Historias
Dos sanfrancisqueños destacados y un debate intenso en torno a nuestra historia
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Ocurrió en el verano de 1963. Jorge Alberto Vázquez y Domingo Felipe Cavallo cruzaron opiniones y polemizaron con vehemencia en torno a los hechos del pasado, con hincapié en las corrientes revisionistas y la figura de Juan Manuel de Rosas. Contrastaron sus opiniones en las páginas de este diario con textos profundos y reflexivos, aunque no exentos de asperezas e ironías.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
En enero de 1963, San Francisco vivía uno de esos veranos bochornosos. La ciudad parecía detener su marcha frente al embate de la temperatura. Pocas noticias locales confirmaban esta especie de parálisis. Entre ellas, se destacaba la venta del arquero de Sportivo Belgrano, Raúl “Indio” Navarro, a Huracán. Pero la frialdad noticiosa de la mayoría de los veranos se vio alterada por una polémica que protagonizaron dos jóvenes sanfrancisqueños en las páginas de LA VOZ DE SAN JUSTO.
En aquel enero, el país atravesaba otra etapa de tensiones políticas. El gobierno de José María Guido había convocado a elecciones para julio, que finalmente llevarían a Arturo Illia a la presidencia. La Argentina vivía, como tantas veces, debates encendidos sobre su pasado y su presente, con divisiones marcadas, bastante similares a las de la actualidad.
En ese marco, un editorial de este diario (16 de enero) llamó a defender “nuestra tradición histórica liberal y democrática”, aludiendo críticamente a los “impulsos de revisionismo histórico”. Mientras no negaba “la posibilidad de una discrepancia ni consideremos a los que discrepan como réprobos”, afirmaba que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia”.
Pocos días después, otra nota editorial criticó a la realización de un curso de perfeccionamiento docente y criticaba el sesgo “rosista” de un curso docente, postura respaldada el 1 de febrero por una solicitada firmada por vecinos. Ese clima abrió la puerta a un cruce de ideas en las páginas de LA VOZ DE SAN JUSTO.
Dos jóvenes sanfrancisqueños, ambos luego con importante participación en la política, la economía y la diplomacia, protagonizaron un intercambio de opiniones áspero, pero respetuoso. Ajeno a las formas degradantes del presente. Desde posturas contrapuestas sobre los estudios históricos, mantuvieron una discusión a través de las páginas de este diario que, creemos, merece ser rescatada del archivo, aunque más no sea para cotejar su contenido profundo -no exento de polémica y conceptos ásperos- con las bravatas actuales del fuego cruzado de las redes sociales que agigantan la polarización y destierran la verdad.
“Señores, la verdad no teme”
El 8 de febrero de 1963, Jorge Alberto Vázquez, de 20 años y estudiante de Ciencias Políticas, publicó un artículo titulado “Señores, la verdad no teme”. Allí cuestionó la posición de este diario y de los vecinos firmantes, defendiendo el derecho “de beber en las fuentes de la investigación histórica a la luz de nuevos documentos (…) que abren un nuevo panorama para las generaciones presentes que desean saber de dónde vienen para así avizorar el futuro”.
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Escribió además: “En nuestra patria, que agoniza por falta de comprensión y amor, nos enseñan desde los primeros años a decir: ‘El grande Sarmiento, el sinvergüenza Rosas’ y reducimos nuestra historia a una polémica que gira sobre estos personajes”.
Tras afirmar que ambos protagonistas de nuestra historia tuvieron aciertos y errores, concluyó: “La historia no es un Dios y, por lo tanto, es tocable y discutible, no se hace con fanatismos, no se hace con mitos. Y si la historia oficial es la verdad, ¿qué problema tendrán sus defensores al ver que la critican? Porque, señores, la verdad no teme”.
“Defendamos la verdad”
La respuesta llegó el 14 de febrero. Domingo Felipe Cavallo, con 16 años y egresado del secundario, publicó la nota “Defendamos la verdad”. Allí afirmó: “Lo que teje la historia es el hecho memorable. Sin hecho trascendental no hay acontecimiento. Y la historia es, precisamente, la urdimbre científica de estos acontecimientos que deben perpetuarse”.
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Tras criticar duramente la época de Rosas, sostuvo que “con estos hechos puede hacerse crónica de una época desgraciada, pero no historia”. En tono crítico, calificó el artículo de Vázquez de “pedante”, acusándolo de hablar de historia “con jactanciosa suficiencia y desaprensión”, y de pretender representar a la juventud. Finalmente expresó su indignación frente a un texto que –según dijo– “pretende ridiculizar la actitud de un grupo de ciudadanos de conocida personalidad y patriotismo”.
Segundo round
La discusión prosiguió el 16 de febrero, cuando Vázquez respondió a Cavallo a través de una nota titulada “Señor, la historia no excluye la educación”. Afirmó allí que “en ningún momento he dicho que represento a nadie”. Tras aludir a las críticas de Cavallo a Rosas, escribió: “Muy bien dije yo que el Restaurador de las Leyes tiene sus errores y sus aciertos. Pero si usted quiere atacarlo, tiene libertad de hacerlo, lo que no significa que tenga la verdad”. Tras defender el revisionismo histórico y señalar que “el hombre tiene que ir hacia la verdad y no esperar que se la traigan”, invitó a Cavallo a un debate en el Centro Cultural, bajo “las condiciones que dispondremos en una entrevista previa”.
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En la edición del 19 de febrero de 1963, Domingo Cavallo declinó la invitación al debate público. Pero rebatió la acusación de Vázquez de que le adjudicaba la intención de representar a toda la juventud, señalando que “yo no he dicho “representa” sino que “pretende representar” a los jóvenes. “Usted no hizo una mera exposición de opiniones: ha atacado a personas por el solo hecho de no opinar como usted”, señaló.
Se pronunció a favor de “que se revise la historia en general. Pero me refiero a un revisionismo sano, movido -como usted dice en su última solicitada- por las ansias de la verdad”. Dijo que no debatiría públicamente pues “nunca lograremos ponernos de acuerdo, puesto que, si no han logrado convencerlo los historiadores, mal puedo convencerlo yo”. Y “si la invitación es para determinar quién conoce más historia, le manifiesto humildemente que no me avergonzaría saber menos que usted, pues en mi condición de perito mercantil no pretendo saber más que un “universitario”. Finalmente, sostuvo estar orgulloso de “los principios que me enseñaron a sostener en el Colegio Nacional San Martín”.
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Caminos divergentes
Compartiendo su condición de sanfrancisqueños, los caminos ideológicos y políticos de Vázquez y Cavallo trazaron rumbos distintos. No obstante, ambos desempeñaron roles importantes durante el gobierno de Carlos Menem. Vázquez fue diplomático y representante argentino ante la ONU, mientras Cavallo se convirtió en ministro de Economía y autor del plan de convertibilidad durante el gobierno de Carlos Menem.
En 1992 sus diferencias volvieron a quedar expuestas: Vázquez renunció a su cargo en la ONU por no compartir los lineamientos del programa económico de Cavallo, criticando el proceso de privatizaciones.
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Pero más allá de las discrepancias, aquel debate en las páginas de este diario, hace ya 62 años, revela la convicción de dos jóvenes y su claridad conceptual para defender sus posturas. A diferencia de la agresividad de este tiempo y a pesar de sus profundas diferencias, defendieron sus convicciones con altura y respeto.
Los protagonistas
Jorge Alberto Vázquez nació en 1943. Se graduó en 1965 como licenciado en Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Católica de Córdoba. En 1967 ingresó al Servicio Exterior argentino. Se desempeñó como subsecretario de Relaciones Exteriores en 1973. Detenido por la dictadura militar, fue liberado en 1978. Fue fundador de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y embajador en República Dominicana durante el gobierno de Alfonsin. A partir de 1989, se desempeñó representante de la Argentina en las Naciones Unidas y también en Chile. En 1995 fue candidato a vicegobernador de Buenos Aires por el Frepaso. Casado con Elisabet Amsler, tuvo cuatro hijos, entre ellos la modelo María Vázquez, esposa del polista Adolfo Cambiaso. Falleció el 16 de marzo de 2007.
Domingo Felipe Cavallo nació en1946. Contador público y doctor en Economía. Su protagonismo en la vida pública de nuestro país estuvo marcado principalmente por su rol como ministro de Economía de la Nación entre 1991 y 1996 y también entre marzo y diciembre de 2001. Ocupó cargos directivos en el Banco de la Provincia de Córdoba, fue presidente del Banco Central, diputado nacional, ministro de Relaciones Exteriores entre 1989 y 1991 y candidato a la presidencia de la Nación. Más allá de las vicisitudes de su accionar como funcionario público, sus análisis económicos siguen siendo insumos importantes para los mercados y las decisiones políticas. Casado con Sonia Abrazian, tiene tres hijos.