Historias de Liga
El fútbol da revancha, y si es en familia ¡mejor!
:format(webp):quality(40)/https://lvdsjcdn.eleco.com.ar/media/2025/12/omar_bossio.jpeg)
Un accidente le puso punto final a la carrera de Omar Bossio como jugador cuando tenía 21 años. Años después, Proyecto Crecer le abrió la puerta para dirigir en la Liga Regional San Francisco y el fútbol volvió a encontrarlo, esta vez acompañado por sus hijos Nico y Nacho, en una historia atravesada por la familia, la pertenencia y una campaña que le permitió al club asegurarse una plaza en Primera para 2026.
'/El fútbol de Liga suele contar historias que no entran en una estadística. Historias que no se miden en goles ni en títulos, pero que explican por qué cada domingo hay camisetas que se siguen poniendo con el mismo orgullo de siempre. La de Omar Bossio es una de esas. Una historia marcada por un corte abrupto, por la paciencia y por una revancha que llegó muchos años después, desde otro lugar y en familia.
Bossio dio sus primeros pasos en el Baby Fútbol del Club Belgrano de San Francisco. Allí transitó toda su formación inicial, en una época donde el fútbol era rutina, juego y pertenencia. Como tantos chicos, fue creciendo entre entrenamientos, viajes cortos y fines de semana que giraban alrededor de la pelota. Luego pasó por las inferiores de El Tala y, en 1992, llegó el momento más esperado: el debut en Primera División con La Milka.
Tenía 21 años. El presente estaba en marcha y el futuro parecía abierto. Sin embargo, ese mismo año, un accidente cambió todo. Sufrió una quebradura de cráneo y episodios de convulsiones que pusieron en riesgo su salud. El fútbol pasó inmediatamente a un segundo plano. La indicación médica fue clara y definitiva: no podía seguir jugando. “Fue duro porque estuve complicado de salud y después el doctor automáticamente me prohibió volver a jugar al fútbol”, recuerda.
El impacto fue profundo. No solo por dejar el fútbol, sino por atravesar una situación límite cuando recién estaba arrancando la vida adulta. La carrera como jugador terminó sin despedida, sin tiempo para procesar la pérdida. “Tenía 21 años, recién arrancaba”, dice Bossio, todavía hoy con la claridad de quien entendió rápido que no había otra opción. El fútbol, que hasta ese momento era rutina y proyecto, quedó lejos.
Pasaron los años y la distancia con la cancha empezó a acortarse desde otro lugar. A los 23 años apareció la posibilidad de dirigir. Volvió a Belgrano, esta vez desde el banco, iniciando un recorrido como entrenador en categorías formativas. Fue un primer paso importante, pero todavía lejos de la Liga.
La oportunidad real llegaría tiempo después y en un lugar puntual: Proyecto Crecer. Fue el único club que le dio a Omar Bossio la chance concreta de dirigir en la Liga Regional San Francisco. “Crecer fue el único club que me dio la alternativa de dirigir”, remarca. No como un interinato ni como una apuesta pasajera, sino como un proceso sostenido en las inferiores. Allí pudo reconstruir su vínculo con el fútbol, después de una carrera truncada demasiado pronto.
Desde 2012, Crecer se transformó en un espacio de pertenencia. Con el paso de los años, el club fue consolidando una identidad propia. Aunque no nació como un club de barrio tradicional, en los hechos funciona como una familia: procesos largos, gente que vuelve, vínculos que se sostienen y un fuerte sentido de comunidad. Más allá de los rótulos, lo que define a Crecer es lo que sucede puertas adentro.
Tras la pandemia, Omar decidió frenar. El desgaste era grande y necesitaba un tiempo. “Había dejado porque estaba un poco cansado”, reconoce. Pero el fútbol volvió a aparecer, otra vez de la mano de la familia. En 2025, el regreso de su hijo Nicolás al club fue el empujón definitivo. “Con mi hijo que volvió a jugar acá, me tiró la alternativa de volver a dirigir”, explica. Hubo charlas, coincidencias y una idea clara: construir algo serio.
El regreso tuvo un condimento especial: compartir el día a día con uno de sus hijos. “Es difícil ser justo, tanto en lo bueno como en lo malo”, admite. Pero la experiencia previa ayudó. “Ya nos conocíamos y habíamos trabajado antes. Ahora él es más maduro, tiene 25 años, y fue más fácil”, agrega.
El año fue intenso y muy positivo. Proyecto Crecer armó un plantel competitivo, con jugadores de experiencia en la Liga, y realizó una excelente campaña. En un contexto de cambio de formato, el equipo dirigido por Omar Bossio logró asegurarse una plaza en Primera División de la Liga Regional San Francisco para 2026. . “Se armó un muy lindo grupo de trabajo y un muy buen grupo de jugadores, futbolísticamente y humanamente”, destaca. Para Omar, ese logro tiene un valor simbólico enorme. “Empezamos con un objetivo más chiquito y después le fuimos metiendo. Gracias a Dios logramos el objetivo”, resume.
El fútbol que se le negó como jugador volvió desde el rol de conductor, en el club que confió cuando otros no lo hicieron, y acompañado por sus hijos dentro del mismo proyecto.
Nico Bossio, la revancha que empujó el regreso
La revancha empezó a tomar forma cuando el fútbol volvió a cruzarse con la familia. No como recuerdo ni como nostalgia, sino como presente. El regreso de Nicolás Bossio a Proyecto Crecer, en 2025, fue mucho más que la vuelta de un jugador al club: fue el punto exacto donde la historia de Omar encontró continuidad.
Nico también se formó en el Baby Fútbol de Belgrano y recorrió todas las etapas formativas hasta llegar a Primera. En Crecer debutó en 2017 y sostuvo su lugar hasta la pandemia. Después buscó rodaje en otros escenarios de la Liga, en Cultural La Francia y en Independiente de Balnearia, sumando experiencia y perspectiva. Cuando decidió volver, lo hizo sabiendo que no regresaba a un lugar cómodo, sino a un club que exigía compromiso y proceso.
Ese regreso fue el que terminó de convencer a Omar. Volver a dirigir ya no era solo una decisión deportiva: era una construcción familiar. Padre e hijo compartiendo el día a día desde roles distintos, con la dificultad de separar lo afectivo de lo profesional, pero también con una confianza que solo se construye con el tiempo. “Era volver e intentar ser competitivo”, dice Nico. También había un objetivo más amplio. “Era empezar a darle forma a algo que no estaba”, explica.
Nacho Bossio, cuando el fútbol ya no duele
Si Nico fue el puente que trajo de vuelta a Omar al fútbol de Liga, Nacho es la señal de que la herida terminó de cerrarse. El menor de los Bossio creció viendo entrenar a su padre, compartiendo club con su hermano y naturalizando una relación con el fútbol que nunca estuvo cargada de frustración.
Nacho Bossio creció con el fútbol como parte natural de su vida. Sin dramatismos ni cuentas pendientes. “Siempre vi a mi viejo entrenar acá”, dice, con la simpleza de quien nunca necesitó explicaciones para sentirse parte.
Eligió Proyecto Crecer de manera natural y recorrió las distintas categorías hasta llegar a Pre Juvenil, donde se encuentra actualmente. Juega en la misma posición que su hermano, una coincidencia que refuerza la historia familiar, pero que no lo condiciona.
En Nacho, el fútbol ya no aparece como revancha, sino como herencia. No hay una carrera truncada que reparar, sino un camino que continúa. Proyecto Crecer es presente, pertenencia y proyección, en un club que, más allá de los rótulos, funciona como familia en los hechos.
El fútbol de Liga no siempre devuelve lo que la vida quita, pero a veces encuentra caminos más profundos. A Omar Bossio le quitó una carrera cuando recién empezaba, pero con los años le devolvió un lugar, un proyecto y la posibilidad de compartir la cancha —desde distintos roles— con sus hijos. Proyecto Crecer fue el escenario, pero también la casa: un club que apostó al proceso, a las personas y a los vínculos. En 2026 habrá Primera División, sí, pero lo verdaderamente ganado ya está adentro. Porque cuando el fútbol vuelve así, acompañado y en familia, la revancha es completa.
:format(webp):quality(40)/https://lvdsjcdn.eleco.com.ar/media/2025/12/los_bossio.jpeg)
