De Buenos Aires a Zenón Pereyra: “Recomiendo a la gente que se quite los zapatos y pise la tierra”
Livia Basimiani dejó la frenética Buenos Aires para instalarse en Zenón Pereyra, lugar donde encontró lo que buscaba: paz interior. A 35 kilómetros de nuestra ciudad, la naturaleza acompañó su búsqueda y se convirtió en la fuente de su emprendimiento.
En la naturaleza, uno recibe mucho más de lo que anda buscando. En Zenón Pereyra, a 35 kilómetros de nuestra ciudad, Livia Basimiani encontró la paz que necesitaba lejos de la ciudad de Buenos Aires, donde todo era caos, soledad e individualismo. Ella está rodeada de frutales y plantas medicinales que la acompañan en la crianza de su hijo Jano de 5 años y Omar Schmit. Con ellas, da vida a Khumara; los productos cosméticos naturales que elabora con sus propias manos y hoy son su emprendimiento.
Ella, como tantas otras personas, sintió la necesidad de salir del mundo del consumismo y reconectarse con lo natural y las terapias alternativas como la bioenergética de la cual es terapeuta. Una nueva vida, una forma lejos del confort, las luces y el ruido pero encontrando lo que se busca internamente, la paz y la armonía, muy cerca de San Francisco.
- Lejos de la gran ciudad, pero en un paraíso natural muy cerquita de San Francisco...
Mi casa en Zenón Pereyra es una vieja edificación típica de la zona. Sospechamos que fue un almacén de ramos generales porque cuando limpiamos su frente, encontramos escrito un nombre; " La Leonor". Vivo frente a una plaza con una inmensa arboleda de múltiples especies. Es como tener un gran jardín para mí.
Tenemos un gran patio de frutales y plantas que nos acompañan como naranjas, mandarinas, limones , kinotos, palta , laurel, olivo y un níspero gigante. También hay otros árboles típicos como el palo borracho y sus hermosas flores.
Zenón Pereyra es un lugar muy particular que llamó mi atención desde el primer día que vine. Es muy apacible y silencioso, encantado y misterioso a la vez. Sus edificaciones son increíbles y al día de hoy me sigue sorprendiendo.
- Todo eso impensado en Buenos Aires, donde naciste, creciste y te formaste...
Aquí tenemos una huerta orgánica tanto para nuestra mesa como para los productos naturales que elaboramos con mi esposo Omar. Tenemos muchas especies de aromáticas como lavandas, caléndulas, manzanilla, menta, salvia, cedrón y melisa. En casa todo se aprovecha.
- ¿A qué te dedicas en la actualidad?
Doy clases de terapia corporal bioenergética, realizo talleres de cocina consciente y natural y tengo mi propio emprendimiento de cosmética natural, sahumos y aromaterapia.
- La tierra te da todo para crear...
Dentro del área de cosmética natural realizo todos los productos de uso diario de uso personal, belleza y la línea medicinal de cremas para todo tipo de dolores. También elaboro colonias, repelentes, fragancias terapéuticas y todo tipo de productos para limpieza energética.
Nosotros somos naturaleza y no hay vida sin ella. Si no volvemos a nuestras raíces, a recordar de dónde venimos y quiénes somos los seres humanos y no tomamos conciencia ni le enseñamos a nuestros hijos la importancia que tiene, estamos declarando nuestra propia extinción.
- ¿Por qué empezaste a elaborar productos naturales?
Comenzó siendo algo exclusivo para mi uso personal. Dentro de mi cambio de hábitos, era necesario llegar hasta aquí como lo hice con mi alimentación. Estudié sobre las plantas y sus usos, conocí sus propiedades, hice mis propias colonias de uso terapéutico. Un día pensé que si lo que te ponés en la piel no lo podés comer también porque es toxico para tu cuerpo. En ese momento se juntaron dos pasiones; la cocina y las plantas.
Este proceso se intensificó con el nacimiento de mi hijo. Dejé de teñirme el cabello y a fijarme bien que usaba. Así empecé a elaborar mi propio desodorante, dentífrico y perfumes. También comencé a consumo mucha caléndula en crema y aceite en mi piel, en especial en los pechos, y no me quedó una marca o sentí dolor en el momento de amamantar.
Mis alumnas de bioenergética empezaron a consultarme si vendía las colonias que usaba en las meditaciones y de a poco , empecé a producir para otros. Así, empecé a visitar ferias y otros lugares y se convirtió en mi emprendimiento.
Livia en Zenón Pereyra, el pueblo que se convirtió en su nuevo hogar
- ¿Por qué Zenón Pereyra?
Estaba en un proceso de cambio muy fuerte y sentía que ya no pertenecía a la ciudad, no me hallaba cómoda. Empecé a viajar hasta que conocí a Omar que también vivía en Buenos Aires. Él también estaba en este proceso de cambio y estaba organizado su regreso a Zenón Pereyra, su pueblo natal.
Nos separamos, dejé que siga su camino y le dije que si el destino quería que estemos juntos, íbamos a estarlo y así empecé mis viajes al pueblo. Desde el primer día que vine a Zenón sentí una conexión muy fuerte con la casa, la tierra y el lugar. Cuando me iba, la sensación era horrible. En Buenos Aires ya me molestaba todo pero cuando llegaba acá, era como desconectarse y respirar.
En uno de esos viajes nos enteramos que íbamos a ser papás y allí fue todo claro, era la señal que esperábamos. Desde el principio que queríamos que nuestro hijo viviera esta paz, que jugara en el pasto bajo el sol con la tierra. Quería esta vida para él y para mí. Dejé mi trabajo, mi casa, mi familia y me vine. Jano ya tenía tres meses cuando nos instalamos definitivamente.
- ¿Qué hacías en Buenos Aires?
Nací a diez cuadras del Obelisco. Crecí y estudié en Almagro. Comencé siendo fotógrafa, trabajé más de diez años como curadora de arte contemporáneo, tuve mi propia galería de arte y exponía en otros lados. Trabajaba muchísimo pero siempre tuve lugar para las terapias alternativas. Había algo que siempre me atraía a la búsqueda interna, la sanación del cuerpo, la mente y el espíritu. Hoy mirando hacia atrás, me doy cuenta que todo era la preparación o el preámbulo para cuando me animara a vivir como realmente deseaba y necesitaba internamente. Mi alma lo sabía.
- ¿Cómo fue el proceso de cambio?
No voy a romantizarlo. Fue terrible y también doloroso. Ningún proceso de cambio es fácil y siempre hay un click que te lleva al fondo del pozo. Pero esa caída estrepitosa tiene un fondo y no queda otra que rebotar. Eso, aunque no parezca, es una buena noticia, porque es una gran oportunidad porque de otra forma siempre estaríamos en nuestra zona de confort. El click final me lo dio un hecho delictivo que viví en Buenos Aires, donde mi vida corrió peligro, me dí cuenta que no había hechonada por mí. Tenía 35 años cuando pasó pero dejé el miedo y empecé a ser mucho más consciente del valor de la vida y de aprender a disfrutarla y vivir el presente.
Khumara es la marca de productos cosméticos naturales que elabora Livia con plantas de su propia huerta
- ¿Hay más Livias en el mundo buscando la paz interior?
Siempre. Es parte innata del camino humano, solo que a veces lo olvidamos entre tanto ruido, luces y corridas y cuando tocamos fondo en general nos acordamos que tenemos una misión superior que es muy simple que es vivir la vida y el presente que es lo único que tenemos. No importa cuánto dinero, carrera o fama tengas. Si no vivís tu vida para ser feliz, amar, dejar una huella y realizarte como ser humano; tu vida pasó sin sentido. Le recomiendo a la gente que se quite los zapatos y pise la tierra, escuche los pájaros, se tome un rato para ver como el viento mueve los árboles. Ese es tiempo ganado para la paz interior.