Día Internacional del Idioma
Ede Olivetta: sembrando italianidad en San Justo
Presidenta de la Sociedad Italia Familia Piemontesa de Devoto, Ede Olivetta es una figura clave en la difusión del idioma italiano en el departamento San Justo. A pocos días del Día Internacional del Idioma, su historia es un testimonio vivo del poder del lenguaje para mantener vivas las raíces culturales, unir generaciones y tender puentes entre las naciones.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
“Estoy por cumplir 80 años, si Dios quiere. Ya les dije a todos que ese día me quiero escapar”, dice entre risas Ede Antonia Olivetta. Nació el 10 de septiembre de 1945, y desde entonces su vida estuvo atravesada por la cultura italiana. No como un dato de color ni como una herencia abstracta, sino como una forma concreta de estar en el mundo: enseñar, aprender, hermanar, preservar. Presidenta de la Sociedad Italia Familia Piemontesa de Devoto, docente incansable, gestora cultural, Ede es una referente ineludible de la italianidad en el este cordobés.
Su historia con el italiano comenzó desde muy chica. “Yo nací en el campo y mis padres se vinieron a vivir a Devoto en el año 50. Fuimos a vivir a un hotel en el centro y nuestros vecinos eran los nonos Giordano, doña Ada y don Onofrio, nacidos en Ancona, y también Nino Avales, que había nacido en Vercelli”, recordó. “Me hablaban en italiano y yo era chica… eso me despertó la curiosidad, me marcó”.
Aquellos primeros vínculos marcaron el comienzo de una búsqueda que perdura hasta hoy. “La nona Giordano me escribió la primera carta que mandé a Italia. Yo quería contactar a la familia de mi abuelo Luis Olivetta y de mi abuela María Avilata. Y esa carta llegó, la recibió mi prima Rita. Así empezamos a escribirnos, a reencontrarnos”.
Estudiar para enseñar
Ede comenzó formalmente a estudiar italiano el 22 de mayo de 1982. “Todavía tengo el cuaderno de esa primera clase. Estudié con Nancy Barberi en San Francisco, después con otras profesoras”, afirmó. Y como suele pasar con los apasionados, en un momento el aula la encontró a ella: “El padre Jorge Trucco, de La Francia, me dijo: ‘Quiero que vengas a dar clases a la parroquia’. Le respondí que yo era alumna todavía, ¡pero igual me mandó!”.
Desde entonces no paró. Dio clases en Devoto, Arroyito, La Francia, Colonia Marina, San Bartolomé y en cada pueblo donde enseñó, nació una familia piemontesa, un coro, un hermanamiento con Italia. “Todo arrancaba con la lengua. Pero detrás venía todo lo demás: el canto, la cocina, los viajes, los recuerdos, la identidad”, contó.
Hermanamientos: puentes de raíz profunda
El vínculo con Michele Colombino, presidente de los Piemonteses en el Mundo, fue decisivo. “Lo conocí hace 52 años, cuando vino a Argentina y lo fui a escuchar a un acto con el coro de Devoto. Desde entonces, cada vez que venía, pasaba por casa. Él fue quien nos ayudó a hermanar Devoto con Bagnolo Piemonte en tiempos del intendente Óscar Monchamp”.
Pero su influencia no se limitó a Devoto. “La Francia se hermanó con Ferrere d’Asti, Arroyito con Verzuolo, Luque con Vinovo, San Antonio de Litín con Fossano, Oliva con San Pietro Val Lemina”, enumeró con la precisión de quien lleva un registro amoroso. En muchos de esos casos, Ede fue madrina de los hermanamientos. “Me decían que eligiera el pueblo con el que se iba a hermanar, y yo hablaba con los contactos italianos. Siempre decían que sí”.
Volver a unir a las familias
“¿De qué sirven los hermanamientos?”, se pregunta mucha gente, y la respuesta que Ede Olivetta ofreció está cargada de sentido. “Lo que Michele Colombino quiso desde el primer momento fue volver a unir a las familias. Ese fue siempre su objetivo principal, y para mí, lo más importante”, afirmó con convicción.
Los hermanamientos entre pueblos argentinos e italianos, más allá de lo institucional o cultural, han permitido que muchas personas se reencuentren con sus raíces. “Primero viene el pueblo italiano, visita y se encuentra con la familia que había perdido. Después nosotros vamos para allá, y se da el reencuentro con la otra parte. La familia está ahí, esperando. Y eso es lo más valioso: el reencuentro, después de 40, 50, 60 años sin noticias”.
La experiencia de Ede con su propia familia es prueba de ello. “Cuando yo fui, me contaron todo lo que había pasado durante esos años: las vivencias, los sufrimientos, los nacimientos, las muertes. Fue como cerrar una historia. Y eso es lo que pasa con cada familia que vuelve a encontrarse: se saldan heridas, se tejen lazos nuevos, se revive lo que parecía perdido”.
Los hermanamientos también dan lugar a una reflexión más profunda sobre la historia de la migración y sus consecuencias. “Europa fue muy castigada, hubo hambre, crisis, guerras. Muchos vinieron escapando de eso. Tengo libros que lo cuentan, como uno que escribió un hombre de Bagnolo, sobreviviente en Austria. Es como nuestro caso con Malvinas, un testimonio de lo que la guerra deja. Por eso, reencontrarse es también un acto de sanación”.
Así, detrás de cada firma oficial, detrás de cada acto protocolar, hay historias humanas que se reescriben. Porque como dice Ede, “el hermanamiento no es solo institucional, es profundamente emocional. Es reencontrarte con tu historia, con tu gente. Es volver a casa”.
El idioma como herramienta
“La gente quiere aprender italiano para conectarse con sus raíces. Muchos tienen abuelos que hablaban Piemontés, pero ahora viajan a Italia, quieren conocer a sus familiares, comunicarse”, explica. “Hoy tenés chicos que se van a vivir allá y logran la ciudadanía italiana y sus madres empiezan a estudiar para poder hablar con los nietos que viven allá”.
En Arroyito, Ede coordina un taller municipal que actualmente tiene más de 40 alumnos. “Hay estudiantes de todas las edades. Este año tengo una alumna de 85. Eso te muestra el deseo profundo de mantener viva la lengua. Y no solo es el idioma: hablamos de comida, de licores, de historia, de cultura. Yo llevo recetas, les cuento qué comen allá, cómo hacen la bagna cauda, los postres como el bunet, el licor Strega…”.
Para Ede, enseñar es compartir. “Todo lo que sé, lo transmito. No me guardo nada. Eso es lo que más le gusta a los alumnos. Yo estudié danza, di clases de pintura, hice teatro, trabajé en radio. Siempre me apasionó la cultura”.
Italia, la emoción del regreso
El primer viaje a Italia fue en el marco de la Fiesta de los Piemonteses en el Mundo, en Pinerolo. “Fuimos en delegación y para una misa los matrimonios Campra y Listello se vistieron de gauchos y chinas. Las fotos que les sacaron fueron increíbles”, afirmó.
Uno de los recuerdos más emotivos en la historia de Ede es el deseo no cumplido de su padre de regresar a la tierra de sus abuelos. “Mi papá siempre decía: ‘No me quiero morir sin ir a Italia, sin conocer dónde nacieron mis padres’. Era su gran anhelo”, rememora con un nudo en la voz. Pero los tiempos eran otros: “Juntar el dinero era muy difícil. Y cuando por fin lo logró, me dijo: ‘Ahora vos venís conmigo, nos vamos a Italia’. Pero se enfermó, estuvo dos años luchando contra la enfermedad y falleció sin poder cumplir su sueño”.
Aquel dolor no fue en vano. Ede decidió concretar por él ese viaje pendiente. “Cuando me paré frente a la casa de mis abuelos en el Monferrato, sentí una emoción indescriptible. Lloré. Fue como cerrar un círculo, como llevarlo conmigo en ese momento”, recordó con la voz entrecortada.
En ese primer viaje, no solo pudo conocer la casa familiar: también abrazó a los descendientes de aquellos tíos y primos que su padre nunca pudo ver. “Prácticamente conocí a todos los primos de mi papá. Y hoy sigo en contacto con sus hijos y nietos. Esa conexión sigue viva, se fortaleció con el tiempo”.
A través de ella, el reencuentro se hizo posible. Lo que su padre no pudo realizar en vida, Ede lo transformó en un legado colectivo: un puente entre generaciones y geografías, sostenido por la memoria, la lengua y el afecto.
Misión cumplida
Ede no se considera profesora titulada, aunque lleva más de 40 años enseñando. “Hice tres años de italiano, pero después fue todo experiencia. Como me decía el padre Jorge, ‘vos sabés transmitir’. Y yo siento que cumplí mi misión. Nacieron familias piemontesas en muchos pueblos, se organizaron coros, se fortalecieron vínculos con Italia, se mantuvo viva una herencia”.
Hoy, la Sociedad Italia Familia Piemontesa de Devoto tiene nueva comisión. Pero Ede sigue al frente, preparando los festejos de los 35 años de la asociación, los 30 años del coro y los 30 del hermanamiento con Bagnolo Piemonte. “Me dicen que parezco Colombino, que me voy a perpetuar”, bromeó.
Cuando se le pregunta qué le diría a los nonos que le enseñaron italiano en su infancia, no duda: “Un grazie inmenso. Porque todo nació con ellos. Doña Ada, don Onofrio, Nino. Gracias a su cariño, a sus historias, a sus cartas, hoy sigo enseñando y conectando”.