El homenaje a Güemes
A doscientos años de su trágico fallecimiento, bien vale rememorar a un personaje central de aquel período en el que nació la Patria. Un prócer que defendió las fronteras, que amó a su provincia pero que comprendió la necesidad de que la Argentina estuviese unida aun en sus diferencias con el poder de Buenos Aires.
Se cumplen hoy 200 años del fallecimiento del general Martín Miguel de Güemes, héroe de la independencia nacional, cuya obra no es muy conocida en las regiones más alejadas del noroeste de la Patria y cuya figura ha sido -costumbre bien argentina- motivo de controversias históricas originadas en las permanentes grietas ideológicas y políticas que este país ha sufrido y sigue padeciendo.
Recién en 2016 una ley de la Nación estableció un feriado nacional en su honor. Solo 40 años antes, en 1976, su provincia, Salta, había hecho lo mismo a nivel distrital. El tardío reconocimiento a su gesta emancipadora encontró otra discusión acerca de la necesidad de que su recuerdo ingrese al calendario de feriados. Además, el traslado al lunes siguiente le quita, como en todos los casos, verdadera significación al homenaje que se pretendió concretar.
Se enseña en las escuelas que Güemes y sus gauchos contuvieron las invasiones realistas luego de las derrotas del Ejército del Norte y posteriormente, cuando el ejército de los Andes de San Martín ocupó Lima, debía organizar un ejército para avanzar sobre el Alto Perú. Pero la crisis política en Buenos Aires trastocó los planes y culminó con una conspiración que hizo posible el ingreso de una partida realista a la ciudad de Salta, la cual lo sorprendió e hirió de muerte, hace exactamente 200 años.
Sin embargo, el héroe gaucho, hijo de un español perteneciente a la élite de su tiempo y de una descendiente del fundador de Jujuy que nació en esa ciudad, es un símbolo de la independencia nacional hoy reconocido como una figura central en ese período, más allá de las discusiones acerca de cómo se dio su participación y sus posturas políticas que lo alejaron y acercaron al poder central de Buenos Aires en varias oportunidades.
Güemes fue resistido durante mucho tiempo por sectores de poder de su provincia. Y también por el centralismo porteño. Algunos historiadores cuestionaron su liderazgo, su visión ideológica que ponía en duda el orden establecido en Salta y su posición contraria en un principio a los mandatos porteños. Pero son muy pocos los que no admiten la importancia de su contribución al éxito de las campañas independentistas en el norte del país.
Así, Bartolomé Mitre, la voz más emblemática de la historiografía "oficial", si cabe el término, escribió que el general salteño fue caudillo "de ambición de mando personal y de aspiraciones elevadas en el sentido de la causa americana, pero de arbitrariedad brutal". No obstante, a esta caracterización la suaviza cuando afirma que "el caudillaje de Güemes en Salta, era con todos sus vicios, una fuerza viva al servicio de la revolución". A partir de esta mirada se fue construyendo una imagen con luces y sombras pero que siempre estuvo marcada por su contribución a la causa de la liberación y la independencia.
A doscientos años de su trágico fallecimiento, bien vale rememorar a un personaje central de aquel período en el que nació la Patria. Un prócer que defendió las fronteras, que amó a su provincia pero que comprendió la necesidad de que la Argentina estuviese unida aun en sus diferencias con el poder de Buenos Aires. Dos siglos después, el mensaje de Güemes se puede sumar al de muchos otros próceres que entendieron que la unión nacional era el camino porque "cuando la soberanía está repartida en todos, no puede haber ni orden, ni leyes, ni gobierno, ni libertad, ni soberanía, sino una anarquía y una interminable guerra civil".