El espíritu del cineclub, intacto desde hace ocho años

Donde hay libros y también cine. El Cineclub Fabio Manes proyecta películas de un "cine diferente" cada noche de jueves en la Biblioteca Popular. Se trata de una iniciativa consolidada y sus miembros dicen que también es un lugar sin filtro para la cultura "donde el arte, lo emergente y lo políticamente incorrecto conviven".
Por Ivana Acosta
El Cineclub Fabio Manes cumplió recientemente ocho años proyectando películas de un "cine diferente" cada noche de jueves en el Centro Cultural y Biblioteca Popular ubicado en Av. Libertador Norte 159.
La idea nació en 2010, cuando Guadalupe Mina y Juan Cruz Aguirre replicaron una idea que "importaron" desde Córdoba. Así nació este proyecto que el público logró consolidar en la ciudad.
Quienes se llegan cada semana se quedan para siempre y por eso los miembros aprendieron que "había más películas de las que pasaban en el cine tradicional y en la tele". No sólo se trata de mirar e irse, puesto que luego de la proyección se realiza un debate que la enriquece.
El cineclub es un espacio para mucho más que ver películas, sus fundadores explicaron que "el objetivo fue constituir una alternativa al cine comercial y una propuesta cinematográfica para revalorizar la actividad cineclubística, como espacio de difusión y socialización".
En la ciudad Aguirre y Mina encontraron a Lucas Terraf como aliado para la presentación de su proyecto y valoración por los miembros de la comisión del Centro Cultural y Biblioteca Popular, institución que les abrió las puertas.
Las funciones de los jueves, a medida que continuaron, se convirtieron también en sinónimo de amistad, debate y conocimiento. Por eso sus organizadores coinciden en que "de esta manera una comedia es más graciosa cuando se escucha la risa de alguien y las personas se sienten interpeladas cuando uno opina más en un debate".
Más que películas
El cineclub funciona con financiamiento propio -no hay apoyo estatal ni privado- debido a que su entrada es libre y gratuita, pero eso no los priva de hacerles regalos a quienes asisten frecuentemente a través de la entrega de remeras identificatorias, amén del tradicional pochoclo y del debate.
Todo es autogestionado y solo goza de la confianza de la "biblio" para mantenerse en vigencia.
"La gente, y en especial la que viene por primera vez, nos dice que estamos locos por el despliegue que realizamos. Debe ser por eso que después siguen viniendo y se suman a la organización", relataron entre risas a LA VOZ DE SAN JUSTO.
En la sala que empieza a acomodarse horas antes de que se inicie el filme, todos colaboran sin importar su edad. Funciona como "una gran familia".
Una de esas personas es Matías Olmos, quien se sumó en 2014 cuando tenía 15 años: "Logré sentirme cómodo con los integrantes del grupo, llegué atraído por un ciclo de cine japonés y casi sin darme cuenta empecé a ir todos los jueves. Hoy tengo un lugar asegurado en mi semana en el que sé que voy a disfrutar alguna joya del séptimo arte", explicó.
Esta modalidad funcionó y el público siempre respondió dicen los hermanos Leonardo y Luciano Bordino: "Se prenden a los debates post-película y se quedan a dar una mano para acomodar. Creo que cosechamos seguidores muy fieles, al punto de que gente que era habitué y se fue a vivir fuera de la ciudad, sigue teniendo participación. Eso habla de un sentido de pertenencia del que estamos muy orgullosos".
"Al principio Guada y Juan Cruz se encargaban de todo - contó Luciano - y luego cuando nos quisimos dar cuenta estábamos presentando películas sugeridas por nosotros y estresándonos en grupo", recordó entre risas.
Cine para todos
Adolescentes que hoy son profesionales, adultos y jóvenes, todos, comparten el mismo espíritu cinéfilo que descubrieron a través de su asistencias al cineclub. "Hay gente que viene desde casi la hora 0, chicos y chicas que estaban en el último año de la escuela secundaria, perciben al cineclub como un espacio que se emparenta al espíritu rebelde de la adolescencia, siempre emergente, fresco, beligerante, experimental, visceral. Pero el rango etario de nuestro público debe estar entre los 16 a los 35 años", indicó Guadalupe.
Todos ellos son los que con mayor o menor grado de participación sugieren y eligen qué se podrá ver en el futuro. Cada noche de jueves se proyectan tanto películas clásicas de la cinematografía universal como títulos olvidados de clase B y películas de bajo presupuesto.
"Los ciclos son temáticos y mensuales, desde sus inicios el cineclub tiene la intención de no abordar películas que circulan con asiduidad en la televisión y el cine, tratamos de proyectar a los grandes maestros, películas experimentales, proyectos cinematográficos ambiciosos y a veces hasta incomprendidos".
Ya pasaron ocho años de este proyecto consolidado como "un tributo a la cinefilia sanfrancisqueña" y "espacio cultural alternativo". Sus miembros dicen que también es un lugar sin filtro para la cultura "donde el arte, lo emergente, lo políticamente incorrecto conviven".
Para cualquier amante del cine en San Francisco, el cineclub Fabio Manes no necesita presentación y es tan importante que su historia llegó lejos y su mentor escribió que "se siente honrado" de inspirar cada jueves en la "biblio".
Por este tipo de cosas, puede decirse que ¡hay cineclub para rato!.