Fórmula 1
El año de Colapinto: crecimiento en medio del caos y una confirmación que redefine su futuro
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En un año complicado para Alpine, Franco Colapinto se sumó como piloto tiular en la séptima fecha sin sumar puntos puntos en toda la temporada, pero con evolución, regularidad y una lectura técnica que el equipo valoró en medio de la crisis. Redujo la brecha con Gasly, fue confirmado como titular para 2026 y dejó una frase sincera tras la última carrera: “Gracias a Dios se terminó el año”.
La temporada 2025 representó para Franco Colapinto un salto enorme respecto a su experiencia previa como piloto de desarrollo en Williams. Allí había mostrado velocidad, orden y una curva de aprendizaje constante; en Alpine, en cambio, debió adaptarse a un auto mucho menos competitivo y a un entorno interno en permanente reestructuración. Ese contraste marcó el pulso de un año donde la estadística quedó muy por debajo del valor real de su evolución.
Su llegada como piloto titular se concretó en el Gran Premio de Emilia-Romaña. Desde esa fecha, Colapinto tuvo que lidiar con un monoplaza impredecible, con poca tracción, problemas de carga aerodinámica y un paquete técnico que rara vez se mantuvo estable de un fin de semana a otro. Pese a eso, el argentino completó sus primeras carreras —Imola, Mónaco, Canadá, España, Austria— sin errores de principiante, mostrando disciplina y capacidad para llevar el auto al máximo posible sin comprometer resultados.
Terminó la temporada 20º en el Mundial con 0 puntos, normalmente ubicado entre P13 y P17, una zona lógica considerando el rendimiento del Alpine. La comparación con su etapa en Williams es inevitable: mientras allí sus participaciones en sesiones oficiales habían generado entusiasmo, con tiempos próximos a los titulares y una interpretación fina del simulador, en Alpine se encontró obligado a priorizar supervivencia por sobre ambición. Su progreso, sin embargo, siguió siendo visible.
El contraste con su compañero Pierre Gasly también dejó lecturas interesantes. El francés sumó 22 puntos, aprovechando ocasiones muy puntuales. La diferencia numérica fue grande, pero no necesariamente representativa: en clasificación, Colapinto quedó a pocas décimas en la mayoría de los fines de semana y en varias carreras terminó por delante. Además, redujo progresivamente la brecha de ritmo que existía en el arranque del campeonato, algo que en Williams ya había demostrado como parte de su ADN competitivo.
Pero el análisis del año no estaría completo sin compararlo dentro de su propia camada. La temporada 2025 fue particularmente dura con los rookies. Quienes debutaron en estructuras más competitivas —como Bearman o Antonelli— lograron sumar puntos de manera ocasional, pero también atravesaron fines de semana erráticos, abandonos y altibajos marcados propios de pilotos en proceso de adaptación. Incluso en equipos superiores, la presión por entregar resultados inmediatos fue evidente.
En comparación, Colapinto tuvo un desempeño menos llamativo, pero también más estable. No cometió errores graves, no protagonizó incidentes evitables y completó prácticamente todas las carreras. Mientras otros rookies fluctuaron mucho entre picos y caídas, el argentino se mantuvo dentro de un rango constante, condicionado por el auto pero siempre dentro del plan de trabajo del equipo. En términos de consistencia, su temporada fue más sólida que la de varios debutantes que dispusieron de mejores herramientas técnicas.
En circuitos exigentes, Colapinto dejó sus mejores señales. En Mónaco evitó errores que habitualmente castigan a los rookies. En Canadá mostró una de sus mejores gestiones de neumáticos, y en Silverstone volvió a sobresalir bajo condiciones cambiantes, donde muchos jóvenes fallaron. Ese tipo de actuaciones recordó lo que Williams había visto en él: frialdad, capacidad de adaptación y un manejo inteligente de los momentos.
En la semana previa al GP de Interlagos llegó la noticia más importante del año: Alpine lo confirmó como piloto titular para 2026. En una F1 donde los rookies suelen tener contrato de un año y poco margen para convencer, la renovación fue un gesto enorme. Alpine no se apoyó en puntos —porque no los hubo— sino en cualidades internas: madurez, feedback técnico, adaptabilidad y un crecimiento constante pese al contexto adverso.
El cierre del año dejó una frase que sintetizó la carga emocional de toda la temporada: “Gracias a Dios se terminó el año”, dijo tras la última carrera. No fue una renuncia simbólica, sino un desahogo genuino. Colapinto había cargado con un calendario entero de esfuerzo constante, falta de resultados visibles y un equipo que cambiaba de rumbo semana a semana. Su sinceridad conmovió porque reflejó exactamente lo que había vivido: un debut durísimo, pero superado con entereza.
En síntesis, 2025 no será recordado por los resultados, pero sí como el año en el que Colapinto demostró que puede pertenecer a la Fórmula 1 incluso en su versión más áspera. Si Williams fue el lugar donde convenció que podía llegar, Alpine fue donde probó que puede mantenerse. El próximo paso, ahora con continuidad asegurada, será transformar esa base en resultados concretos.
