Libertad de Prensa
Ejercerla y defenderla
Cada 3 de mayo, el Día Mundial de la Libertad de Prensa recuerda que sin periodismo libre no hay democracia plena. En un contexto de polarización, discursos de odio y nuevos desafíos digitales, este derecho fundamental sigue siendo amenazado, exigiendo más que nunca defensa activa y compromiso ético.
Cada 3 de mayo, al celebrarse el Día Mundial de la Libertad de Prensa, se recuerda que el derecho a informar y ser informado libremente es un pilar esencial de toda democracia. Y, sin embargo, cuesta creerlo. Cuesta aceptar que, aún en tiempos en los que las instituciones funcionan, esta libertad siga siendo amenazada, poniendo en riesgo la vida democrática misma.
Gabriel García Márquez, maestro del periodismo, decía que este es “el mejor oficio del mundo”. Exige una vocación irrenunciable, una ética constante “como el zumbido del moscardón” y un compromiso con la investigación. Hoy, más que nunca, es preciso recordar esas palabras. En tiempos de polarización política extrema, donde las opiniones se alejan hasta volverse irreconciliables y la desinformación erosiona la confianza pública, el periodismo independiente se convierte en un dique de contención contra el avance de las ideas autoritarias.
La democracia solo es practicable cuando existen instituciones sólidas y una prensa libre que pueda actuar como contralor del poder. Sin información veraz y crítica, la ciudadanía queda condenada a la confusión, incapaz de tomar decisiones libres. La historia muestra que los regímenes que erosionan las libertades terminan alejándose del ideal democrático hacia formas más cercanas al autoritarismo. Por eso, las diatribas que lanza el presidente de la Nación contra los periodistas -en esto se asemeja y hasta supera al kirchnerismo que dice denostar- y sus invitaciones al odio contienen una dosis de riesgo indudable para la vigencia de las instituciones.
A estas amenazas tradicionales, se suman ahora los desafíos de la era digital. En octubre pasado, la Declaración de Salta de la Sociedad Interamericana de Prensa advirtió que los derechos de libertad de expresión deben protegerse tanto en el entorno analógico como en el digital. Además, la inteligencia artificial, con su inmenso potencial para mejorar la labor periodística —desde la verificación de datos hasta el análisis multilingüe— también trae riesgos significativos: la creación de deepfakes, la propagación de noticias falsas automatizadas, la tentación de manejar la agenda de la prensa, los cuestionamientos solapados, insultos por alguna publicación que no es del agrado de los gobernantes y la vigilancia encubierta a periodistas. La viabilidad económica de los medios independientes y la justa retribución del contenido periodístico son también parte de esta nueva realidad.
Sin embargo, incluso en este tiempo tecnológicamente disruptivo, sin prensa libre, no hay democracia genuina. Para que no quede solo el eco monótono de los oficialismos, el periodismo libre sigue siendo necesario. Es un bien público irrenunciable.
La libertad de prensa no es una concesión graciosa del poder, sino un derecho humano, garantizado por todos los tratados internacionales. Hoy, más que nunca, debe recordarse que ejercerla y defenderla es un trabajo constante. Porque, aunque cueste creerlo, sigue siendo una batalla que no está ganada.
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