Historias
El barrio está en proyecto de ser transformado

Al menos casi un cuarto de una manzana en el centro de la ciudad está a punto de cambiar su imagen después de más de un siglo sin haber tenido innovaciones.
Por Arturo A. Bienedell | LVSJ
Desde hace más de un año, varios inmuebles de la esquina de Bv. 9 de Julio y Rivadavia fueron desocupados con vistas a su demolición para dar paso a una nueva construcción. En meses recientes el espacio fue cerrado para dar seguridad y privacidad a las obras. Lo que se haga, será la primera innovación allí en más de 100 años, por ello estimo que vale repasar sintéticamente quiénes fueron algunos de los ocupantes en sucesivas épocas en el último siglo.
Esa cuadra de Bv. 9 de Julio, entre Rivadavia y Córdoba, que fue testigo del trajín de la estación ferroviaria, tuvo, en el sector a demoler, participación en gran parte de la historia social y comercial de San Francisco. Un poco más al Oeste, están las únicas construcciones que permanecerán en pie: la casa y comercio musical de la familia Doffi y la casona estilo español que habitó hasta 1958, el intendente Serafín Trigueros de Godoy con su esposa la odontóloga Rosa García Ulibarri. Seguían luego: la casa de la familia Barchetta, el taller de Francisco y Félix Mana y, en la esquina de Córdoba, a comienzos del siglo XX la familia Martínez Mendivill y, en los años 30, el almacén de Enrique Perlo. Cuando esa casona fue demolida, al empezar la década de 1960, se construyó el edificio “Córdoba”, el primero en propiedad horizontal en la ciudad.

Pero en el sector que nos interesa, la esquina de 9 de Julio y Rivadavia, en la década de 1930 fue oficina de Shell Mex Argentina Ltda., luego de una sucesión de comercios, en los años ´70, fue destino final de la tradicional Tienda “La Nueva”, remanente del gran comercio de los años ´20 a ´60 en Bv. 25 de Mayo y Mitre. El mismo espacio fue también confitería “La Perla”, reducto de jóvenes que gustaban escuchar los comienzos del rock nacional y punto de difusión de las primeras películas en video que despertaron reclamos de los propietarios de salas de cine. Pasados los años -y lo último que allí estuvo-, fue una empresa de venta de productos de electricidad de Alberto Ambrogio. Al lado, durante varias décadas supimos saborear los helados de “Haití”, el emprendimiento de mayor permanencia en ese sector. En el número 1854, se hallaba la casa de Luis Teodosio.
Pero, el inmueble con más actividad es la propiedad que en la década de 1920 hizo construir Bernardo Terén, que allí tuvo su domicilio y, en planta baja, su bien calificada sastrería con más de diez empleados especializados en confección de finas prendas. Cuando este vecino cesó su producción, el inmueble fue destinado a diversos propósitos: en los finales de los años ´50, en la planta alta estuvo la oficina del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), mientras que, en la baja, sin orden cronológico, hubo una agencia de turismo, una empresa de las primeras tarjetas de crédito “Multicompra”, con un llamativo cartel de neón en lo alto del inmueble, un video club atendido por Tito Lamberti y, finalmente, una sandwichería.
Así como antes lo fue en la otra esquina, ahora, aplicando una frase de muy antigua data, “llega la piqueta del progreso”. El barrio empieza a ser transformado.