“Cuando los chicos hablaron, durmieron”
El caso de abuso sexual de tres menores en Plaza Luxardo sacudió a todo un pueblo. El abusador, de 55 años, fue condenado a 12 años de prisión. Los padres de dos de las víctimas relataron lo sucedido con el hombre, integrante de su círculo familiar, que cuidaba de los chicos, aunque en realidad era un monstruo para ellos.
Por Stefanía Musso
El 19 de noviembre se rememora el Día Internacional de Lucha contra el Abuso Sexual en las Infancias y Adolescencias. Ese mismo día, en los tribunales de nuestra ciudad, una condena dejó a la luz la importancia de la detección de la vulnerabilidad que pueden atravesar los niños.Padres devastados, sumidos en el dolor. Los ojos llenos de lágrimas y una bronca que incontenible. Pero en esa sensación hay también un respiro entrecortado porque a pesar de todo están más tranquilos. Ellos saben que el hombre que abusó de sus hijos durante años fue condenado el pasado viernes en los Tribunales de San Francisco a una pena de 12 años de cárcel por los delitos de "abuso sexual con acceso carnal, abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual simple con corrupción de menores", en perjuicio de tres menores de edad de su círculo cercano, cuando los pequeños tenían 4, 6 y 7 años.
Si bien en la requisitoria se toman en cuenta los abusos perpetrados entre 2019 y 2021, los hechos comenzaron con dos de las víctimas cuando tenían entre 2 y 3 años, aunque todo salió a la luz en enero de este año cuando la tercera víctima contó lo que le había hecho el hombre, lo que alertó a otros familiares. Fue allí que se enteraron de lo peor.
Con enorme fortaleza, los padres, acompañados legalmente por la abogada Ada Lucantis, eligieron a LA VOZ DE SAN JUSTO para dar testimonio luego de lograr la condena, mientras los chicos salen poco a poco de la pesadilla que vivieron durante años, con la valentía de denunciar y buscando que otras víctimas también lo hagan.
Del juego a la manipulación
"Cuando los chicos hablaron, durmieron", contó con lágrimas la mamá de una de las víctimas. Aun no lo creen, pero ese familiar que se sentaba en la larga mesa de los asados en Plaza Luxardo vulneró la infancia de tres menores de la familia.
A ese familiar, de 55 años, soltero, sin hijos, la familia no dudó en brindarle contención y espacio entre ellos. "Él estaba todos los fines de semana con nosotros, compartía momentos con nosotros y en cada reunión familiar que teníamos, él estaba presente", expresó el papá de otra de las víctimas.
Sin trabajo fijo, muchas veces era una especie de "cuidador" de los niños mientras los padres trabajaban largas horas en el campo. "Él lo cuidó durante mucho tiempo a mi hijo más grande y es el padrino de una de las víctimas. Había una confianza con él", aseguraron los padres.
Caramelos, uso del celular por mucho tiempo, juegos, regalos, juguetes. El condenado había creado un mundo de manipulación hacia los niños, hasta que los hizo caer en su trampa perversa. "A mí me llamaba la atención la cantidad de tiempo que jugaba con los chicos y siempre en lugares alejados", aseguró la mujer entrevistada.
Según la abogada, "él hizo todo un trabajo de control sobre los niños ´comprándole´ a través de regalos, juegos y llevarlos a pasear. Para los chicos, significaba un adulto sin límite, más flexible que les dejaba hacer más cosas de lo que se odia. Esto permitió demostrar el delito de corrupción de menores, rompiendo la estructura de la sexualidad de los niños siendo muy chiquitos".
Dra.Ada Lucantis
Los primeros signos
Los primeros indicios fueron los cambios de comportamiento y signos físicos de los menores. "Lo primero que observé fue que se escondía bajo la mesa y se tapaba los oídos, no hablaba y no podía entender qué le pasaba. También tenía signos físicos como dolor de cabeza que le causaba vómitos y no iba bien en el colegio, pero me decían que era normal. La psicóloga, otra profesional que consulté, me decía que lo que le ocurría era común, que no tenía nada y ya estaba pensando que estaba loca", afirmó la mamá de una de las nenas abusadas.
En el caso de otra víctima "tenía ciertos comportamientos que eran raros en ella, se enojaba y síntomas físicos, pero no imaginábamos que era por eso", aseguró el papá.
De todos modos, "sabíamos que algo pasaba porque los menores siempre estaban tranquilos, pero cuando él llegaba, se alteraban. Desconfiábamos de todo y de ninguno. Yo sabía que algo malo le estaba pasando, pero mi hijo no hablaba. Yo desconfiaba de él hasta que una vez lo seguí, pero no encontré nada", expresó uno de los familiares.
La valentía de denunciar
Miedos, incertidumbre, duda. Estos papás no sabían qué ocurría con sus hijos hasta que en enero de este año el abusador actuó una vez más, pero esta vez, con otra menor del seno familiar que estaba de visita y cuando ésta habló los familiares supieron lo peor.
Tras la denuncia de la tercera víctima, fue detenido de inmediato en el campo familiar y desde ese entonces estuvo preso en la cárcel de nuestra ciudad.
Si bien en la requisitoria se toman en cuenta los abusos perpetrados entre los años 2019 y 2021, los hechos comenzaron años atrás cuando los chicos tenían entre 2 y 3 años. "Les está costando tanto a los chicos salir de esto, sufriendo enuresis (incontinencia) y encopresis (evacuación involuntaria), dificultades en el estudio, en el sueño. En mi alegato pude decir que lo que presentó la fiscalía fue mínimo ante lo que sufrieron mis defendidos y más aún sabiendo que hay más víctimas".
Justicia por los chicos
Para la abogada, la Justicia actuó con prontitud y dio alivio y tranquilidad. "Este fue un caso inédito para los tiempos de la Justicia. Desde que fue aprehendido el 27 de enero de este año hasta el viernes 19 de noviembre, obtuvimos la requisitoria fiscal, la elevación a juicio, el juicio y la sentencia", dijo Lucantis.
"No era la condena que queríamos, pero era mayor a la que se conoce en otros casos de abuso", dijo uno de los representados.
Once fueron los meses de torbellino que vivieron estos familiares por sus menores. Pero lograron Justicia, que el abusador esté tras las rejas y que los niños vuelvan a dormir tranquilos. Con la condena, esperan que las otras víctimas del abusador se animen a denunciar.
El valor de la Ley Piazza y el abuso que no debe "prescribir"
La ley Piazza (26.705) de 2011 estableció que para los delitos de abuso sexual la prescripción empieza a correr cuando la víctima alcanza la mayoría de edad. En consecuencia, la ley 27.206 promulgada en 2015 es una importante contribución para que se visibilice una problemática compleja y oculta, como lo es el abuso sexual infantil ya que determinó que el curso de la prescripción se suspende mientras la víctima sea menor de edad y hasta que formule la denuncia.
Estas herramientas legales son fundamentales para poder denunciar y lograr que los abusadores, sin importa el tiempo que haya pasado del delito, tengan su condena.
Para Ada Lucantis, "la realidad indica que la mayoría de los casos de abusos infantiles, no se denuncian. Gracias a estas leyes cualquier víctima de abuso sexual, puede denunciar. Sin importar los años en qué se haya consumado este tipo de abusos".
Denunciar un hecho de abuso es liberarse de una pesada carga, es poner en conocimiento de la Justicia un hecho para que se investigue. Denunciar, es decir ´yo puedo, tengo ese poder´, es quitarse las amarras y el bozal; es rearmarse, es darse cuenta que se pueden juntar los pedazos y resurgir".
"El silencio mata, mutila, lacera y te hace cómplice. Denunciar es el transitar de una infancia rota a una completa", concluyó Lucantis.