Dueño del desierto
Juan Morandi estuvo compitiendo en la Épica Atacama, carrera denominada como el "Dakar" del Mountain Bike, donde logró la victoria en la categoría de 40 a 50 años y fue quinto en la general.
El ciclista sanfrancisqueño Juan Morandi vivió una de las alegrías más grandes dentro de su carrera en la actividad, ya que hace pocos días logró subirse a lo más alto del podio en la competencia Épica Atacama, la que se denominó como el "Dakar" del Mountain Bike.
Este evento se realiza en el desierto de Atacama a 4.400 metros sobre el nivel del mar, en el vecino país de Chile y allí Morandi, logró imponerse en la categoría de 40 a 50 años (tiene 46) y además logró un meritorio quinto puesto en la general, entre los casi 200 pedalistas de diferentes países del mundo.
Sin dudas que esta fue la mejor manera de cerrar el año para Morandi, quien ya no competirá en este 2017, para prepararse con todo de cara a lo que será la actividad el año venidero, con grandes objetivos. Ya en nuestra ciudad, descansando luego del gran esfuerzo, Morandi dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO y dio sus sensaciones.
El balance
Llegamos a Chile tras un largo viaje en camioneta y lo primero que hicimos fue salir a probar las dunas en Copiapó. Queríamos ver como se comportaba la bicicleta en un terreno así porque nunca habíamos entrenado. Nos encontramos con que es muy difícil pedalear en las dunas, porque hay que tener un ritmo constante, ya que si se frena la bici, se hunde en la arena y es imposible seguir. Bajarse no es una opción, ya que si querés caminar con la bici al lado te hundís hasta la rodilla y no hay chances de hacer mucho.
Tuve problemas con la altura. Me agarraron fuertes dolores de cabeza. La poca oxigenación hacían que el ritmo cardíaco fue más alto y se siente mucho. A medida que fueron pasando los días desapareció ese problema, pero al principio no la pasé nada bien. Las primeras etapas fueron más duras de lo que yo estaba acostumbrado a trabajar. El nivel de carera era alto y eso hizo que uno fuera mucho más arriba de la exigencia que venía manteniendo. Estar en un podio representando a tu país es lo más lindo que hay, son sensaciones muy fuertes.
Las dudas
Cuando llegó el final de la cuarta etapa me replanteé un montón de cosas. A esa altura el cansancio era demasiado, más allá de que estaba bien entrenado. Si bien uno tiene que ir haciendo diferentes cosas que ayuden al cuerpo y no dejarse estar, fue muy difícil. Hacía un tiempo había visto un documental de neurociencia aplicada al deporte y me di cuenta que yo hacía cosas sin saber que las aplicaba. Algo que me sirvió fue el "self-talk", que es hablarse a uno mismo, sacando las cosas negativas y haciendo hincapié en lo bueno. Ese día me plateé que un segundo puesto no me servía, estaba segundo en mi categoría y el primer lugar era de un ecuatoriano con mucha experiencia, pero quería pelear con todo. Fue esa quinta etapa donde puse las cartas sobre la mesa, tuve una convicción muy grande y le saqué 10 minutos en esa etapa, lo que me permitió pasar al primer lugar, lo cual luego mantuve en la sexta y última etapa.
El desierto
Hay ciertos indicadores a los que hay que estar atentos. Hay lugares donde se ven pequeñas piedritas y eso marca que el terreno es más duro. En otros hay yuyos secos donde hay que encarar para ese lado. De todos modos eran etapas de 100 kilómetros, con lo cual variaba bastante. La noche en el desierto es muy cruel. Nosotros teníamos por obligación llevar elementos de supervivencia. Una noche tuvimos tres grados bajo cero y si te llegás a perder es muy duro. En una etapa estábamos corriendo con 50 grados centígrados y a la noche bajaba a casi cero. Nunca te das cuenta que te deshidratas porque no transpirar, pero de todas maneras hay que tomar mucho agua y bebidas isotónicas, porque se hace muy complicado. Además, cada 40 kilómetros había puestos de la organización, donde tenías que parar a tomar y a comer diferentes elementos que te ayudan a seguir. Una etapa en tiempo era de más de 4 horas, durmiendo mal, acumulando cansancio y eso hacía todo muy duro.
Lo
extradeportivo
Es una carrera que se la quiero recomendar a toda la gente. Más allá de que somos competidores, primero somos seres humanos y es muy lindo lo que hay después de la carrera. Se comparte la mesa con los ciclistas de diferentes puntos del mundo y ahí uno va conociendo las diferentes culturas y es la parte más linda. Se aprende mucho, se crean vínculos que duran y eso también hace que al estar lejos de tu casa, uno los adopte a ellos como una familia.
La temporada
Empecé el año muy mal, con la caída en la carrera de Chile donde sufrí la fractura de la cuarta vertebra lumbar y a partir de ahí tener que reinventarme. Terminé el año de esta gran forma y nunca negocié mis entrenamientos. Logré muy buenos resultados en la temporada, pero es cierto que competí con gente que entrena más y mejor. En carreras como esta en Chile llega un momento donde el entrenamiento pasa a un segundo plano y del plano físico pasa a lo mental. Ahora terminó el año deportivo para mí, me voy a tomar un pequeño descanso y después empezar con la pretemporada. El año que viene voy a apuntar a una carrera que se va a hacer en agosto en Mongolia, donde la idea es ir con mi esposa y vamos a ver si lo podemos lograr.
Agradecimientos
El agradecimiento es para mi familia como siempre, que son los que me hacen el aguante. A toda la gente que de una u otra forma me apoya, porque aunque no parezca todos aportan lo suyo. A mi entrenador Juan Pablo Pereyra con quien pasé grandes momentos. Al equipo Oxea Team por la colaboración y a todos los que se sientan identificados con mi trabajo y la ayuda que me dan".