo que dispone de la terapia de reperfusión, que consiste en disolver el coágulo que obstruye una arteria cerebral. “El tratamiento debe iniciarse dentro de las primeras cuatro horas y media. En ese margen, cada minuto cuenta”, explicó.
El altísimo costo del fármaco fibrinolítico por ampolla es una de las razones por las que el sector privado no dispone de esta terapia. “Las clínicas no lo tienen. En San Francisco, el único lugar donde puede aplicarse es en el Iturraspe, lo provee la Provincia, y cualquier persona puede acceder, tenga o no obra social”, aclaró.
“Tiempo es cerebro”
“Muchas veces nos pasa que nos dicen: ‘Llévenme al sanatorio porque mi médico de cabecera está ahí’. No. Lo único que se logra con eso es perder tiempo”, advirtió el médico. Y remarcó: “Reitero, el ACV es una patología tiempo-dependiente. Hoy la única oportunidad de terapia de reperfusión, de disolver el coágulo en el caso del ACV isquémico, está en el Hospital Iturraspe. Por eso hemos adaptado la guardia para responder con inmediatez. Cuando sabemos que llega un paciente en 20 minutos, activamos el código de ACV, liberamos el tomógrafo y coordinamos todo el equipo. En menos de una hora debemos tener el diagnóstico y el tratamiento aplicado. Tiempo es cerebro”.
Tipos de ACV y tratamientos
El doctor Bongiovanni explicó que existen dos tipos principales de ACV: el isquémico, que representa el 87% de los casos, y el hemorrágico, que constituye el 13% restante.
“El ACV isquémico ocurre cuando se tapa una arteria cerebral y el tejido deja de recibir oxígeno, provocando la muerte de las neuronas. En esos casos, contamos con tratamiento trombolítico. En cambio, el hemorrágico se produce cuando se rompe una arteria y la sangre se derrama en el cerebro. También requiere atención urgente y, en algunos casos, cirugía neuroquirúrgica, que también realizamos aquí en el hospital”, precisó.
Hasta hace unos años, la atención se centraba en las secuelas. “Antes, cuando llegaba un paciente con ACV, se trabajaba sobre el post, sobre lo que quedaba. Hoy sabemos que, si actuamos dentro de la ventana de cuatro o cinco horas, el paciente puede recuperarse completamente e incluso volver a su vida habitual”, destacó el médico.
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Cómo reconocer los síntomas
Bongiovanni insistió en la importancia del reconocimiento precoz de los signos. “El ACV puede comenzar con síntomas súbitos como desviación de la boca, debilidad en un brazo, dificultad para hablar o entender, pérdida de visión o trastornos en la marcha. Si aparece alguno de estos signos, hay que llamar de inmediato a emergencias”, explicó.
Para facilitar la identificación, recomendó recordar la regla FAST (por sus siglas en inglés):
F (Face): caída o entumecimiento en la cara.
A (Arms): debilidad o imposibilidad de levantar un brazo.
S (Speech): dificultad para hablar o entender.
T (Time): actuar rápido, llamar a emergencias y acudir al hospital adecuado.
“La detección precoz y el abordaje inmediato son clave para evitar la muerte y las secuelas neurológicas irreversibles, como dificultades en el habla, la vista o el movimiento”, agregó.
Cambios en el perfil de los pacientes
El médico explicó que la edad de quienes sufren un ACV descendió en los últimos años. “Antes atendíamos a personas mayores de 70 u 80 años. Hoy vemos pacientes de 50 o incluso menos. Es un cambio que se repite en todo el mundo”, señaló.
Entre las causas, mencionó factores ambientales y hábitos poco saludables: “El consumo de sustancias, el tabaquismo, el sedentarismo, el estrés, el colesterol alto y las enfermedades cardíacas son factores de riesgo que hoy vemos con más frecuencia en personas más jóvenes”.
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Una enfermedad prevenible
Aunque el ACV sigue siendo la tercera causa de muerte en Argentina y la primera de discapacidad, el especialista destacó que hasta un 40% de los casos puede prevenirse si se controlan los factores de riesgo modificables.
“Trabajamos en conjunto con clínicos, cardiólogos y neurólogos. Controlar la hipertensión, la diabetes, el colesterol, dejar el cigarrillo y tratar la apnea del sueño reduce significativamente la probabilidad de sufrir un ACV”, aseguró.
Educación y conciencia social
Bongiovanni subrayó la necesidad de fortalecer la educación sanitaria. Y estudios lo avalan: siete de cada diez personas dicen saber qué es un ACV, pero solo el 38% se siente preparado para actuar correctamente. Y más de la mitad cree que cualquier hospital puede atenderlo, lo cual es falso. Solo centros especializados, con equipamiento y protocolos –como el Hospital Iturarspe-, pueden hacerlo.
El relevamiento nacional de Voices realizado en septiembre de 2025 mostró además que ocho de cada diez argentinos mayores de 16 años temen sufrir un ACV, aunque la mayoría iría al centro de salud más cercano, sin verificar si está preparado para el tratamiento.
“Necesitamos transformar la conciencia en acción. No alcanza con saber que es importante llevar una vida saludable o reconocer que el ACV es grave. Debemos aprender a identificarlo y actuar en cuestión de minutos”, enfatizó.
El profesional destacó que las campañas deben ser más claras y continuas: “De poco sirve mejorar los protocolos hospitalarios si la comunidad no reconoce los síntomas ni llama rápido a la ambulancia. Cada minuto que pasa es tiempo perdido, y tiempo es cerebro”.
La red sanitaria y la derivación
El Iturraspe trabaja además en la articulación con servicios de emergencias y centros de menor complejidad para garantizar la derivación rápida de pacientes con sospecha de ACV. “No todos los hospitales deben tener la misma complejidad, pero sí deben derivar en tiempo y forma al centro adecuado. Esa red salva vidas”, aseguró.
En caso de necesitar cirugía o cuidados intensivos de mayor complejidad, el hospital también coordina derivaciones hacia Córdoba capital. “Estamos integrados en una red provincial que funciona tanto con el sistema público como con el privado, para que ningún paciente quede sin atención”, señaló Bongiovanni.
El médico insistió en que el Iturraspe es un hospital público abierto a toda la comunidad. “Todas las personas pueden venir. No importa si tienen o no obra social. En San Francisco, el tratamiento de reperfusión solo está disponible acá. Y eso marca la diferencia entre la vida y la muerte, entre la discapacidad y la recuperación”, afirmó.
El desafío, concluyó, es lograr que cada vecino sepa a dónde acudir y no pierda tiempo valioso. “Un ACV puede ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar. Pero si se reconoce a tiempo y se actúa rápido, se puede salvar una vida. Eso es lo que tenemos que entender todos”.
