Análisis
Educar versus adoctrinar
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La historia muestra intentos totalitarios de moldear una sociedad de acuerdo con los preceptos ideológicos de sector que se auto percibe iluminado. En tiempos de polarización e inteligencia artificial, distinguir entre educar y adoctrinar es clave.
Cada tanto, algún video ser viraliza. En él, un profesor discute con un alumno y utiliza su autoridad para descalificar un modo de pensar e imponerle su visión de la realidad, planteándola como la única posible. También con frecuencia, la prensa se hace eco de reclamos de padres que cuestionan determinadas bibliografías de estudio en los niveles obligatorios que tendrían la misma intención: desplegar argumentos ideológicos y presentarlos como verdades indiscutibles.
Frente a estos casos, algunos de adoctrinamiento acrítico e ideológico flagrante, la política polemiza. Sin importar la vereda ideológica en la que se esté pareado, si no se coincide con la mirada del profesor o de lo que aparece en un texto, se lanzan acusaciones de que se pretende adoctrinar a los estudiantes. Las redes sociales hacen el resto con su enorme capacidad de diseminación de mensajes falsos y confusos. Y la verdadera discusión queda sepultada en un océano de inexactitudes, agresiones y descalificaciones.
Educar implica procurar el desarrollo integral de cada persona. En ese sentido, es fundamental que pueda reflexionar de manera crítica sobre los problemas actuales y pasado de la vida del hombre, adquiriendo valores y criterios que le permitan actuar en la sociedad. Adoctrinar, por el contrario, es imponer una visión concreta sobre esos problemas, la que el profesor o un determinado gobierno toman como absoluta. Es una diferencia evidente, pero en realidad puede convertirse en una línea fina porque los mecanismos de captación, cooptación y manipulación están muy bien aceitados.
Educar es brindar las distintas visiones de un tema, planteando las contraposiciones. Si, por el contrario, la enseñanza se cierra en una determinada realidad, ingresamos en el terreno del adoctrinamiento. En la primera alternativa, existe reflexión crítica, diálogo, análisis, argumentos y respeto por la diversidad de opiniones. En la segunda, la repetición constante de consignas, la censura de ideas contraria, la presión emocional y la carencia de debates se hacen evidentes.
Comprender que la educación debe fomentar la capacidad de pensamiento crítico en este tiempo se torna fundamental. De lo contrario, no habrá personas que puedan tener la posibilidad de elegir, de estar bien informadas y de asumir la responsabilidad de sus decisiones. Personas críticas, autónomas, capaces de discernir y con pensamiento posible de ser argumentado.
La historia del hombre tiene capítulos horrendos signados por los intentos totalitarios de moldear una sociedad de acuerdo con los preceptos ideológicos de sector que se auto percibe iluminado. En tiempos de inteligencia artificial, de intolerancia creciente, de polarización y grieta, comprender la diferencia entre educar y adoctrinar se torna sustancial.
