Estación Frontera
De la yerba a la innovación: estudiantes crean un futuro sostenible
En Estación Frontera, estudiantes de una escuela rural transforman yerba mate en macetas, un proyecto educativo y ecológico que busca combatir el dengue y fortalecer la comunidad.
En Estación Frontera, donde los ecos de la vida rural y urbana se entrelazan con las aspiraciones de una juventud en busca de oportunidades, un grupo de estudiantes ha decidido transformar su entorno a través de la creatividad y el trabajo en equipo. En un contexto donde la vulnerabilidad social es palpable, estos jóvenes han encontrado en los residuos de yerba mate no solo un desecho, sino una oportunidad para crear algo significativo: “Biomacetas”. “Nosotros tomamos mucho mate en el aula y tirábamos mucha yerba. Y con esa yerba se ocurrió hacer algo”, comparte Elías Aliendro, un estudiante de cuarto año del anexo de la Escuela de Educación Secundaria Orientada Nº 1329 “Brigadier Estanislao López” con orientación en Informática, que ha visto cómo una simple idea puede florecer en un proyecto que no solo embellece su escuela, sino que también busca mejorar la calidad de vida en su comunidad.
La iniciativa se gestó en un contexto educativo que prioriza el aprendizaje basado en proyectos, donde los alumnos participan activamente en la construcción de su conocimiento. Elías explica que “hablamos con los profes y decidimos hacer macetas con yerba”, lo que refleja un enfoque colaborativo que involucra tanto a estudiantes como a docentes. Este tipo de proyectos no solo promueve el aprendizaje práctico, sino que también fortalece el sentido de comunidad y pertenencia entre los participantes.
Este proyecto, impulsado por la colaboración entre alumnos y docentes, refleja un profundo compromiso social y ambiental. Las biomacetas no son solo macetas; son símbolos de esperanza y resiliencia. Al elegir plantas como ruda, menta y lavanda -conocidas por sus propiedades repelentes contra mosquitos- los estudiantes están abordando un problema real que afecta a su comunidad. “Elegimos esas plantas porque son ahuyentadoras de mosquitos. Y ahora con esta problemática del dengue previmos evitar los mosquitos”, explica Elías. Así, a través de la innovación y el aprendizaje práctico, estos jóvenes están sembrando las semillas de un futuro más sostenible y consciente.
El proyecto de Biomasetas no se limita a la simple creación de macetas; es un trabajo interdisciplinario que integra diversas áreas del conocimiento. Las profesoras Natalia Santillán (Química) y Noemí Molinelli (Tecnología)y el profesor Pablo Gudiño (Matemáticas) han sido fundamentales en este proceso. Natalia destaca que “los chicos, en la parte de química, estudiaron cómo hacer la maceta y también las propiedades de las plantas ahuyentadoras de mosquitos”. Este enfoque permite a los estudiantes comprender la interrelación entre diferentes disciplinas, desde la química hasta las matemáticas.
Los alumnos realizaron una encuesta en la comunidad para recolectar información sobre el uso de yerba mate y el conocimiento sobre plantas repelentes. “La encuesta también involucró a toda la escuela”, menciona Natalia Santillán, subrayando cómo el proyecto ha trascendido las aulas para involucrar a la comunidad. Este tipo de interacción es crucial en un entorno donde muchos estudiantes provienen de situaciones vulnerables, ya que fomenta un sentido de responsabilidad social.
Impacto social y ambiental
El impacto del proyecto va más allá del aula; busca generar un cambio positivo en la comunidad. Las plantas elegidas para las masetas -ruda, menta y lavanda- son seleccionadas por sus propiedades repelentes contra mosquitos, un tema relevante en una región donde el dengue es una preocupación constante. Elías explica: “Elegimos esas plantas porque son ahuyentadoras de mosquitos”. Este enfoque no solo aborda un problema local, sino que también promueve prácticas sostenibles al reutilizar residuos orgánicos.
Además, las Biomacetas están vinculadas a una iniciativa más amplia: la creación de una biblioteca escolar. Elías menciona que “cada uno que llevaba un libro nosotros le íbamos a dar unas plantas”. Esta propuesta busca incentivar la lectura mientras se promueve el cultivo y cuidado de plantas útiles para el entorno. Así, el proyecto se convierte en un vehículo para fortalecer tanto el aprendizaje como la cohesión social.
La comunidad escolar de Estación Frontera ha mostrado un apoyo inquebrantable hacia el proyecto de “Biomacetas”, que busca no solo educar, sino también involucrar a todos en la mejora del entorno local. Los estudiantes de cuarto año, guiados por sus docentes, llevaron a cabo encuestas en la comunidad para entender mejor el uso de yerba mate y la conciencia sobre plantas repelentes. “Entregamos copias de las encuestas para que cada uno participara. Todos llevaron encuestas para hacer”, explica Natalia Santillán, profesora de Química. Esta iniciativa no solo permitió recolectar datos valiosos, sino que también fomentó un sentido de pertenencia y colaboración entre los estudiantes y sus familias.
Además, los alumnos organizaron un taller donde compartieron sus conocimientos sobre la creación de las masetas con la comunidad. “Nosotros fuimos y les explicamos lo que habíamos aprendido”, menciona Elías Aliendro. Este taller no solo sirvió para enseñar sobre el uso de residuos orgánicos, sino que también buscó concientizar sobre la importancia del compostaje y el cuidado del medio ambiente. La profesora Noemí Molinelli destaca: “Esperamos que la comunidad se una a este proyecto también, que participe”. Así, el proyecto se convierte en un puente entre la escuela y la comunidad, promoviendo una cultura de aprendizaje y cuidado ambiental que trasciende las aulas.
El desafío de la innovación
La innovación es un pilar central del proyecto. Los estudiantes no solo crean Biomacetas; también están desarrollando un prototipo de vivero utilizando tecnología moderna. La profesora Molinelli destaca: “La Fundación Petersen nos donó un kit de Arduino para construir un vivero”. Este vivero está diseñado para controlar temperatura y humedad, asegurando así el bienestar de las plantas cultivadas.
El uso del kit Arduino representa una oportunidad única para los estudiantes, quienes han aprendido sobre electrónica y programación a través del proceso. “Los chicos vieron mucho material en YouTube y estuvimos investigando”, comenta Molinelli. Este acceso a herramientas tecnológicas les permite experimentar con conceptos que van más allá del currículo tradicional, preparándolos para enfrentar los desafíos del futuro.
Futuro del proyecto
El futuro del proyecto Biomacetas parece prometedor. Con planes para participar en un certamen organizado por la Fundación Grupo Petersen, donde competirán con otros proyectos innovadores de distintas provincias, los estudiantes están motivados por la posibilidad de obtener financiamiento para continuar su labor. Natalia menciona: “Se va a elegir uno por provincia donde le van a dar un premio de dos millones”, lo que podría ser crucial para implementar mejoras y expandir el alcance del proyecto.
Sin embargo, más allá del premio monetario, lo que realmente desean es mantener vivo el espíritu colaborativo y educativo que ha caracterizado al proyecto desde su inicio. “Esperamos que la comunidad se una a este proyecto también”, afirma Natalia, enfatizando la importancia del compromiso colectivo para lograr cambios significativos.
Elías expresa su deseo de seguir explorando nuevas posibilidades dentro del proyecto: “Voy a experimentar nuevas cosas, digamos. Descubrir nuevas funciones”. Esta actitud refleja no solo el entusiasmo juvenil por aprender, sino también la resiliencia necesaria para enfrentar los obstáculos que surgen durante el desarrollo del proyecto.
Este proyecto en la escuela santafesina, en particular para los estudiantes de cuarto año, se ha convertido en más que una simple actividad escolar; es una experiencia transformadora que une educación, innovación y responsabilidad social. En Estación Frontera, los estudiantes están demostrando que incluso desde situaciones vulnerables se pueden generar ideas creativas con impacto positivo en su entorno. La combinación de saberes científicos con acciones concretas resalta el potencial que tienen los jóvenes para ser agentes de cambio en sus comunidades.