De casas naturales y lugares donde la gente se permite soñar
La casa de Romina Vallejo en Josefina es de dos pisos, está hecha con barro y amoldada en base a muchos elementos que normalmente se desechan. Un lugar donde honra la tierra y que hizo tal como ella vive.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Una casa de Josefina resalta por su construcción en altura y contrasta con otra que se levanta al lado, y pasaría desapercibido si no fuera porque una es convencional con cemento y ladrillos y la otra está hecha con barro y materiales reciclados. Ahí es donde el paisaje.
Allí viven ahora Antú y su mamá Romina Vallejo en lo que ésta última describe como el lugar donde se permite soñar y que erigió gracias al apoyo de muchas personas, familia de sangre y elegida, honrando la tierra de la manera que mejor se adapta a su vida.
La construcción comenzó hace varios años, aproximadamente unos 5 y ahora es cuando tomó su mejor forma. Llama la atención que esté hecha con barro y sea de dos pisos y también las particularidades que la hacen única, como cuando el sol toca por distintos costados las botellas que se entremezclan provocando una luz radiante que funciona como faro natural.
"Esta es la casa de barro que construimos junto con un montón de gente, sobre todo familia y familia elegida que son sobre todo amigas, amigos, amigues de hacer mi casa", contó emocionada.
En esa casa nada es igual, ni siquiera sus propias moradoras, la vida les cambió gracias a ese techo construido a base de lo natural, de lo que otros no consideran más necesarios, de lo que si no estaría tirado por ahí. Decidieron como familia, con el compañero de Romina también, convertir ese impacto negativo en algo positivo, en una vivienda auténtica.
Hasta que empezó a levantar su casa ella vivía en la parte de delante del terreno y un día le cedieron una porción para ella: "Tener un pedacito de tierra es un privilegio, lamentablemente no debería ser así pero bueno, entonces lo primero que sentí fue que debía honrar este pedacito de tierra".
Un juego
La idea que tuvo Romina para hacer honor a su terreno fue elegir una forma auténtica y de acuerdo a su espíritu para construirla y así explicó que "todo empezó como un juego porque el barro lleva un poco a eso y te lleva mucho a la niñez a ese juego con la tierra y el agua".
Empezó plantando los primeros postes, pero nunca estuvo sola, siempre estuvo acompañada con amigos y familiares que estaban ahí para dar una mano y aprender también.
"El año pasado con la cuarentena esto tomó más forma, con compañero e hija pudimos terminar de cerrar y hacer un espacio para el baño, con el fueguito adentro buscando un lugar cálido para compartir la construcción. Hace poco estuvimos poniendo el piso porque teníamos piso de tierra y ahora nos animamos a dar el salto al cemento y reutilizar cerámicos", agregó.
Romina construyó su casa con lo que tenía a su alcance y ajustada a sus condiciones económicas, además de pensamiento.
Confortable y natural
Ahora con esta gran parte levantada de su casa, Romina está pensando en la ampliación con una habitación para la pequeña Antú y sostuvo que el lugar adquiere la forma que cada uno elige y no hay porqué endeudarse o pedir un crédito. Es solo poner su fuerza, su tiempo y energía para construir.
"Acá se usan mucho las cosas que la gente tira y que en cualquier casa, incluso en esta, se podrían tirar, pero acá una vive de otra manera y todo lo que es vidrio, desechos secos van adentro de una botella, hay muchos ecoladrillos, pallets. La estructura está hecha con postes y la mayor parte con pallets armado y rellenado con barro y paja o pasto lo que tenemos más al alcance", puntualizó sobre las características.
En este sentido también subrayó que al momento de elegir como construir supo que esta técnica estaba a su alcance de acuerdo a las posibilidades económicas que tenía, lo saludable que era para su familia y el impacto positivo en el medio ambiente: "Acá metemos cosas que de otra manera irían a un basural, sin selección porque nos están faltando políticas del tratamiento de residuos".
En el interior de la casa hay un gran sol en la pared que hace honor al significado del nombre de Antú.
A su modo
Romina comentó que a Antú le encanta ese espacio, participó en la construcción desde chica y puede describir cómo se hizo la casa con el barro y lo que fueron agregando a través de ecoladrillos, pallets, botellas, vidrios y ventanas recicladas, entre otras cosas.
"A veces me pregunta y yo le cuento, pero le gusta mucho. Y a mí me gusta mi casa, es el espacio del mundo donde se está tranquila, cómoda, y se atreve a soñar, este es mi sueño de tener un hogar bonito y cálido para compartir con mi familia", expresó con una sonrisa.
Por supuesto que cuando empezó no tenía tanta noción, sí convencimiento. Así fue que se encontró con información abundante en internet y conoció gente que la fue ayudando para seguir una modelo y elegir materiales. En su caso levantó las paredes con una técnica llamada quincha mejorada con los pallets, pero también se pueden hacer encofrados, superadobe, cob, tapia, hay muchas técnicas.
"Acá se va haciendo con lo que voy teniendo, pero el mayor recurso es el tiempo y la dedicación, en lo demás la naturaleza y la basura que tiramos es abundante y con la que podemos construir", añadió.
Ni la lluvia puede con este tipo de casas porque los techos son más largos, se revocan y emplean otro tipo de terminaciones, la prueba es que hay construcciones muy antiguas en el mundo hechas en barro que están intactas.
"Lo importante es poder elegir y en mi caso tiene que ver con la salud, económico, las posibilidades, además hay una raíz ideológica. - y afirmó- Uno no puede pretender hacerse una casa de barro si no vive de esa forma y no tiene incorporadas ciertas prácticas, uno vive como es".
¿Y cómo es Romina? Una chica de espíritu libre, entusiasta, sencilla y rica en conocimientos que ofrecen una perspectiva de mundo hogareño diferente a las predominantes en el sistema donde estamos habituados a residir, por eso ella irradia la misma luz natural que las botellas que tiene en sus paredes cuando les da el sol.