De DJ de Albatros a administrar la parrilla favorita de los famosos en Carlos Paz

Sergio Morero es sanfrancisqueño pero hace muchos años dejó la ciudad en busca de nuevos desafíos. Hoy es un reconocido empresario gastronómico que cuenta cómo es afrontar la pandemia en uno de los rubros más afectados. Un repaso por la historia de un personaje que no olvida sus raíces.
Por Gabriel Moyano | LVSJ
Se podría decir que Sergio Morero, el Flaco, lleva vividas tres vidas. Una más atrapante que la otra. Desde que una tarde de domingo le fueron a golpear la puerta de su casa para que con 16 años fuera a poner música a Albatros hasta este presente en el que como dueño de una de las parrilladas más famosas de Villa Carlos Paz le hace frente con determinación a la profunda crisis que la pandemia del coronavirus produjo en la villa, siempre se dio el lujo de hacer lo que le apasiona. Entre vinilos, autos y carnes asadas, construyó un presente que -a pesar de las condiciones actuales- hoy disfruta.
"Cuando alguien me viene a hablar mal de San Francisco me pongo loco, porque es mi ciudad", cuenta desde la Parrilla del Lago, donde fue a abonarle el sueldo a sus 18 empleados aun a pesar de no haber abierto las puertas desde que comenzó la cuarentena.
Aquel memorable danzante dominical marcaría el comienzo de un camino que lo iría alejando de su tierra natal, pero a su vez acercándolo a esta actualidad en la que se ve rodeado por figuras de la farándula y acompañado por sus hijos en el día a día del negocio familiar.
En el medio... la vida de Las Varillas, donde primero trabajó y luego administró otro legendario boliche, donde incursionó en el negocio de los autos y donde nacieron sus cuatro hijos.
Ahora, del otro lado del teléfono, suena sorprendido por el llamado. "Creí que solo íbamos a hablar del negocio", se ataja. Tras la explicación pertinente responde: "Parece que es más personal la cosa... bueno, dale nomás".
Entre discos y raros peinados nuevos
Sergio no había conocido público más numeroso que el que podría asistir a alguna fiesta de 15. Pero de pronto se vio frente a un boliche -uno de los más icónicos de San Francisco- repleto.
Recuerda con gracia y con algo de nostalgia cuando su dueño, Luis Reinero, lo fue a buscar a su casa para que le "salve las papas".
"Habían fallado Gustavo Gieco y Javier Gambino y Pisulino' me vino a buscar para que lo salve. Obviamente me subí al auto y fui. Imaginate lo que fue: llegar y ver la disco repleta, hacía una hora que estaban esperando que arranque la noche y yo me tuve que hacer cargo de eso", rememora.
Fue como un flechazo y en poco tiempo pasó de animar solamente los danzantes de domingo a hacerse cargo de la noche del sábado.
"Para mí era importantísimo, una situación muy especial. Ya era un público más grande, que arrancaba de los 25 para arriba. Era todo muy loco... ¡yo ni tenía edad para estar ahí adentro!", comenta entre risas.
Fueron 3 años inolvidables para el Flaco, pero con la llegada de Atlantis, Albatros cerró sus puertas. "Estuve hasta la última noche", recuerda con algo de melancolía.
Hoy mira a aquella época con cariño y la compara con estos tiempos. "Pasar música en ese entonces era mucho más artesanal, otra historia. Pero más que nada cambió mucho el concepto de discoteca. En aquella época representaba otra cosa. En ese tiempo todos esperábamos el finde para ir a la disco. La música que se escuchaba ahí no se escuchaba en otro lado. Hoy los pibes la tienen en sus teléfonos antes de que suene en cualquier lado".
"Era la ocasión esperada para encontrar a la chica o al pibe que te gustaba. Hoy la comunicación cambió mucho eso. Había que dedicarse en aquel tiempo: armarse de valor para llamar a la casa 20 veces y que siempre te atendiera el padre", agrega.
En las pistas, años inolvidables para el Flaco
Eran los albores de la democracia y se respiraba otro aire: "Terminaba la época de los milicos, arrancaba el boom del rock nacional. Fue una época divina. Los grupos que habían estado prohibidos empezaron a resurgir y se escuchaban mucho en el boliche".
Entre autos y familia
Sergio estuvo apenas un fin de semana sin trabajar tras el cierre de Albatros. Fue el mismo Pisulino quien lo recomendó para el boliche Fénix, que estaba a punto de abrir sus puertas en Las Varillas, y quien lo llevó ¡en moto! a la primera entrevista.
Rápidamente echó raíces en esa localidad, formó su familia e incursionó en el negocio de los autos. Allí nacieron sus 4 hijos (dos mujeres y dos varones) que lo acompañarían en la mayoría de sus proyectos futuros.
Sergio con sus padres Victor, Nelqui y su hija María Julieta, hoy gerenta del local gastronómico
También allí nació la pasión por un "fierro" en particular: el Fiat 120 Iava. "Tuve uno que representó una parte importante de mi vida y siempre me gustaron. Ahora tengo dos terminados y dos más en proceso". Hoy se dedica a encontrarlos, comprarlos y llevarlos a restaurar, un hobby que lo mantiene relacionado al rubro.
Fueron 17 años en la noche de Las Varillas, muchos ya en el rol de empresario en el que desarrolló amistades con productores que continúan en la actualidad y considera claves en su éxito.
Como un empresario de la noche, siente la necesidad de desmitificarla. "Yo tengo millones de anécdotas, pero no es como la gente piensa. Por ahí se cree que la noche es un cuco pero yo viví la mayor parte de mi vida en ese ambiente y nunca me tocó ver una situación de la que la gente se imagina. Pasa que esas cosas no ocurren solo en la noche, depende de cada uno, de su educación y de cómo uno se rodea", asegura.
En otra comparación con la actualidad recuerda que "las previas no existían. La disco era el evento, el lugar. La noche duraba 5 o 6 horas. Ahora los chicos están una hora porque entran a las 4 y ya van re puestos. Ese es uno de los cambios más grandes que veo".
Entre carnes y famosos
Siempre había soñado con establecerse en Carlos Paz, más aun cuando sus padres se mudaron a la villa turística. En una ocasión cuando todavía trabajaba en Albatros pidió una semana de vacaciones (que se transformó en un mes) para ir a pasar música a un boliche de allá. "Me querían matar, pero la arreglé: mandé un amigo y lo acomodamos", cuenta y ríe.
Amante de los desafíos, decidió poner una parrillada en un sector que todavía no estaba desarrollado de la ciudad. "Fue una locura mía. Siempre decía que sería lindo tener un lugar junto al lago, pero mis hijos me decían que estaba loco. Fui a ver una casa en la costa, cuando todavía no estaba desarrollada, había muy pocos negocios y me pareció que iba a ser un sector con mucho crecimiento. Tuve suerte porque fue así. La vi", se enorgullece.
Hoy, la Parrilla del Lago es uno de los negocios más reconocidos en el rubro gastronómico de Carlos Paz, donde asisten los famosos que van a hacer temporada a la villa. "Siempre le digo a mis empleados que valoremos donde laburamos, porque estamos frente al lago en uno de los puntos turísticos más importantes de la Argentina", cuenta.
Algo que hace especial el proyecto es sentirse acompañado de sus hijos. "Tuve la suerte de haber sido papá muy joven y hoy la poca diferencia de edad hace que podamos compartir muchas cosas. Ya puedo empezar a relajarme y disfrutar porque sé que ellos se hacen cargo de que todo marche", explica.
Para que las figuras del espectáculo tengan a la parrillada como lugar predilecto fueron muy importantes los contactos del pasado: "Me ayudó mucho haber estado vinculado a las discotecas y demás. El teatro va muy de la mano de eso y yo tenía amigos productores de cuando tenía boliches y llevaba a figuras como Yayo, los chicos de Gran Hermano. Esa misma gente está vinculada al teatro y cuando puse la parrilla le comuniqué a estos amigos de la vida y enseguida me asistieron. Ahora me hice amigo de dos o tres figuras de la farándula, pero amigos bien"
Así llegó a este emprendimiento exitoso, que cuenta con 18 empleados en temporada baja y 35 en alta. Pero el golpe del coronavirus lo cambió todo. "Es tremendo. Parece una película. La gastronomía y el entretenimiento están sufriendo mucho. Va a ser complejo recuperarse, me parece que va a largo. Tenemos un grupo con la gente que está en el rubro y decimos que si nos dicen que en diciembre podemos volver a la normalidad, firmamos contrato. Dudamos que podamos tener una temporada de verano normal, pero para eso falta mucho. Nosotros vamos a hacer lo imposible para aguantar, pero seguramente va a quedar gente en el camino. Tengo amigos que ya han cerrado negocios, devolvieron los locales", acota preocupado.
"Veníamos de dos o tres temporadas que no habían sido brillantes y así es difícil poder hacer un respaldo para situaciones como esta. A nosotros nos ayudaba el verano, el rally, Semana Santa y esas son cosas que se perdieron. Imaginate que yo le estoy pagando el sueldo a 18 empleados y hasta ahora no tuvimos ayuda alguno del gobierno, ni nacional, provincial o municipal", agrega.
Insiste en que "lo más triste es el nulo apoyo. Todo lo que se escucha de ayuda a las Pymes queda en la nada. Cero. Y la luz nos viene exactamente igual, con el 10% de impuesto municipal. Es un absurdo. Nosotros estamos permanentemente reclamando por el gas, por la energía eléctrica. Pedimos que nos cobren solamente el consumo de energía, no la factura completa como un mes normal. En la mayoría de los lugares ni siquiera fueron a hacer la lectura de los medidores y directamente mandaron la misma boleta de febrero. Estas cosas te sacan las ganas de seguir luchándola"
"Siempre fui un agradecido a la municipalidad de Carlos Paz porque nunca me pusieron un palo en la rueda, pero en esta los pongo a la misma altura del gobierno nacional y provincial, porque mínimo nos tendrían que haber dicho 'muchachos no paguen los impuestos, después vemos cómo hacemos'. Con el resto nosotros la bancamos, si hay que poner la que uno hizo durante la temporada la vamos a ponder. Pero ¿dónde? Primero está mi familia, después mis empleados, después los proveedores y recién después los servicios y la Afip", subraya.
Todo indica que el rubro recién podrá volver a una relativa normalidad para la próxima temporada. "Seguramente nos dejen abrir antes, pero ¿cómo? Si puedo abrir para 15 personas pierdo más plata que estando cerrado. Entonces ¿cuándo se nos va a ir el miedo? Ir a cenar con un barbijo... eso puede ser para ir al supermercado. Pero esto es para relajarte, para ir con tu pareja o los amigos a pasar un buen momento".
Mientras resiste y espera que pase el temblor, ya piensa en volver a la comercialización de autos. "Es muy probable que lo retome, soy un tipo que siempre tiene ganas de hacer cosas."