‘El hada verde’, la bebida de los bohemios en la Belle Époque que encontró sus adeptos en bares de la ciudad y la región

El ajenjo, una bebida que conserva sus misterios y desde seis años tiene su propia fiesta en Zenón Pereyra.
En algunos bares de la ciudad y la región, en ciertas horas del día, una estela de aroma anisado se percibe y seduce, es el aroma del Hada Verde. Aquello que comenzó siendo un medicamento en Suiza, se adoptó popularmente tiempo después como bebida en Francia, en tiempos de la Belle Époque. Vincent van Gogh (y su oreja), los 'malditos' Rimbaud y Baudelaire, y hasta Ernest Hemingway -en su estancia en París- sucumbieron a sus encantos.
Fue la bebida de la bohemia, de artistas y escritores, hasta su prohibición en 1915. No obstante, para entonces, se había extendido ya a Italia, y fueron los inmigrantes que llegaron a nuestro país quienes la trajeron, a ella, a esa hada refrescante, algo peligrosa e inevitablemente seductora.
Llegada la noticia de la prohibición, y con el fin de evitar inconvenientes, la absenta (la señalada como maligna) tuvo su reemplazo en el anís turco. Y la bebida tenía un nombre, sí, el ajenjo.
Pero se sabe, lo prohibido hoy puede no serlo mañana. La absenta: 'el licor maldito', tras más de un siglo de proscripción, es nuevamente legal, sin embargo a los de aquí, a los de nuestra zona, poco les importa, el ajenjo tiene un protagonista, uno solo, y es el anís turco. Si bien sus tiempos de auge quedaron atrás, aún se bebe en bares de la ciudad y la región y hasta tiene su propia fiesta, en la localidad de Zenón Pereyra.
"Hizo un cruce de clases sociales"
Adriana Gieco, integrante del Museo Histórico Zenón Pereyra nos cuenta: "El pueblo de Zenón Pereyra se fundó en 1897 y desde entonces se toma el ajenjo.
El trago tradicional es el de color verde, y está hecho principalmente de aniz turco y bíter".
"El ajenjo tenía la particularidad de congregar a todas las clases sociales. Como es refrescante después de una dura jornada de trabajo, el hombreador de bolsa, el hombre de campo o hasta el comerciante encumbrado se juntaban en los bares para tomar esta bebida, que hizo un cruce de clases sociales", añade.
Desde seis años en Zenón Pereyra se realiza la Fiesta de la Fonda Italiana y del Ajenjo, que en el presente año tendrá su edición el próximo 16 de septiembre. "Se arma una fonda italiana de época (como en los años '20 y '30) y se sirve ajenjo, con actores vestidos de época y música de aquellos tiempos. Así empezó, y como llegamos a la sexta edición hemos pedido que se la tome como fiesta provincial, ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados, falta la sanción en Senadores para que seamos capital provincial".
Una novedad es que ahora, además de la degustación de ajenjo, se agrega la gastronomía, "con comidas de todas las corrientes inmigratorias", con sus respectivos stand. Dicha fiesta se da en el marco de las 300 millas de Santa Fe, que pasa por el pueblo en esa fecha.
"Es una bebida que ataca las piernas"
Jorge Alberto Bogado, quien fuera boxeador, es desde hace algunos años quien lleva adelante La Tati, bar y comedor, en Zenón Pereyra. Su lugar es conocido por los buenos canelones que prepara su señora y por supuesto, porque se puede tomar un buen vaso de ajenjo. Uno o varios.
"Es una bebida que ataca las piernas, las corta, ¡ah!", afirma sin dudar y agrega: "Yo cuando era joven me tomaba algún vaso, pero ya no; igual hay tomadores que no tienen problema, eh".
Sobre la preparación advierte, tras poner el anís turco no se debe echar hielo. "porque te lo corta". Solamente después de verter el agua se puede refrescar la bebida.
"Tengo uno de los clientes que lo toma con amargo obrero y después los sigue con el blanco, ¡qué tal! A veces la bicicleta va para todos lados pero llegan a la casa. Desde la mañana tengo clientes, ya a las nueve, desayunan con alcohol", dice con una sonrisa, aunque en realidad pocas es esquiva cuando se expresa.
"Yo no sé cómo hacen pero toman y toman, son flacos, y capaz que si los pones a que te saquen un árbol del frente, agachan la cabeza y le dan y no paran hasta terminar el trabajo", comenta sorprendido.
"El que no está acostumbrado queda patas pa' arriba"
En San Francisco la bebida tiene sus adeptos, en la casa de Gustavo Bianco se pueden degustar todas las variedades y Víctor Gerbaudo, "un gran conocedor", acompaña al anfitrión esa tarde.
"Como mi padre tenía un bar empecé a tomar desde chico, a los 14 años. Lo servían en jarras (dado que la demanda era continua al caer la tarde). Después abandoné un tiempo, en la época de juventud, y volví a tomar de grande, cuando iba a los bares (de aquí). Me tomaba tres ajenjos", dice Víctor y hace la seña del número con los dedos.
"Seguí por muchos años -prosigue- hasta que tuve que abandonar porque fue lo que más agravó mi enfermedad. Yo tomaba el verde, o a veces el blanco. Antes venía un producto que endulzaba la bebida. Se llamaba goma, un preparado entre azúcar y agua. Cuando se prohibió la goma se empezó a usar la azúcar".
Al tratarse de una bebida que tomaban los descendientes de inmigrantes era muy común en los campos, "en la época de la trilla mi madre preparaba una jarra de ajenjo y les llevaba a los que estaban trabajando".
Por su parte, Gustavo tuvo contacto en un momento con el dueño de la firma Araya, que produce anís turco y bíter. "Me dijo que se toma en esta zona, a 50 o 60 sesenta kilómetros a la redonda. Producen para acá nomás. Si te vas más allá no saben siquiera que es el anís turco. En los últimos años Clucellas es el pueblo referente, como también Esmeralda, Zenón Pereyra y Bouwer".
Gustavo recuerda cuando tuvo un bar en Zenón Pereyra y comenta, dando así una característica más de la bebida. "Tenía una docena de vasos marcados para usar sólo con ajenjo, porque no se puede sacar el olor del anís, ni con lavandina".
"Es una bebida muy brava (y sí, el hada verde tiene casi 80% de graduación alcohólica, entre el anís turco y el bíter), el tipo que no está acostumbrado queda patas pa' arriba", sentencia Víctor.
Las variedades
El ajenjo pasó a tomar por estos lares del país cuatro tonalidades. El Primavera o Flamenco (rojo): anís turco, agua y granadina; el Suissé (blanco), solamente anís turco y agua; el Ajenjo o Hada Verde, anís turco, bíter y agua; y el denominado Someca, con fernet o amargo obrero, de color amarronado, similar al de los tractores con la marca homónima. Y puede o no, en cada uno de los casos, ser endulzado con azúcar.