Sociedad
De “arregla todo” a psicólogo, el trabajo del encargado de edificio

Víctor Mikles, el encargado del edificio Bucco, cuenta cómo es su día a día en un oficio que, según él, podría desaparecer.
Por María Laura Ferrero I LVSJ
"Hola señora, cómo le va", saluda Víctor Mikles al recibir una llamada en su celular. Desde el otro lado, una vecina le hace un pedido urgente. "En un ratito subo a prenderle el calefón, no se preocupe", le responde. Apenas cuelga, sigue con la entrevista con La Voz de San Justo, su tono tranquilo pero firme, mientras comparte sus experiencias tras más de dos décadas al frente del mantenimiento de la torre 25 de Mayo del edificio Bucco, uno de los más antiguos y grandes de San Francisco. No solo barre pasillos o revisa ascensores, sino que también se ha convertido en un confidente de muchos vecinos. “Hay que ser un poco psicólogo”, asegura.
Cada 2 de octubre se celebra en Argentina el Día del Encargado de Edificio, una fecha que recuerda la creación del Sindicato Único de Encargados y Ayudantes de Casas de Rentas en 1942. A comienzos de la década de 1940, en Buenos Aires había un aproximado de 35 mil departamentos, lo que dio surgimiento a la aparición de los encargados de edificios, que eran conocidos como trabajadores de las casas de rentas. Estos empleados no gozaban de una categoría profesional que los reconociese como tal. Por este motivo y con el fin de diferenciarlos de los empleados domésticos, un sector del Sindicato de Trabajadores de Casas Particulares decidió crear un nuevo grupo independiente.
Mikles comparte su experiencia en este oficio. "Llevo 24 años y 9 meses en el puesto, esperando la jubilación", comenta. Anteriormente, trabajaba en el clearing bancario, un cambio drástico que le llevó a adaptarse a su nuevo entorno.
Con casi 25 años de trayectoria, este portero recuerda cómo cambió su panorama laboral. "Cuando yo empecé, había pocos edificios, y ahora ves cómo se han multiplicado. Pero la verdad, no hay tantos encargados", comenta. En su opinión, la profesión está en declive debido a la aparición de empresas de limpieza y mantenimiento que están reemplazando a los porteros de toda la vida.
"Antes éramos imprescindibles. Ahora, muchos prefieren contratar una empresa que venga dos horas al día, limpien y se vayan. Pero claro, ellos no te reparten la correspondencia ni cambian una lámpara", cuenta Mikles, destacando que su labor va mucho más allá de la limpieza.
El "arregla todo" en extinción
Para Mikles, ser encargado implica saber de todo: desde plomería hasta electricidad. “Uno tiene que cambiar un cuerito, arreglar una persiana o solucionar problemas de agua. Eso no lo hace la empresa de limpieza que solo viene unas horas. Nosotros estamos las 24 horas”, explica. La figura del encargado, según Víctor, no solo se basa en la eficiencia técnica, sino también en la construcción de relaciones. "Tenés que convivir con todos los vecinos, escuchar sus problemas y ayudarlos en lo que se pueda", comenta.
También su puesto tiene un componente emocional, especialmente cuando trata con personas mayores. "Hay muchos vecinos grandes que viven solos y te llaman solo para charlar. Es como ser un poco psicólogo, hay que escucharlos porque a veces no tienen a nadie más", añade.
El día a día de Mikles comienza temprano. "Llego a las 7 de la mañana, abro la galería, prendo las luces, reparto diarios y correspondencia, junto la basura, reviso los ascensores, la bomba de agua y después sigo con la limpieza de los pasillos", describe. En edificios como el suyo, de 12 pisos y 31 departamentos, cualquier problema se convierte en un desafío. "Cuando se corta el agua o hay un problema eléctrico, todos vienen a mí. Es una responsabilidad grande, porque si algo falla, afecta a todos los vecinos", explica.
La seguridad también es un tema sensible. Víctor se preocupa especialmente por la puerta de entrada del edificio, que a menudo queda abierta porque los vecinos no la cierran correctamente. "Hoy en día te pueden robar por cualquier cosa. Por eso estamos aplicando multas a los que dejan la puerta abierta. La seguridad es responsabilidad de todos", comenta.

Anécdotas entre pisos y escaleras
Con tantos años en el oficio, Mikles tiene innumerables historias que contar. "Una vez un vecino se quedó encerrado en el ascensor por un corte de luz. Tuve que ir corriendo a sacarlo. Era joven, por suerte, pero si hubiera sido una persona mayor, habría sido más complicado", recuerda.
Otra vez, lo llamaron porque un inquilino se había quedado sin agua en pleno verano. "Fui corriendo, revisé las bombas y me di cuenta de que una de ellas estaba trabada. Después de algunos ajustes, logré que funcionara y en un par de horas todo estaba normal", cuenta Víctor, sonriendo con satisfacción
El futuro incierto del oficio
Con la jubilación a la vuelta de la esquina, Víctor no sabe con certeza qué le deparará el futuro. "Ya presenté los papeles, pero parece que hasta el año que viene no me jubilo", asegura. Mientras tanto, reflexiona sobre los cambios en su profesión. "Hoy se contratan empresas para hacer nuestro trabajo, pero esas empresas no hacen lo que hacemos nosotros. No conocen a la gente, no están al tanto de cada detalle del edificio", lamenta.
A pesar de los cambios, Mikles sigue cumpliendo su tarea con dedicación, consciente de que su rol, aunque a menudo subvalorado, es fundamental para la vida en comunidad. "La serie muestra una versión exagerada, pero el trabajo sigue siendo el mismo. Al final del día, estamos para solucionar problemas y ayudar a la gente", concluye, dejando claro que, aunque la ficción pueda distorsionar la realidad, el valor de su oficio permanece intacto.

“El Encargado”, la serie que los puso en pantalla
En los últimos años, la imagen del encargado ha sido puesta en escena en la exitosa serie El Encargado, protagonizada por Guillermo Francella. En la ficción, el actor interpreta a Eliseo, un portero que se toma la justicia por mano propia para controlar el edificio donde trabaja, y cuyas manipulaciones generan tensión con los vecinos. Aunque Mikles se ríe cuando se le menciona la serie, aclara: “No, yo no soy como el personaje de Francella. Él es más picante. Yo acá me limito a hacer mi trabajo y ayudar a los vecinos, pero la verdad es que muchos se rieron porque algo de verdad tiene lo que muestra la serie, sobre todo cuando ves que el portero conoce todo lo que pasa en el edificio.”
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