Ejemplo cívico

En tiempos de grieta ideológica profunda , la intención de esta reflexión no es hacer un panegírico de la figura del ex gobernador, pero no puede dejar de admitirse que su impronta marcó años agitados en la vida de Córdoba y su liderazgo es recordado por muchos comprovincianos.
El fallecimiento del ex gobernador de la provincia, Eduardo César Angeloz, repercutió de manera profunda en todos los ámbitos políticos de Córdoba y en gran parte de la ciudadanía. Mandatario elegido tres veces por el pueblo, debió encargarse de liderar el proceso de reinstauración de la democracia en esta geografía y, por cierto, con luces y sombras, su figura se proyectó a nivel nacional. Hasta el punto de que llegó a ser candidato a presidente por la Unión Cívica Radical en 1989.
Las valoraciones que puedan hacerse a su actividad pública dependerán del cristal con el que se observe la realidad. Siempre es así cuando se analiza la figura de una persona que tuvo mucha influencia en las instituciones cordobesas y sus mandatos como gobernador atravesaron las más variadas circunstancias.
En el archivo de este diario, así como en numerosas otras publicaciones de la provincia, está reseñada la gestión de Angeloz desde 1983. Con sus aciertos y sus errores. Con elogios y críticas formuladas incluso desde esta columna editorial. Con las vicisitudes de su proyección nacional, su renuncia a los fueros cuando, siendo senador, fue acusado ante la Justicia. Y también sus declaraciones siempre generadoras de opiniones en uno u otro sentido.
La intención de esta reflexión no es hacer un panegírico de la figura del ex gobernador de la provincia. Pero no puede dejar de admitirse que su impronta marcó años agitados en la vida de Córdoba y su liderazgo es recordado por muchos comprovincianos. Tanto fue así que llamó la atención la gran cantidad de personas que se acercaron a dar su último adiós al líder radical.
Es en este marco en el que merece resaltarse lo ocurrido durante las exequias de Angeloz. Más allá de la afluencia de público, los gobernantes actuales, los dirigentes partidarios de las dos agrupaciones políticas tradicionales, correligionarios y adversarios, expusieron ante la ciudadanía un ejemplo de cultura cívica que no debe pasar inadvertido.
En tiempos de grieta ideológica profunda y en una provincia hoy gobernada por el justicialismo, se despidió con todos los honores de Estado a un ex mandatario que se convirtió en símbolo del radicalismo cordobés, histórico rival político del sello que hoy está en el poder. El gobernador Schiaretti anunció que el Paicor -programa creado en la gobernación del extinto político- pasará a llevar su nombre como homenaje a una política de Estado que lleva más de treinta años. Su adversario de siempre, José Manuel de la Sota, también lo homenajeó, entendiendo que las disputas ideológico políticas dejan de tener sentido si no se adecuan a la vigencia del respeto por la persona humana, por su libertad de pensamiento y de expresión, incluso de los que tienen una visión opuesta sobre la realidad y los modos de solucionar los problemas sociales.
Por esto, es necesario destacar el ejemplo cívico que dio Córdoba al país. Debiera ser una lección para aquellos dirigentes que no hacen otra cosa que agigantar la división y agredir desde las nuevas tribunas que son las redes sociales, por ejemplo. Y también para una buena cantidad de jóvenes que, con su accionar definido por el fanatismo, no han comprendido que la lucha política debe transitar por el carril de la tolerancia y la defensa de las instituciones de la democracia.