San Francisco
Dolor imborrable y “justicia a medias” a cinco años del crimen de Omar Olocco

Aunque hubo un condenado, los padres del joven que fue ultimado de un disparo en barrio Acapulco en un intento de robo piden por la detención de un cómplice prófugo para encontrar paz y creer en la Justicia.
Hasta el 9 de diciembre de 2018, si Dora Sambade tenía que describir su vida contaba simplemente que era una empleada, niñera y hacía tortas para vender, con cuatro hijos de los cuales uno falleció antes de nacer y otro vive con ella en su casa de barrio Hospital. Hoy se describe así: “Soy la mamá de Omar Olocco. Hace cinco años, a mi hijo lo balearon para robarle la moto y le arrebataron la vida”. Desde entonces, ella emprendió un largo y sinuoso camino de lucha judicial, y nunca bajó los brazos. Pero su esfuerzo no tuvo el final deseado, “todavía falta”: un condenado por el hecho (Mauro Ibarra, a 10 años y 8 meses de prisión) y queda un cómplice por detener.
Dora escoltó muchas marchas y así se convirtió en una referente contra la impunidad en San Francisco. “Pasaron cinco años y al día de hoy, uno de los asesinos de mi hijo está suelto”, expresó la mujer y se desmoronó en llanto.
“El crimen de mi hijo está impune. Siento impotencia y bronca. Mataron a un laburante, que se las rebuscaba para vivir y era muy colaborador, que le gustaba ayudar a la gente de menos recursos”, dijo quien hoy sigue el legado de Omar con un roperito solidario en el centro vecinal del barrio.
“Ese sábado estuvo en mi casa, luego se fue del papá para regresar conmigo a dormir –recuerda Dora sobre la última vez que vio a su hijo con vida-. Yo tenía un presentimiento raro. Iba a quedarme en casa y armar el arbolito. Con Omar quedamos en que al día siguiente me acompañaría al supermercado a comprar los adornos de Navidad”.
Esa noche, el joven se juntó a comer con sus amigos en la casa de su papá –Dora e Ismael están divorciados-. Más tarde salió en una motocicleta con un amigo, pasó por la casa de su mamá unos minutos y al cruzarla le prometió que traería las facturas que tanto le gustaban para desayunar juntos. Pero unas horas después, a la madrugada, dos delincuentes armados abordaron a Omar y a su amigo que conducía la moto saliendo de Frontera en la ruta 19, a la altura de barrio Acapulco. Entre las calles 3 y 5, los chocan diciéndoles que era un robo y que les entregaran la moto. El conductor se resistió y cuando aceleró, un tiro le impactó atrás de la oreja a Omar y lo mató en el acto.

“Era un loco por Gary, esa última noche antes de la tragedia escuchaba ‘el diario de hoy’, una canción muy triste”, contó Dora, e Ismael agregó: “El amigo le insistió, él no quería ir, pero le insistió mucho”.
“Pasaron por la proveeduría, Omar compró las masas para mí, subieron a la ruta 19 y ahí pasó lo peor”, siguió la madre.
A Omar sus padres lo recuerdan como “un joven coqueto, alegre y bonachón, y muy solidario con los demás. Le gustaban los asados, amigos, era fan de Gary y soñaba con enamorarse, formar una familia y mudarse al campo. Era especial, muy querido por todos, era un ser de luz”.
Causa no resuelta
En el juicio en los tribunales de Rafaela, Dora e Ismael le conocieron la cara al asesino de su hijo, lo tuvieron en frente. Por un instante, a ella la asaltó la idea de justicia por mano propia. “(Ibarra) nos miraba con soberbia, como si la vida de Omar no valiera nada. Nunca se arrepintió ni nos pidió perdón. Yo miraba el arma que portaba una mujer policía que lo custodiaba en la sala, y pensaba: esta persona se llevó mi vida… y la policía se dio cuenta y se alejó. No iba a quietarle el arma, pero llegué a pensar lo peor”.
Ismael destacó “la valentía de la jueza que defendió y horró la memoria de Omar. Lo hacía con convicción”. El imputado, por su parte, confesó que tuvo un cómplice. La Justicia ordenó inmediatamente la orden de captura pero aún no fue detenido y eso a los padres no les deja tener paz.

“A principios de 2023, desde la Justicia nos avisaron que esta misma persona había cometido un robo, que estaba identificado. Pregunto por qué no lo detenían y me dicen que me quedara tranquila porque cuando lo agarraran, se le sumarían todas las causas y le caerían con todo el peso de la ley”, narró Dora, que sigue esperando que eso suceda.
La burocracia judicial la hizo peregrinar por los pasillos de tribunales. Dora quería recuperar las pertenencias que Omar, la ropa, su teléfono celular, el reloj, un rosario, un llavero y otras que llevaba al momento del homicidio. Sabe lo importante que esto es para la familia de las víctimas porque durante sus trece años de trabajo en al lavadero del Hospital Iturraspe vio “de todo”, el dolor en primera persona de quienes acudían a la morgue buscando esos últimos recuerdos de un hijo, de un padre o una madre, de un hermano o un amigo. “Se piensa que a uno no le va a tocar y nos tocó profundamente a nosotros. Nos han truncado la vida a todos. Es algo terrible lo que estamos viviendo”, confesó Dora.
“En 2022, a través de gestiones de Cecilia Roffé, pude presentar una carta petitorio pero recibí una dura respuesta: ‘al año de la muerte de su hijo, tiramos sus cosas porque nadie las reclamó, imagínese señora si guardamos todas las pertenencias de las víctimas…’. Así de fácil desaparecieron todo, no nos quedó nada, solo una mezcla de dolor, de impotencia y de indignación”, lamentó.
“Hubo justicia a medias”, afirmó Dora y es implacable con la delincuencia: “El que sale a robar con un arma es un asesino y no le importa matar a quien sea. Tiene que haber leyes mucho más duras. Hice marchas para que otras madres no pasen lo que pasé yo, pero sigue pasando”.
Todo este tiempo “para seguir adelante saqué fuerzas de mi familia, mis hermanas y mis amigas, de la gente que me quiere. También conocí el reiki como terapia y me ayudó muchísimo y me sirvió para ayudar a otras personas que viven lo que nosotros vivimos”, acotó Dora. También la llegada de un nuevo nieto, en plena pandemia, muy buscado y amado, fue una alegría en medio de tanto sufrimiento.

“Con el tiempo uno va curando las heridas, pero nunca sanás del todo. Visibilizar estas tragedias ayuda”, indicó Ismael. “Hasta el día de hoy escucho la puerta y me parece que Omar va entrar”, añadió Dora.
“Estaremos en paz cuando el otro asesino esté detenido, allí creeremos realmente en la Justicia. Omar estaría orgulloso de esta lucha”, manifestó la mujer frente al altar que improvisó en su casa con objetos que le recuerdan a su hijo y mientras espera ese baile de Ulises Bueno en Bomberos que Omar –que el próximo 7 de enero cumpliría 30 años- le había prometido que irían juntos. “Voy a cumplir esa promesa”, concluyó.