El agro ante la escasez de gasoil

Es verdad que la actual coyuntura internacional agravó el panorama. Pero en estos dos años, la Argentina volvió a perder el autoabastecimiento de combustibles. Los problemas energéticos y tarifarios en este mercado son tan evidentes como irresueltos.
Los expendedores de combustible del interior del país han advertido que ya está escaseando el gasoil en las estaciones de servicio. Tanto en el interior de Córdoba como en el de Santa Fe, son muchas las voces que se están alzando para remarcar la gravedad que puede alcanzar este problema si persiste en el tiempo. Es que se ve amenazada seriamente la marcha de la cosecha gruesa que está a punto de generalizarse en la región más productiva del país.
Publicaciones periodísticas y declaraciones de voceros de los expendedores están señalan que ya existen estaciones de servicio que tienen quiebre de stock. Y especulan con las razones por las cuales el faltante ha comenzado a hacerse sentir. En este punto, el crecimiento de los valores internacionales como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania es marcado como un punto de inflexión. Se sostiene que el precio del barril de petróleo por encima de los 100 dólares, más la inestabilidad e incertidumbre cambiaria en el país, determinan que se vea resentido el comercio mayorista de gasoil -vital para el agro y el transporte-, puesto que la venta se circunscribe a las estaciones que tienen cupos de venta insuficientes para cubrir la demanda en épocas de cosecha.
Es verdad que la coyuntura internacional agravó el problema. La guerra en territorio europeo ha trastocado numerosas variables que se mantenían estables y permitían proyecciones a mediano y largo plazo en las economías desarrolladas. Es lógico también que, por los desequilibrios que padece la actividad económica argentina, sea mayor por aquí el impacto de estos sucesos desgarradores que observamos en las pantallas. Es que los problemas energéticos y tarifarios en el mercado del combustible son tan evidentes como irresueltos.
Al respecto, en estos dos años, la Argentina volvió a perder el autoabastecimiento de combustibles. Esto significa que la producción no alcanza para abastecer al mercado local. Se debe, por lo tanto, importar. Y pagar por ello un precio internacional que está por las nubes como consecuencia de los sucesos bélicos en Ucrania, entre otros factores. Pero al ingresar al país, ese mismo combustible debe venderse a un precio regulado. Es decir, se comercia a pérdida. Y, entonces, no hay importación ni de gas, ni de naftas, ni de gasoil.
Quien recorre las rutas del centro del país en estos meses conoce el movimiento que empezará a generarse a raíz de la cosecha gruesa. Pesados camiones repletos de granos y caravanas de cosechadoras, tolvas y otros implementos poblarán las carreteras nuevamente, brindando un panorama especial que es el generador de la mayor parte de las divisas de la Argentina. Mover todos estos vehículos supone contar con el combustible necesario. De lo contrario, se producirán demoras que, de persistir, pueden perjudicar el rinde de los cultivos y, por ende, una merma sustancial en los ingresos por exportaciones agropecuarias. Está claro que la actual condición económica, financiera y productiva de nuestro país no soportaría un golpe tan doloroso.