Diego Lafarina, un “atleta de la vida” sin límites

Todos lo conocen como "Chucho". La suya es una historia de resiliencia: le amputaron una pierna y lo vive como un nuevo renacer. Días atrás nadó en un triatlón y demostró que nada puede detenernos cuando a pasión por vivir.
Por Isabel Fernández | LVSJ
La historia de vida de Diego "Chucho" Lafarina, de 37 años, emociona y demuestra que no hay límites, no hay imposibles cuando se tiene fortaleza en el corazón y decisión en la mente. Hace 11 meses, en plena pandemia, sufrió la amputación total de su pierna izquierda debido a un tumor maligno y para él, lejos de ser el final de todo, fue un nuevo comienzo.
Le realizaron la amputación de la pierna desde la cadera y actualmente está usando una prótesis de aluminio que tiene las tres articulaciones que le faltan: cadera, rodilla y tobillo. Pero eso no le impide seguir adelante con su vida, practicar deportes y disfrutar de la familia que formó junto a su esposa Virginia Morini con quien tiene a su pequeña hija Bianca.
El pasado domingo participó en la 19° edición del Triatlón "Ciudad de San Francisco", que se llevó a cabo bajo la organización del Sport Automóvil Club. Diego compitió en natación y formó equipo en posta con Soledad Pereyra que corrió y Sergio Pereyra que hizo el tramo de ciclismo. El deporte fue importante siempre en su vida y ahora le permite superarse, demostrando gran resiliencia.
"Hay límites en la vida, pero por eso no hay que dejar de intentar cruzarlos, no hay que quedarse e intentar lo que uno quiera hacer, cumplir los sueños. Decidí no llorar por lo que no tengo, sino a valorar lo que tengo hoy. Valoro mucho las posibilidades que me da la vida para seguir adelante", aseguró este joven sanfrancisqueño quien contó su historia a LA VOZ DE SAN JUSTO para ayudar a los demás.
La vida lo puso a prueba cuando era muy chico. Diego luchó contra el miedo y la incertidumbre desde los 11 años, cuando una enfermedad llamada osteogénesis imperfecta tardía le provocaba múltiples fracturas que aparecían repentinamente sin que se golpeara, después una bacteria que se alojó en el fémur izquierdo le causó muchos problemas. Pasó por muchas operaciones, estuvo enyesado y hasta postrado.
Haciendo rehabilitación, una actividad que lo acompañará de por vida.
El año pasado llegó el diagnóstico de angiosarcoma en el hueso del fémur, un cáncer muy invasivo que debe extirparse y por eso le amputaron la pierna. Pese a todo lo que pasó, "Chucho" -como le dicen sus seres queridos- nunca bajó los brazos ni dejó sus actividades, siempre practicó deportes, salió con sus amigos, estudió en la universidad, se enamoró, formó una familia y trabaja en la Facultad Regional San Francisco de la UTN.
"Esta amputación, que para muchos puede ser un final trágico pero para mí fue un final feliz, un nuevo comienzo -aseguró Diego-. Siempre me pongo metas, porque es la forma de ir superándome y hay una razón por la que luchar. En mi esposa y mi hija Bianca encuentro la fuerza, también en mi familia, mi papá Juan, mi mamá Silvia y mis amigos".
Sintió que entraba al quirófano para cambiar su vida. "Iba a dejar atrás algo muy importante como es una extremidad, pero lo único que quería era no sentir más dolor", contó.
"Estuve nueve meses con morfina, con medicación, el dolor no me dejaba hacer nada, pero me operaron un viernes a las dos de la tarde y a las ocho de la noche ya estaba en la habitación con una sonrisa porque se había terminado el dolor. 'Te sacamos el diablo que tenías adentro', me dijeron los médicos", recordó.
Afirmó que los momentos difíciles que pasó en su adolescencia por las quebraduras y las infecciones lo fortalecieron para llegar a este momento. "Creo que de chico fui formando una coraza con todo lo que me pasó que me fue preparando para esto, de chico ya sabía lo que era tener muletas o estar en silla de ruedas", dijo.
Para Diego, su esposa y su hija son sus pilares. Contó que su hija Bianca le puso un nombre a su prótesis, "la llama 'Cali', tomó todo de manera natural y hasta la decora con stickers. Aprendí de mi hija muchas cosas que yo creí que nunca iba a poder hacer".
Cómo comenzaron sus problemas de salud
Durante su adolescencia las fracturas espontáneas comenzaron a afectarlo, pero él no se dio por vencido y siempre miraba arriba y adelante, ahí donde están los horizontes, las metas.
En esos años sufrió más de treinta fracturas debido a la osteogénesis. "Bajaba mal la escalera y me quebraba la tibia, sufrí más de treinta fracturas, estuve mucho tiempo enyesado, en silla de ruedas, hasta en cama. Me dieron el diagnóstico de osteogénesis pero no tenía todos patrones que presenta la enfermedad", recordó Diego.
Pero remarcó que muchas veces aunque estaba en silla de ruedas "salía con mis amigos, cuando podía practicaba deportes, nunca me quedé encerrado diciendo que no podía hacer algo. Estudié Turismo y Hotelería en Córdoba, ejercí un tiempo y ahora trabajo en la administración de la Facultad Regional San Francisco de la UTN".
Junto a sus compañeros de posta, Soledad y Sergio Pereyra.
De las fracturas a una bacteria
Después de un tiempo las fracturas espontáneas cedieron pero un dolor en la rodilla izquierda lo llevó de nuevo a la consulta médica. "Me hicieron todos los estudios y el diagnóstico fue que tenía una bacteria en el fémur izquierdo, me operaron para sacar la infección y después de unos meses se me quebró el fémur, me colocaron una placa que se rompió en un tiempo, la rechacé tuve una infección y se volvió a fracturar el hueso".
"Estuve seis meses postrado -afirmó-, hice una consulta en Buenos Aires y me colocaron un clavo endoneural, tenía un catéter oncológico en el que me iban pasando medicina para combatir la bacteria".
Después de eso pudo volver a hacer una vida prácticamente normal, practicaba los deportes que podía, hacía natación, gimnasia y ciclismo. En 2013 se le rompió el clavo endoneural en el fémur y lo operaron para cambiarlo.
"Fue algo raro pero la operación fue rápida. Pero a partir de ahí hasta 2020 hice una vida normal, salía a hacer ciclismo y cuando comenzó el aislamiento comencé a sentir dolor en la rodilla izquierda y a tener menos flexibilidad. Me hice todos los estudios y descubrieron que tenía una necrosis en el hueso del fémur, me operaron de nuevo para colocarme un clavo nuevo, todo el tiempo estaba con dolor", agregó.
Diego comentó que después de esa operación "el dolor era insoportable, no había anda que me calme, me internaron para ver de dónde venía el dolor y me iban a hacer una nueva cirugía. Pero yo decidí hacer otra consulta en Buenos Aires en el Hospital Británico donde me hicieron una punción del hueso y ahí me diagnosticaron un angiosarcoma, un cáncer en fase tres, estaba muy tomado pero gracias a Dios no había avanzado a otros órganos".
"Ese cáncer no se ataca con rayos o quimio, la indicación es extirparlo y ahí fue cuando decidieron amputarme la pierna", dijo.
Sigue poniéndose metas
Hoy, tras la amputación, Diego continúa su vida sin problemas, haciendo lo que le gusta y con muchos proyectos, como el de entrenar más fuertemente en natación para poder participar de maratones acuáticos. "Vamos por más y creo que voy a estar bien, el deporte es muy positivo", dijo.
La rehabilitación será algo que tendrá que hacer de manera constante. "Ya estaba acostumbrado a realizar rehabilitación antes pero era por un tiempo, ahora sé que será algo de por vida y es para mi bienestar", dijo. Actualmente la hace todos los días, acompañado las profesionales Viviana Butignol y Soledad Borello del Instituto Ámbar y por Carina Borello de Alpi San Francisco.