“Disfrutemos el momento que estamos viviendo como ciudad”
El intendente Damián Bernarte dejó un mensaje especial en este nuevo aniversario de San Francisco, a la que considera "la ciudad más linda del mundo".
No es un aniversario más para Damián Bernarte. Por primera vez, le toca celebrar un cumpleaños de San Francisco como intendente de la ciudad. Por ello, con indisimulable orgullo y alegría, invitó a los vecinos a "disfrutar el momento" de crecimiento y desarrollo que a en su opinión estamos atravesando como sociedad.
El intendente habló de pasado, presente y futuro de la ciudad a la que considera "la más linda del mundo" y pudo argumentar en un diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO el porqué de esa afirmación.
Sueña con un San Francisco que abrace la modernidad manteniendo sus valores y que con la juventud marcando la agenda sea más amigable y ecológica. Reconoce también que todavía hay familias que padecen necesidades básicas y se compromete a trabajar para que los derechos y los servicios alcancen a todos como política de Estado.
- ¿Qué tanto hay de objetividad, de cariño y de expresión de deseo cuando dice que San Francisco es la ciudad más linda del mundo?
Creo que hay un poco de todo. En los datos objetivos, para mí San Francisco sigue teniendo las ventajas de una ciudad a escala humana. No es cierto que todavía nos conocemos entre todos, pero sí se hace muy fácil poder generar vínculos y relaciones. Eso permite encarar proyectos y facilita los procesos de crecimiento y desarrollo. Eso porque hay vínculos a escala humana.
Es una ciudad donde en 15 minutos en bicicleta podés llegar de un extremo a otro. Si bien el tránsito en San Francisco es un problema, no es un problema insalvable. No es que tenés que levantarte dos horas más temprano para tomarte un medio de transporte para llegar a tu lugar de trabajo.
Todavía mantenemos algunas costumbres casi pueblerinas. Si bien la seguridad también es una problemática, en general vamos y venimos tranquilos, vivimos sin la necesidad de tener nuestras casas enrejadas. Es una ciudad vivible, no tenemos grandes problemas de contaminación ambiental, es muy arbolada, estructurada, es fácil ubicarse. Tenemos muchos espacios verdes, plazas, paseos. Los desarrollos inmobiliarios se plantean con espacios verdes.
Es una ciudad con una oferta cultural importante. El Estado municipal genera la posibilidad de acceder a talleres culturales de todo tipo, en ese sentido es una ciudad que está muy activa. San Francisco tiene muchísimos clubes de las más variadas disciplinas. Mucha gente de la ciudad busca una vida saludable y eso es algo muy bueno.
- Pero también habla mucho desde el cariño...
Aquí están, han estado y van a estar mis afectos más profundos. Y eso también es una característica de la ciudad. No sé si tiene que ver con nuestra descendencia pero hay una necesidad, una añoranza de estar con nuestros seres queridos y compartir. El arraigo es muy fuerte. Yo puedo viajar, pero pasa más de una semana lejos de San Francisco y ya extraño.
Mi vida siempre transcurrió acá. Mis abuelos siempre hablaban muy bien de la ciudad en que vivían. Mis viejos también. Si bien mi papá por su trabajo fue trasladándose por diferentes localidades, siempre quisieron volver porque acá estaba su lugar en el mundo.
Yo estuve ausente solamente durante el tiempo que estudié en Córdoba. Tenía la excusa de volver todos los fines de semana porque jugaba al fútbol, pero deseaba, necesitaba volver porque soy muy apegado a la gente que quiero, a mis amigos. Saber que hay un lugar donde están todos mis afectos, me hace pensar también que es la ciudad más linda del mundo.
Por supuesto que tiene que ver con eso también. Yo hablo siempre de los ciclos de las ciudades. Mucho tiempo escuché a vecinos hablar sobre las bondades de otras ciudades. Ahora estoy escuchando a mucha gente que no vive acá hablar de las bondades de San Francisco. La ciudad hace muchos años que atraviesa un ciclo de crecimiento impulsado por los actores sociales. Por su actividad productiva, por sus instituciones, por sus ciudadanos. Hoy cuando alguien visita San Francisco se sorprende al ver una ciudad limpia, prolija, ordenada, con mucha arboleda, tranquila. Cuando pasan por el Parque Industrial no lo pueden creer. Todos esos datos objetivos y subjetivos a uno lo hacen sentir orgulloso y en ese orgullo está el deseo de que la ciudad sea considerada la más linda del mundo. Mi barrio era mi mundo. Yo vivía en el barrio Roca, cerca de la plaza Vélez Sarsfield y de la Iglesia Cristo Rey, en Deán Funes entre Alberdi y Libertador Norte. Ahí estaban mis amigos y nos pasábamos todo el día pensando en ir a jugar a la pelota. Había partidos interminables en la vereda del almacén de Don Caula, en la esquina de mi casa. Después de cada partido venía la coca de un litro en envase de vidrio y las masitas compradas al peso de las latas de Terrabusi o Bagley. También jugábamos en la plaza, que para nosotros era un gran estadio. Armábamos los arcos con alguna campera, buzo y los árboles. Yo ya jugaba en la primera de Sportivo y seguía yendo a patear a la plaza. Ese era mi mundo, pero no mí único mundo. Yo de muy chico me iba en bici a practicar a la cancha de la peña de River, que era donde jugaba al Baby, allá por calle Sabatini cerca del interprovincial, donde hoy hay un depósito de Axion. Ese era otro mundo, era salir de mi barrio y encontrarme con otros amigos que también perduran hasta hoy. Y con esos chicos cuando íbamos a jugar a otras canchas, conocíamos otros mundos. La cancha de Belgrano en barrio 9 de Septiembre, o Barrio Jardín. Tuve la suerte conocer todos esos mundos de muy chico y eso contribuyó mucho a esta carga de subjetividad que tengo con la ciudad. A mí me obsesiona que el San Francisco que nos trajo hasta acá, lo que somos, nuestros valores, nuestra estructura, se pueda dar la mano con la modernidad. Mi objetivo más grande es que para el ser humano que viva acá, esta sea una ciudad fácil de vivir, que la gente reniegue poco. Todo lo que tenemos tiene que ir hacia a una ciudad más amigable. Imagino una ciudad donde la gente pueda resolver problemas -como está pasando en todo el mundo- sin moverse del lugar donde está. Que cuando salga a la calle no tenga tantos obstáculos como barreras arquitectónicas, que es una cuenta pendiente que tenemos con nuestra comunidad. Es una ciudad que tiene casi como característica la cantidad de semáforos que tiene, pero no hay ninguno para peatones o disminuidos visuales. Hemos progresado y podemos estacionar desde el teléfono, pero todavía usamos el llaverito. Hemos avanzado mucho en dar la posibilidad de hacer trámites vía web, pero todavía la gente va a las dependencias municipales. Eso me preocupa. Estamos desarrollando una aplicación con la UTN para complementar y -como objetivo final- desplazar a lo que era un llamado a un teléfono fijo como el 103. Me preocupa hacerle la vida más fácil a la gente. Tenemos que generar inevitablemente una ciudad que deje de usar vehículos a combustibles fósiles para impulsar energías alternativas. Apuntar a una ciudad que haga un tratamiento de los residuos sólidos urbanos. El Estado debe generar condiciones para que todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y que de esa manera accedan a los mismos servicios. Tenemos un gran porcentaje de la ciudad con todos los servicios, pero debemos reconocer que todavía hay algunas familias que no tienen en su casa agua potable. Esto existe y hay que trabajar para solucionarlo. Hay lugares donde todavía falta llegar con la obra de cloacas, que es algo que tiene que ver con la salud de las personas. El desafío es poder llevar los servicios a toda la ciudad y que no haya esa sensación de que unos vecinos pueden acceder a una calidad de vida y otros están condenados a tener otra. Estamos ocupados en eso. Lo cierto es que la situación de San Francisco siempre mejora, pero no podemos desconocer que tenemos gente vive en situación de indigencia o debajo de la línea de pobreza. No hay una situación de pobreza estructural: San Francisco aparece como una ciudad rica. Pero hay lugares donde viven varias familias en un solo inmueble, o familias numerosas que conviven en un espacio único, que todavía tienen un excusado en el fondo del patio. El porcentaje es menor, sí, pero mientras haya un solo caso nosotros tenemos que trabajar para mejorar su calidad de vida. Desde que está como funcionado como secretaría por primera vez en la historia el área de políticas sociales, se está haciendo un trabajo fuerte, intenso, con una gran inversión. No es gasto, es inversión. Las ciudades que más me llamaron la atención eran las más culturalmente vivas. Las distintas expresiones culturales motivan al resto y mejoran la calidad de vida de la gente. Si podemos expresarnos más allá de lo que acartonadamente somos, si nos dejamos llevar, normalmente somos más felices. A mí me encantaría un 25 de mayo con los artistas pintando los edificios, una ciudad llena de malabaristas, estatuas vivientes, obras circenses o artísticas a la gorra. Todo más allá de lo que son las expresiones más formales. Me encanta que tengamos grupos de teatro independiente que crezcan y se proyecten más allá de la ciudad, que los elencos municipales sean embajadores de la ciudad. Me gusta que destaquen que no haya muchas ciudades con tantos elencos y talleres municipales como la nuestra. Que el taller literario reciba becas por lo que genera. Cuando volvía la democracia empecé a ver murales en San Francisco. Me acuerdo particularmente la espalda de los molinos, de frente a las dársenas de la terminal. No me cansaba de ver esos murales y me hacía bien. Ahora, después de dos años oscuros, la luz y el color es una demanda de nuestra gente. También lo es la posibilidad de generar eventos para poder reunirnos. La pandemia nos marcó qué frágiles que somos y nos dio conciencia sobre nuestra finitud. Eso también hace que pretendamos a acceder a mayor cantidad de momentos de goce, de placer. Yo comparo esta postpandemia con la primavera democrática: esa necesidad de salir, de expresarnos, de disfrutar lo que la vida nos da. Nosotros tenemos que ser canalizadores de lo que la sociedad demanda. Hace mucho tiempo las municipalidades dejaron de ser ABL (alumbrado, barrido y limpieza). Yo soy un convencido de que somos administradores de nuestra convivencia y que tenermos que generar condiciones para que esa convivencia tenga cada vez mayor calidad. Sí, totalmente. Un ejemplo es la Estudiantina. Hay reuniones con referentes de los cursos de la promoción en las que se van acordando cuestiones que se van a desarrollar en esa fiesta. Queríamos que sea una Estudiantina potente y hablamos con muchos jóvenes para saber qué tipo de espectáculo le gustaría ver. Empecé preguntándole a mi hijo qué le parecía si traíamos a Los Caligaris y no sabía quiénes eran. Entonces, no podíamos traer un espectáculo porque a nosotros nos parecía que iba a ser divertido. Finalmente, los espectáculos que va a haber creo que están acorde a lo que los jóvenes expresan. Pero también los escuchamos en el día a día. Cuando hablo de la ciudad a la que queremos ir es una agenda que van marcando ellos. Ellos quieren vivir en una ciudad amigable, ellos te dicen 'mirá, esta ciudad es inaccesible para personas con problemas de locomoción o traslación, te hablan de las energías renovables. Mi mensaje es que disfrutemos el momento que estamos viviendo como ciudad. Cuando estamos dentro, muchas veces no lo apreciamos, pero en estos meses y en este nuevo trabajo que tengo que me llena de orgullo, me ha tocado compartir momentos con gente que no es de la ciudad. Y la verdad es que se valora como una gran ciudad y realmente estamos pasando por un momento de crecimiento y de desarrollo. Al crecimiento uno lo puede vincular con lo económico, pero el desarrollo tiene que ver con la integridad del ser humano. Nosotros estamos trabajando en muchas obras de infraestructura para generar mejores condiciones de vida para aquellos que hoy no la tienen. Entonces creo que realmente es un cumpleaños feliz, el cumpleaños de una ciudad que está feliz. Gracias a lo que generan las instituciones, el sector productivo, el ciudadano de a pie atravesamos un ciclo de desarrollo... San Francisco pasa por un círculo virtuoso. Nos está yendo muy bien como ciudad y eso sea que este cumpleaños número 130 sea un cumpleaños feliz.- ¿También hay un deseo de que así nos vean como ciudad?
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