Sociedad
Darío Bonino, 43 años contando la vida del pueblo

Durante más de cuatro décadas, documentó cada historia que ocurrió en Clucellas. Guarda sus artículos en biblioratos como si fueran tesoros. Su tarea en LA VOZ DE SAN JUSTO y su compromiso resumen el alma de los corresponsales regionales.
Hay gestos que se transforman en legado. Y hay personas que, sin buscarlo, se convierten en guardianes silenciosos de la historia.
Desde mayo de 1982, Darío Bonino comenzó a escribir pequeñas grandes historias de su comunidad. Con aquella primera nota sobre un evento solidario para los combatientes de Malvinas en el Club Atlético Florida, dio inicio a un camino que nunca abandonó: el de narrar la vida cotidiana de Clucellas.
Pasaron 43 años desde aquella publicación en LA VOZ DE SAN JUSTO, y lo que empezó como una colaboración se volvió vocación. Cada noticia fue más que una crónica: fue una forma de dejar testimonio del tiempo, de los logros, los duelos, las fiestas, los cambios y la identidad de su gente.
Y no sólo escribió. Darío guardó todo. Absolutamente todo. Cada artículo impreso está cuidadosamente clasificado en 43 biblioratos, uno por año, organizados de manera cronológica. Son su archivo, pero también su orgullo. En sus manos, la historia de Clucellas no se pierde: se conserva como un bien precioso. “A menudo vienen instituciones o vecinos a consultar alguna nota vieja. Es lindo saber que eso sirve, que ayuda a recordar o a proyectar el pueblo que queremos”, cuenta emocionado.
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Su tarea fue creciendo. Con el tiempo, además de ser corresponsal de LA VOZ DE SAN JUSTO, se sumaron colaboraciones con La Opinión y Diario Castellanos, ambos de Rafaela. Y también llegaron las redes sociales. Hoy Facebook es otra vía para reflejar lo que pasa. Pero el papel sigue teniendo otro peso: verlo impreso es distinto. Tenerlo en la mano, guardarlo, volver a leerlo... Es un sentimiento difícil de explicar.
En los 110 años de vida de nuestro diario, el trabajo de Darío encarna el espíritu de tantos corresponsales que, desde cada rincón de la región, aportaron a construir la memoria colectiva. Son ellos quienes, con humildad y constancia, siguen relatando la realidad de nuestras comunidades y su gente.
Darío nunca pensó en dejarlo. Su carpeta, sus recortes, su archivo, son también parte de su propia vida. “Es mi forma de ayudar a que no se olvide lo que fuimos. La idea es continuar con esta tarea cotidiana para que la historia de Clucellas se preserve”.
Así, entre notas, recuerdos y vocación, su historia como corresponsal sigue sumando páginas. Porque mientras haya alguien dispuesto a mirar con atención lo que ocurre y escribirlo con pasión, siempre habrá un pueblo que se sienta visto, acompañado y recordado.