El decano de Asociación El Ceibo
Se dice que el entrenador no tiene fecha de vencimiento, que no hay edad para el retiro mientras siga encendida la llama de la pasión. Una opinión que bien la puede suscribir él con su ejemplo. Es que a sus 57 años, y con 40 al frente de distintos planteles, sigue trabajando en su querido Asociación El Ceibo, entidad que ya lo consagró como uno de sus emblemas.
Es cierto, quedó como el más veterano del cuerpo de entrenadores, encima su pelo cano no le permite disimular esa condición, pero está lejos de la jubilación. Diariamente, luego de su actividad comercial, con el entusiasmo de una “primera cita”, se calza el buzo para ir a disfrutar de una nueva práctica en su “segundo hogar”.
Aldo Manzotti nos recibió en su domicilio y a nuestro requerimiento, habló de su dedicación por el deporte que lo vio desempeñarse como jugador y luego como “coach”, con la particularidad de haberlo hecho siempre defendiendo los colores de la “flor nacional”.
Entregó toda su vida al básquet, incluso por 9 años consecutivos fue técnico “las 24 horas” teniendo a su cargo todas las categorías, un fiel reflejo de su amor por la disciplina en la que empezó a aplicar su pedagogía siendo un juvenil, de ahí entonces un cúmulo de recuerdos lo llevaron a emocionarse hasta las lágrimas.
“Sigo por los chicos, es lo que mantiene mi pasión de trabajar”, dijo en su intento por explicar el motivo de su continuidad, pero un nudo en su garganta lo llamó a silencio por unos segundos y sus ojos vidriosos denotaron el profundo sentimiento por su profesión.
“No sé si el entrenador tiene fecha de vencimiento, cuando voy a los encuentros todos tienen la “cabeza negra” y el único “cabeza blanca” soy yo, así que mientras me sigan tirando los chicos voy a continuar en esto”, continuó.
“Aparte ellos me siguen mucho, a pesar de que los reto y los tengo al trote, me doy cuenta que tengo llegada más allá de la diferencia generacional”.
En ese sentido, Aldo supo asumir de rol de segundo papá para sus dirigidos.
“A veces soy un especie de papá con ellos. Te cuento además que los dirigí a todos los Rosa, porque lo tuve a Gustavo, después a su hijo mayor Juan Ignacio y ahora tengo al más chico Juan Pablo. De igual manera lo tuve de chiquito a Matías Tomatis y ahora tengo a su nene, te puedo nombrar muchos casos, así que eso es un orgullo para mí”.
Aldo Manzotti nos recibió en su domicilio y a nuestro requerimiento, habló de su dedicación por el deporte que lo vio desempeñarse como jugador y luego como “coach”, con la particularidad de haberlo hecho siempre defendiendo los colores de la “flor nacional”.
Entregó toda su vida al básquet, incluso por 9 años consecutivos fue técnico “las 24 horas” teniendo a su cargo todas las categorías, un fiel reflejo de su amor por la disciplina en la que empezó a aplicar su pedagogía siendo un juvenil, de ahí entonces un cúmulo de recuerdos lo llevaron a emocionarse hasta las lágrimas.
“Sigo por los chicos, es lo que mantiene mi pasión de trabajar”, dijo en su intento por explicar el motivo de su continuidad, pero un nudo en su garganta lo llamó a silencio por unos segundos y sus ojos vidriosos denotaron el profundo sentimiento por su profesión.
“No sé si el entrenador tiene fecha de vencimiento, cuando voy a los encuentros todos tienen la “cabeza negra” y el único “cabeza blanca” soy yo, así que mientras me sigan tirando los chicos voy a continuar en esto”, continuó.
“Aparte ellos me siguen mucho, a pesar de que los reto y los tengo al trote, me doy cuenta que tengo llegada más allá de la diferencia generacional”.
En ese sentido, Aldo supo asumir de rol de segundo papá para sus dirigidos.
“A veces soy un especie de papá con ellos. Te cuento además que los dirigí a todos los Rosa, porque lo tuve a Gustavo, después a su hijo mayor Juan Ignacio y ahora tengo al más chico Juan Pablo. De igual manera lo tuve de chiquito a Matías Tomatis y ahora tengo a su nene, te puedo nombrar muchos casos, así que eso es un orgullo para mí”.