Básquet
El básquet de San Isidro le rindió tributo a su “maestro”

El estadio fue bautizado con el nombre de “Antonio Gabriel Manno” en gratitud a quien con un estilo de juego definido impulsó a la institución al profesionalismo.
En un emotivo y sencillo acto realizado en las instalaciones de calle Corrientes, la comisión directiva de San Isidro, instauró el nombre “Antonio Gabriel Manno” al estadio de básquet, en reconocimiento a quien le dio una identidad de juego al club y a la vez le abrió las puertas al profesionalismo. Vale aclarar que la sede mantiene el nombre de “Severo Robledo”.
La especial ceremonia donde se descubrió la plaqueta correspondiente contó la presencia de dirigentes, ex jugadores, y Emiliano, hijo del recordado entrenador y otros familiares.
Don Antonio nació el 24 de marzo de 1936 en Córdoba y falleció un viernes 9 de abril de 2010, víctima una afección cardíaca, a los 74 años de edad.
El creador del Vedime (velocidad más dinámica mecanizada), fue un visionario del básquet con su estilo revolucionario por aquellos tiempos y que ahora lo practican la mayoría de los equipos.
Una forma de juego que instaló en su llegada a San Isidro allá por 1996 que sorprendió a sus rivales a través de su intensidad, velocidad y agresiva defensa, una manera compensar el desnivel de altura.

Un adelantado que hizo funcionar a sus diferentes planteles integrados por “hombres comunes” como solía decir y no por nombres rutilantes. A lo que le adosó el tiro de tres puntos como costumbre en cada uno de los integrantes del equipo, quienes con su compromiso y solidaridad, hicieron prevalecer el aspecto colectivo sobre lo individual.
Siempre de pantalón y camisa de vestir, fue un entrenador de recio carácter que llevaba a sus jugadores al límite de las exigencias a la hora de entrenar y de jugar, como también acostumbraba a cambiar los cinco titulares en un instante, pero sin que se resintiera el rendimiento del equipo.
Una identidad de juego que el “santo” adoptó como propia y la desarrolló hasta el presente. En ese sentido más que acertada fue la definición del entrenador Daniel Beltramo cuando dijo una vez que “San Isidro no sería lo que es hoy si no hubiese pasado Antonio”.

Bajo su conducción, San Isidro supo de jornadas trascendentales como el título de la Liga B y el ascenso al otrora Torneo Nacional de Ascenso (hoy Liga Argentina) en el que transitó dos temporadas (98-99, 99-2000) y algo más (renunció tras la 10 fecha de la zona Norte de la temporada 2000-01), pero más importante aún fue el legado que dejó.
Es por eso que la dirigencia del básquet eternamente agradecida, en una atinada decisión, le rindió este merecido homenaje.