Médicos
Curar es también escuchar: otorrinos, más que diagnósticos

La doctora María Jimena Castellano, especialista en la materia, ejerce su profesión desde hace diez años en San Francisco. En el marco del Día del Otorrinolaringólogo, reflexiona sobre su vocación, las consultas más frecuentes y el valor del acompañamiento humano. También comparte un caso que la marcó profundamente.
Cada 25 de junio, desde 1989, se celebra en Argentina el Día del Otorrinolaringólogo, una fecha instituida para conmemorar la creación de la Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología (FASO), y visibilizar una especialidad médica que muchas veces pasa desapercibida, pero que resulta clave para la salud integral de niños, niñas, adultos y adultos mayores. Detrás de cada diagnóstico, tratamiento y cirugía, hay profesionales cuya labor implica no solo ciencia, sino también compromiso, sensibilidad y presencia constante. Una de ellas es la doctora María Jimena Castellano, médica otorrinolaringóloga de San Francisco que, desde hace una década, ejerce con pasión esta especialidad médica.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, Castellano compartió su recorrido personal y profesional, los desafíos del día a día, las consultas más frecuentes, la situación de la salud en la ciudad y un caso que la marcó profundamente.
La elección por la otorrinolaringología no fue casual. “Tuve un mayor acercamiento gracias a mi primo, que es otorrino. Cuando me recibí de médica y tuve que elegir la especialidad, lo acompañé mucho, y ahí descubrí que era una rama muy amplia. Me gustó porque abarcaba la atención de niños y adultos, prácticas, cirugías y también la clínica”, explicó. Esa amplitud fue clave para decidirse: “La vi como una especialidad muy completa y empecé a adentrarme de a poco”.
A medida que avanzaba en su formación, esa primera atracción se convirtió en convicción. “La medicina es muy apasionante y no tiene techo. El límite lo ponés vos. Dentro del otorrino, además, podés subespecializarte en muchas áreas: otología, laringología, rinología, entre otras. Es algo que nunca se acaba”, destacó.
Atención integral y adaptada al entorno
Hoy, desde su consultorio en el Sanatorio San Justo, Castellano atiende pacientes de todas las edades. “En San Francisco hacemos una otorrinolaringología más general, porque no hay tantas subespecialidades disponibles como en las grandes ciudades. Entonces veo casos de oído, nariz, garganta, tanto en adultos como en niños. Cuando se trata de cuadros más complejos, los derivo a colegas que trabajan en áreas específicas”, añadió la doctora.
Su trabajo diario es variado e intenso. “En un día movido, suelo atender entre 15 y 17 pacientes”, comentó. La organización del tiempo no solo responde a la demanda profesional, sino también a su realidad personal. En este contexto, indicó: “Trabajo media jornada porque tengo un hijo pequeño. No estoy full time, ya que reservo un tiempo importante para la maternidad. Aun así, estoy siempre de guardia pasiva. Si en el Sanatorio hay una urgencia y el médico de guardia necesita otra mirada, me llaman y tengo que ir”.

Al hablar de las principales causas de consulta, Castellano distingue claramente dos grandes grupos: adultos y niños. “En los adultos, la pérdida auditiva es una de las más comunes, sobre todo en personas mayores que empiezan a notar que no entienden bien en las reuniones o que se pierden partes de las conversaciones. Es ahí cuando se deciden a consultar”, señaló.
En los niños, en cambio, predominan los problemas respiratorios y auditivos: “Rinitis, sinusitis, otitis: todo lo que tenga que ver con infecciones de las vías respiratorias superiores. Las otitis son especialmente frecuentes en invierno”.
Otro grupo importante de pacientes son los profesionales de la voz. “Docentes, locutores y personas que trabajan hablando suelen consultar por disfonías, sobre todo en épocas del año donde los cuadros virales afectan la garganta. En invierno, los resfríos y gripes son moneda corriente”, añadió.
Más allá de los horarios establecidos, el compromiso con la profesión no tiene pausa. “Uno está siempre disponible, incluso cuando está con la familia. A veces estás en casa con tu hijo y recibís el llamado: 'Tenés que venir'. La medicina tiene eso, no se corta nunca. Y si bien a veces es agotador, también es parte de lo que elegimos”, expresó
Sobre la actualidad de la profesión en San Francisco, Castellano es clara y declaró: “Creo que hay muy buenos profesionales. Córdoba tiene una excelente formación médica, pero también hay que decir que la salud, como la educación, no recibe el reconocimiento que merece. Esto genera que muchas especialidades comiencen a tener menos profesionales interesados, lo que lleva a una falta de médicos en algunas áreas”.
La falta de reconocimiento económico también es un factor que impacta. “Muchos médicos hacen guardias de forma permanente para poder sostenerse. Esto viene de hace tiempo, no es nuevo. Yo ahora cumplo 10 años como otorrino, y ya en mis primeras guardias veía clínicos de 50 años que seguían trabajando a ese ritmo para sumar un ingreso más. Siempre fue una profesión de mucho sacrificio”, recordó.
A pesar de las dificultades, Castellano sostiene la pasión con la que eligió su camino. “La medicina no termina nunca. Siempre hay algo nuevo para aprender o especializarse. Eso te obliga a estar en permanente formación”, comentó.
El caso que la marcó: más allá de lo clínico
Cuando se le pregunta por algún caso que haya dejado una huella imborrable, la doctora no duda en recordar una historia particular. “Atendí a un niño desde muy pequeño que nació con una pérdida auditiva genética en uno de sus oídos. Siempre venía acompañado por su mamá, que estaba embarazada. Lamentablemente, ella falleció en el posparto. El niño quedó con su papá y la familia, y continuamos con un proceso de acompañamiento muy especial”, expresó.
Ese niño fue intervenido en Córdoba con un implante coclear, en una cirugía realizada junto a su profesor. “Poder ayudarlo a oír del oído que no tenía audición fue algo muy fuerte para mí. Pero más allá de lo clínico, me impactó todo lo emocional: la pérdida de su mamá, su crecimiento, la resiliencia de su familia. Fue una experiencia que me marcó profundamente”, señaló.
Más que médicos: escucha, contención y humanidad
En esa historia se revela una dimensión clave de la práctica médica: el vínculo emocional con los pacientes. “Nosotros no solo damos diagnósticos o tratamientos, también somos un apoyo emocional. Muchas veces hacemos de psicólogos. Escuchar al paciente ya es un alivio para él, y también te conecta con lo humano de la profesión”, argumentó la profesional.
Por eso, en este Día del Otorrinolaringólogo, Castellano no duda en compartir un mensaje con sus colegas: “Que sigamos abordando al paciente como un todo y dándole el tiempo que realmente se merece. Más allá de los obstáculos y la falta de reconocimiento, lo más importante es ser un puente para que esa persona pueda transitar su problema de la mejor manera posible”.
El otorrinolaringólogo es el médico especializado en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades del oído, nariz, garganta, cuerdas vocales, glándulas salivales y cuello. Es una disciplina que combina conocimientos clínicos, quirúrgicos y terapéuticos, y que muchas veces se cruza con otras especialidades como la pediatría o la fonoaudiología.
Aunque no siempre está en el centro de la escena médica, su rol es indispensable para garantizar la calidad de vida de muchas personas. Porque oír, respirar bien, hablar, comunicarse sin dolor, son funciones esenciales para vivir plenamente.