Daniel, el protector de los perros
Daniel Filippi es un reconocido rescatista de animales. Su labor no conoce de horarios, momentos y sacrifica gran parte de su vida por los seres que él considera de iguales derechos.
Por Stefanía Musso | LVSJ
"Mirá el último caso y decíme si no vale la pena involucrarse. Ese caniche con dueños (las fotos acompañan esta nota) se encontraba en muy mal estado. Bastó solo un baño, corte de pelo y comidas a diario, para que en dos semanas sea otro perro. Hoy está en guardería esperando por un hogar responsable. No era difícil, solo había que comprometerse", dijo Daniel Filippi.
Rescató un caniche que se encontraba en muy mal estado a pesar de tener dueños. Solo le bastó un baño, corte de pelo y comidas a diario para recuperarse y ahora está esperando ser adoptado
Como ese caso hay decenas que llegan a diario a la vida de Daniel, el
hombre de 52 años de barrio Catedral que se dedica al rescate y adopción de
perros, una vocación que apareció hace un
tiempo y nunca más dejó.
Verlo en las calles es algo normal. No solo por su gran estatura y parecer un hombre muy serio sino porque siempre está acompañado de un animal. Ya sea por su trabajo o acto solidario, Daniel y los perros son una manada especial.
"Para mí un animal es otro ser con derechos. Tuvieron que ver mucho mis viejos con ese tema. En casa siempre hubo respeto y cuidado. Considero otras especies como iguales, incluso más desarrollados que los humanos y sobre todo en comparación a algunos", aseguró Daniel Filippi a LA VOZ DE SAN JUSTO siendo tajante en el tema.
La realidad
Desde hace un tiempo, gracias a los medios de comunicación y las redes sociales, es posible ver la realidad que atraviesan los animales abandonados, el reencuentro cuando se pierden o la posibilidad de darlos en adopción. "Como todo, hay un gran porcentaje de gente que ama a los animales. Y de ese porcentaje, algunos adoptan alguna vez, pero el compromiso, en general, es poco", explicó el entrevistado.
"Con cosas mínimas te das cuenta. Te pongo de ejemplo la cuadra donde yo vivo. Hay unas 8 casas de cada lado. Salvo en dos, en todas hay más de un perro. En toda la cuadra, solo dos tenemos tarros de agua y alimento afuera para los comunitarios y los no tanto ¿Qué significa eso? Que no quieren animales no creo porque a sus animales los tiene bien, pero no tienen esa empatía de pensar en que tal vez, en esa misma cuadra, puede haber algún animal que no come todos los días o camina hace cuadras sin tomar un sorbo de agua fresca", apuntó el proteccionista.
A esta realidad se suma la de las adopciones y rescates. "Las adopciones están paradas hace meses y el abandono sigue tan vigente como siempre. A pesar de todos los beneficios puestos a la comunidad como las castraciones siguen abandonando animales por los motivos que sea como mudanza, alergias o divorcios", confió.
Pero esto no solo ocurre con los perros mayores, los cachorros también sufren la indiferencia. "Cada vez hay más perros en la calle y pasa lo de siempre, están ahí lastimados y pasa el tiempo y se mueren. Y esto pasa también con los cachorros porque el año pasado llegamos a tener 80 cachorros la mayoría de perros cruza. De esa cifra, el 50 % murió por alguna enfermedades y de la otra mitad, solo algunos consiguen hogar mientras que otros están en guardería o caniles donde seguramente terminarán sus días sin ser adoptados".
Nunca es tarde
La labor de Daniel comenzó hace 10 años. "Siempre hubo animales en mí familia, aunque mí primer perro recién lo tuve a los 40. Viví muchos años en el extranjero, y ahí desarrolle una beta solidaria que seguro tenía pero no estaba explotada", contó.
"Trabajaba como profesor en una escuela en Londres y tenían como objetivo de trabajo un refugio de animales cercanos a la escuela. Allí se realizaban tareas solidarias para juntar fondos y se hacían horas de voluntariado, en el refugio en sí. Cuando volví a argentina en 2010, Lucía, me etiquetó en una publicación de la Sociedad Protectora de Animales de San Francisco donde buscaban voluntarios para el predio que tienen por calle Caseros. Al principio, iba los sábados, para tareas de limpieza o arreglo de cosas y después ya se hizo algo habitual en mi vida".
Hoy Daniel se dedica de lleno a los animales, además de ser paseador y esa labor incondicional le valió el sacrificio de muchas cosas y momentos en su vida. "Uno deja salud, dinero, tiempo y sobre todo el alma, que se te rompe ante cada caso de abandono o maltrato con el que te cruzas".
"La familia te apoya en silencio. A veces no entienden y sobre todo se impresionan con algunos casos. Me ven como un bicho raro, cómo a muchos proteccionistas pero lo que hago es con amor y dedicación porque ellos también tienen derechos", concluyó.