De la “escuela de campo” a los tambos de Nueva Zelanda

Martín Rostagno tiene 24 años, es ingeniero agrónomo y trabaja en un tambo de Nueva Zelanda. En una entrevista con LA VOZ DE SAN JUSTO el joven de nuestra ciudad, contó cuales son las claves del modelo neozelandés, como es la calidad de vida y como vive esta experiencia en medio de un mundo revolucionado por el coronavirus.
Con el firme deseo de capacitarse en uno de los países más eficientes en la producción de leche a nivel mundial, el sanfrancisqueño Martín Rostagno cumplió su sueño con 24 años: trabajar en un tambo de Nueva Zelanda.






Luego de recibirse de ingeniero agrónomo el año pasado, empezó un camino de búsqueda laboral para llegar a su objetivo. Cursó sus estudios secundarios en el Ipea Nº 222 "Ing. Américo Milani" donde nació su amor por el campo y luego adquirió su título profesional en la Facultad de Esperanza, (Santa Fe). También hizo un diplomado en Agronegocios, en la Universidad Nacional de Villa María.
El joven profesional vive y trabaja en un tambo en Ashburton, isla sur de Nueva Zelanda. El establecimiento cuenta con 1.200 vacas de ordeñe en 350 hectáreas de raza Holstein (nuestra Holando Argentino) y Kiwi Cross (cruza Holando y Jersey).
Según señaló a LA VOZ DE SAN JUSTO su intención es capacitarse en Nueva Zelanda y seguir recorriendo el mundo para “acumular” conocimientos y luego volcarlos al sistema productivo argentino, aunque está sorprendido de “lo bien” que le está yendo.
En una entrevista con nuestro diario contó cuales son las claves del modelo neozelandés, como es la calidad de vida y como vive esta experiencia en medio de un mundo revolucionado por el coronavirus.
- ¿Cómo fue el proceso de búsqueda laboral?
Para venir a Nueva Zelanda hay varios tipos de visa, la más común es la
Working Holiday pero a su vez, la más difícil obtener por una cuestión de cupos. Por eso estuve viendo otras maneras. Cree un perfil en un portal de empleo e insistí hasta que me llamaron. Todos los días enviaba mails; habré enviado más de 200.
Había comenzando a trabajar para una consultora de la ciudad de San Francisco, que de hecho sigo en el equipo e intercambiamos conocimientos día a día.
Yo quería venir a capacitarme a Nueva Zelanda porque creo que era el mejor momento de mi vida para hacerlo.
Me llamaron, gestionaron mi visa y me vine. El 20 de agosto del año pasado aterricé en Nueva Zelanda.
- ¿Cuáles son las características del modelo lechero neozelandés?
El sistema productivo en el campo está basado en la eficiencia, capacitación constante del personal y que el sistema pastoril es un elemento clave para mantener bajos los costos operativos del establecimiento, lo que lo vuelve rentable.
No es un sistema insumo-dependiente ya que se trata de usar la menor cantidad de insumos posibles por el alto costo que tienen. Las vacas comen pasto durante todo el año. Las pasturas duran hasta 12 años y no se gasta en semillas ni en labores en todo ese tiempo, pero cualquier error sobre las pasturas se paga caro.
El establecimiento en el que trabajo cuenta con tambo calesita de 80 bajadas.
Más del 70% de los tambos en Nueva Zelanda son de este tipo y la ventaja es que necesitás una sola persona ya que la mayoría de los pasos son automáticos.
Actualmente estamos ordeñando 500 vacas por hora por la mañana y 600 por la tarde. Los ordeñes son las 5 de la mañana y a las 12.30.
Para atender a estas 1.200 vacas somos cuatro personas. Seis en total, pero siempre hay cuatro trabajando y dos descansando.

El joven profesional vive y trabaja en un tambo en Ashburton, isla sur de Nueva Zelanda.
- ¿Qué rol cumplen las pasturas?. ¿Cuál es la dieta de la lecheras?
Son la clave del sistema. La alimentación se basa en ryegrass y trébol blanco en una proporción 80-20. De octubre a marzo las vacas únicamente comen pasto, lo cual hace que la dieta sea muy barata.
El secreto está en el manejo y la cantidad de fertilizante que usan. Acá tenemos suelos de 30 cm de profundidad con piedra y arena gruesa. Hacen una muy buena fertilización, en el momento justo con la dosis justa.
En el momento donde comienza a escasear el pasto usamos silo de rye grass y remolacha forrajera. Esta última es una excelente variante ya que está produciendo 24.000 kilos de materia seca por hectárea, lo cual nos permite también hacer reservas.

“Acá, los productores no hablan de litros de leche sino de kilogramos de sólidos", sostuvo
“Nueva Zelanda se enfoca en producir pasto”
- ¿Qué diferencias nota con el sistema argentino?
Son muchas, pero hay que tener en cuenta que las condiciones climáticas y económicas difieren mucho entre estos dos países. La principal es que Nueva Zelanda no produce leche, produce pasto, las que producen leche son las vacas. Las decisiones se toman en función del manejo del pasto.
Acá, los productores no hablan de litros de leche sino de kilogramos de sólidos ya que la leche se paga por sólidos. El kilo ronda los 7 dólares neozelandeses.
En la Argentina hay dos tipos de establecimientos: los que se adaptan y son muy eficientes y los que por más que le bajen el precio de la leche van a seguir siendo eficientes. No siempre más litros significan más dinero
La carga animal es otro de los factores claves. Cuentan con 3,5 vacas por hectárea, mientras que en la argentina el promedio es de 1,6 por hectárea. Es decir, en el mismo espacio, Nueza Zelanda tiene casi dos vacas más que en la Argentina; si bien la producción individual es menor (26-27 litros), en el total, la productividad es mayor.
El productor argentino se enfoca en producir 40 litros por vaca. Acá se preocupan por producir pasto y que la vaca tenga un buen estado corporal para llegar a su parición.
Los partos son estacionados. Están diseñados para que las vacas paran en primavera que es donde más oferta de pasto hay.
Otra de las ventajas del parto estacionado y de alimentar sólo con pasto es que no necesitás de una persona que les suministre el silo, ni haciendo guachera porque se hace sólo una vez al año.

Ordeñan 1.200 lecheras en un tambo calesita
“Acá, tu título queda en Ezeiza”
- ¿Cómo son las condiciones laborales?
Por el puesto que yo vine, cualquiera puede venir. Acá te enseñan todo, tu título “queda en Ezeiza”. Te dan la posibilidad de capacitarte y realmente no progresa el que no quiere. Yo avancé dos puestos en seis meses.
El organigrama es diferente al de la Argentina. Acá hay jerarquías. La figura del ingeniero agrónomo y tambero no existe, por eso nos capacitan y necesitamos saber de efluentes, fertilización, pastura, reservas, riego, entre otras cosas.
Te capacitan en todos los ámbitos para que hagamos lo más que podamos ya que los profesionales son muy caros en este país. El veterinario, por ejemplo, sólo se llama para una emergencia o cirugía. Lo demás lo hacemos nosotros.
Tenemos entre 90 y 108 días libres al año más un mes de vacaciones. Ninguna persona trabaja más de seis días a la semana en jornadas de ocho horas.
Acá se paga todo por hora.
Todos somos un equipo, hacemos reuniones semanales. Nos dan bonos, incentivos.
Los jefes pagan capacitaciones a quienes hacen las cosas bien. Te dan incentivos y te hacen escalar de posiciones. Le dan mucho valor a la palabra.
Tanto hombres como mujeres tenemos el mismo salario. Lo que se valora es la capacidad para ocupar un puesto.
- ¿Qué dicen los neozelandeses de la Argentina?
Hay gente que sabe mucho de nuestro país y otra que nos reconocen cuando le nombramos a Messi. La mayoría no puede creer que teniendo tantos recursos estemos como estamos en la Argentina. Ellos desearían contar con tanta bonanza ya que Nueva Zelanda es una isla lejana de todos los mercados.
- ¿Qué planes tiene a futuro?
Quiero hacer un posgrado en nutrición animal en la Facultad de Nueva Zelanda. Luego quería viajar a Australia para capacitarme en producción de carne y posteriormente a Estados Unidos, pero nunca me imaginé que me iba a ir tan bien acá. Luego, volver a la Argentina para aplicar todos estos conocimientos.

El riego es necesario en el establecimiento neozelandés
Lo que se puede copiar
Rostagno reconoció que externamente hay factores que benefician a este país donde trabaja (estabilidad económica y apoyo gubernamental), “tranqueras adentro son muy eficientes y en esto los argentinos podemos mejorar mucho”, sostuvo.
Uno de esos puntos es la cantidad de aguadas. “Acá, hay una cada dos hectáreas, para evitando que la vaca tenga que caminar mucho y gastar energía”.
Las condiciones de vida rural también son un ejemplo a imitar. “Tanto el productor como los empleados vivimos en el campo. En la misma granja y en viviendas súper confortables”, dijo el joven profesional.

La casa donde reside el sanfrancisqueño, en el mismo campo donde trabaja
Asimismo destacó que “el estado de los caminos es envidiable. Las rutas nos llegan hasta la esquina de los campos y donde no hay ruta, hay camino de ripio y máquinas haciendo mantenimiento todo el tiempo”.
“Para quienes tienen hijos, los autobuses escolares paran en la esquina de su casa de campo. Algunas escuelas rurales tienen pileta de natación y cancha de fútbol”, precisó.
Ante esta situación reflexionó: “En la Argentina, ¿la gente no quiere vivir en el campo o se le brindan las condiciones para poder hacerlo?”.
Acá, todo está manejado por cooperativas, el productor es el que toma las decisiones. Eso podría ser interesante para nuestro país.
La cuarentena, lejos de su ciudad natal
Nueva Zelanda es uno de los países del mundo con menos casos de coronavirus y el sanfrancisqueño atribuye esta situación a que “se tomaron las medidas correctas en el tiempo correcto”.
“Apenas empezaron a aumentar los casos pasamos del nivel 2 al nivel 4 y se decretó la cuarentena total que la gente cumplió a rajatabla”, comentó.
Al mismo tiempo precisó que “Nueva Zelanda es uno de los países más eficientes del mundo en cuanto a la cuarentena, que no aplanó la curva de contagios sino que la aplastó”.
Contó que allí nunca se suspendió la actividad física o paseos al aire libre ya que la lógica es que había mayor posibilidad de contagio en un supermercado”.
En el campo donde vive también se cumplió el aislamiento.
“Los productores tomaron conciencia de no dejar entrar a nadie ajeno a la granja”.
También contó que el gobierno neozelandés les da 480 dólares por semana a la gente que se quedó sin trabajo, los afectados por la pandemia como por ejemplo el rubro construcción.
