Cuba después de los Castro
El corazón se detuvo en noviembre de 2016. El puño dejó de golpear la semana pasada. La era post Castro ha comenzado. Y las expectativas por los cambios que devuelvan la libertad al pueblo cubano existen, por más que los signos provenientes de las esferas de poder de La Habana se mantengan en las sombras.
Raúl Castro, el hermano de Fidel, histórico número 2 de la revolución cubana, anunció su retiro de la vida política activa en su último discurso pronunciado ante el Congreso del Partido Comunista de Cuba. En su mensaje, señaló que "seguiré sirviendo como un simple luchador revolucionario, dispuesto a hacer mi modesta contribución hasta el final de mi vida".
Esto significa que por primera vez desde 1959, Cuba ya no está gobernada por un Castro. El puesto más importante en la jerarquía de poder le corresponde ahora a Miguel Díaz Canel, actual presidente, nombrado por quien ha anunciado su retiro la semana anterior. Se da vuelta así una página de la historia que podría haber tenido alguna repercusión mayor en todo el mundo, pero que, sin embargo, casi pasó inadvertida ante el deterioro de la revolución comunista signado por la pandemia y una crisis social y económica muy profunda.
De todos modos, se abre una expectativa respecto del futuro de la isla ya sin ningún Castro en el poder. Los hermanos dirigieron el gobierno hasta en los más mínimos detalles. Su mano de hierro no dejó de advertirse en cada una de las decisiones. Sin embargo, en los últimos años comenzó un proceso que podría presagiar la aparición de pasos más concretos hacia una apertura y cambios que comiencen a desarticular la férrea y autoritaria dictadura comunista.
Desde 2011, pero especialmente a partir de 2016, se permitió a los cubanos operar legalmente en varias áreas de la economía. Así también hubo cambios en la administración de las empresas estatales siempre deficitarias y alejadas de cualquier estándar moderno em materia de servicios y se morigeró la cerrada planificación estatal, con lo que, tímidamente, llegaron algunas inversiones privadas.
Vale recordar que, en el Congreso del PC cubano de 2011, el propio Fidel Castro había señaladoque la economía de estilo soviético de Cuba estaba "excesivamente centralizada" y debía cambiar hacia un modelo donde "no se ignoraran las tendencias del mercado". En aquella ocasión, comenzó un proceso que podría hoy acelerarse y que, en definitiva, demuestra algo que a todas luces ha ocurrido en el resto del mundo. Tarde o temprano, la triste realidad del atraso y la carencia de libertad es la que derrota a la utopía comunista
No obstante, resta mucho por hacer más allá de la economía. En especial, en lo que se refiere a la posibilidad de que las libertades ciudadanas tengan efectiva vigencia alguna vez. Esto, por el momento, sigue siendo una quimera, aunque algunas protestas antigubernamentales han recrudecido. Y, como es de suponer, el régimen las ubica en el marco de la lucha ideológica que mantiene especialmente con la enorme comunidad cubana que emigró al sur de los Estados Unidos.
Hace varios años, una revista norteamericana describió a Fidel Castro como el corazón de la revolución cubana. Y a su hermano Raúl como el puño. El corazón se detuvo en noviembre de 2016. El puño dejó de golpear la semana pasada. La era post Castro ha comenzado. Y las expectativas por los cambios que devuelvan la libertad al pueblo cubano existen, por más que los signos provenientes de las esferas de poder de La Habana se mantengan en las sombras.