Arquitectura
Arquitectas locales llevaron su experiencia al Congreso Nacional de Arquitectura
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Las arquitectas Cecilia Chiosso y Micaela Barbero, del estudio Espacio Choy, participaron del encuentro que se realizó en la Universidad Nacional de Córdoba, donde disertaron sobre el ejercicio profesional real y mostraron ejemplos concretos de sus proyectos.
El pasado mes de agosto, la Universidad Nacional de Córdoba fue sede del Congreso Nacional de Arquitectura (Conarq), el encuentro por excelencia de estudiantes, docentes, investigadores y profesionales de todo el país, que se desarrolló los días 15, 16 y 17 del mes mencionado con anterioridad. Allí estuvieron las arquitectas Cecilia Chiosso y Micaela Barbero, del estudio Espacio Choy, quienes fueron invitadas a disertar dentro del segmento “Orgullo FAUD”, un espacio que buscó reunir a estudios de arquitectura, diseño y urbanismo del interior del país que desarrollan obras y proyectos de manera profesional y desde una óptica conceptual. Para ambas, el regreso a la universidad que las formó significó una pausa creativa y un reencuentro con sus raíces académicas.
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“El Conarq es un congreso federal. Tuvo sede en Mendoza, Santa Fe, Mar del Plata, incluso en Perú. Durante la pandemia se hizo virtual y este año le tocó a Córdoba”, cuenta Chiosso. La elección de la UNC también tuvo un peso simbólico: “La Universidad Nacional de Córdoba es la más antigua del país. Algo que se hace ahí siempre tiene una repercusión más grande, porque hay 400 años de respaldo”, agrega Barbero.
La invitación, recuerdan, llegó con poco margen de preparación. “Nos llegó con menos de un mes de anticipación”, cuentan. “Fue como una pausa creativa: pusimos 100% nuestra mente a pensar con qué íbamos a ir, qué podíamos aportar distinto”. Esa búsqueda las llevó a enfocarse en un tema poco habitual en este tipo de encuentros: hablar del ejercicio profesional real, con ejemplos concretos de su práctica en Córdoba y San Francisco. “No porque no compartamos lo académico o los concursos, hemos participado y obtenido premios. Pero sentíamos que al congreso le podíamos dar otro enfoque y quisimos aportar algo distinto”, explica Barbero.
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Arquitectura con lo que ya existe
Durante la conferencia, Chiosso y Barbero decidieron poner el foco en temáticas y conceptos ligados a la arquitectura real, alejados de los proyectos ideales de la academia y mucho más cercanos a los desafíos cotidianos de la profesión. Para ilustrar esa perspectiva, compartieron algunos de los trabajos que llevaron adelante en Córdoba y San Francisco, donde cada decisión de diseño estuvo marcada por el contexto, los recursos disponibles y la historia previa de los espacios.
Entre los ejes que plantearon en la charla, destacaron la importancia de respetar lo construido, una idea que también guía su práctica profesional. Chiosso, quien cursa una maestría en diseño y gestión de sistemas patrimoniales, lo explicó con claridad: “En Europa vemos ciudades medievales que nos fascinan, pero en nuestra provincia queremos sacar el adoquinado, lo antiguo, para hacer todo nuevo. No tenemos una tradición fuerte de conservar lo existente”.
Barbero destaca otra arista de esta mirada: “En Europa, donde el espacio es limitado, no se puede seguir creciendo ad infinitum, así que se llena cada vacío urbano o se construye sobre lo que ya existe. En cambio, en contextos fluctuantes como los de nuestro país, levantar de cero a veces resulta utópico. Mirar con otros ojos lo que ya existe puede ser más sustentable, más económico y más seguro desde lo social”.
Para ellas, se trata de proyectar sin borrar: “No es momificar la arquitectura, sino preguntarse qué información para el diseño nos da lo que ya existe. Puede ser una oportunidad para desafiarse creativamente y al mismo tiempo mantener el alma de un edificio o casa. Hay muchas construcciones antiguas que tienen una esencia, una personalidad”.
Ese mismo enfoque lo trasladaron a otra idea muy concreta: los espacios nuevos nunca están vacíos. “Cuando uno va a un terreno vacío, en realidad nunca está del todo vacío. El suelo, la orientación, los vientos, la accesibilidad, los servicios, todo eso ya condiciona el proyecto y la vida que se va a llevar adelante en ese lugar”, dice Chiosso. Y Barbero completa: “Nuestro proyecto empieza cuando escuchamos cliente mismo, que es quien nos da la información más valiosa, lo que él necesita”.
Una charla para abrir la cabeza
La decisión de enfocarse en la práctica cotidiana también estuvo pensada especialmente para los estudiantes. “La carrera de arquitectura tiene una enorme carga horaria y muchas veces se centra en casos ideales”, reflexiona Chiosso. “Pero la realidad profesional suele empezar con un baño de la tía o una refacción pequeña. Y está bien, porque eso también es arquitectura”.
Mostrar que la disciplina no se trata solo de grandes íconos urbanos fue uno de los objetivos centrales. “Podés tener la misma profundidad académica y conceptual trabajando en San Francisco que diseñando un rascacielos en Nueva York. Lo importante es la complejidad del proyecto y la relación con el cliente, no los metros cuadrados”.
Durante la charla también subrayaron la multiplicidad de saberes que atraviesan la profesión. “El arquitecto no solo tiene que saber de arquitectura —explica Barbero—. También debe entender de negocio inmobiliario, de urbanismo, de políticas públicas, de geografía y clima. Todo eso puede potenciar un proyecto si se integra bien”.
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Una pausa creativa y un reencuentro
Más allá de la exposición, el congreso también fue una oportunidad para reencontrarse con colegas, docentes y proveedores del sector. Pero, sobre todo, representó volver a la universidad desde otro rol. “Queremos mucho a la UNC y cualquier cosa que tenga que ver con la facultad nos moviliza. Para nosotras fue cerrar un círculo: ya fuimos estudiantes, graduadas y consejeras”, cuenta Barbero con una sonrisa. Junto a su colega, destacan el orgullo de haber participado en un evento de tanta relevancia para la arquitectura argentina.
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El cierre de esta edición incluyó el anuncio de la próxima sede: en 2026, el Conarq se realizará en La Plata. “Eso es lo bueno de este congreso, que tiene un perfil federal e itinerante. Cada ciudad le da un marco distinto y permite a los estudiantes ver cómo cambia la arquitectura según el contexto”, remarcan.
La reflexión final resume la esencia de su participación: “La arquitectura no empieza cuando ponemos un lápiz en la hoja. Empieza cuando escuchamos al cliente, al entorno y a lo que ya está construido. De ahí salen los proyectos más interesantes”, concluyeron.