“Cuando llegué a San Francisco me encontré con algo extraordinario”
Luis Juan Delfabro cumplió recientemente 90 años de vida. Se trata de uno de los hombres destacados de San Francisco, tanto por su trabajo como por su generosidad. Este empresario nacido en Colonia Rosa, fue uno de los impulsores del Parque Industrial y además donó terrenos donde se levantaron establecimientos educativos y el Archivo Gráfico y Museo Histórico.
Luis Juan Delfabro es uno de los hombres destacados de San Francisco, tanto por su trabajo como por su generosidad. Con sus 90 años recién cumplidos, este empresario nacido en Colonia Rosa, provincia de Santa Fe, fue uno de los impulsores del Parque Industrial de San Francisco desde 1971, siendo tesorero de la primera comisión.
En forma paralela tuvo activa participación social en distintas entidades locales y entre sus acciones solidarias más importantes se encuentra la donación de terrenos -entre los años 2000 y 2004- donde actualmente se erigen los edificios de la Escuela Superior de Bellas Artes "Raúl G. Villafañe" y el Conservatorio Superior de Música "Arturo Berutti", el Archivo Gráfico y Museo Histórico y la Escuela Bilingüe y Bicultural Dante Alighieri. Además Delfabro, quien posee tierras en Esquina, Corrientes, donó un Salón de Usos Múltiples (SUM) a una escuela de ese lugar que había sido dañada por una tormenta y debió volver a construirse.
"Con
todo lo que me había dado San Francisco, la única forma de devolverle algo era
donar esos terrenos", dijo Delfabro sobre las tierras donde se ubican
establecimeintos educativos de nuestra ciudad.
"La familia Delfabro era gente de clase media y en el ´35 perdieron todo, le sacaron la hacienda y eso a mí me quedó muy grabado. Afortunadamente la vida me llevó a recuperar cosas", señaló Delfabro a LA VOZ DE SAN JUSTO, quien aún recuerda, como el primer día, su llegada a San Francisco a comienzos de la década del cincuenta: "Vine con diez pesos que me prestó un tío de Villa Trinidad para pagar el pasaje, los cuales devolví. Vine acá y me encontré con algo extraordinario, había mucho trabajo, estaban haciendo las cloacas y habían traído el agua de Villa María", sostuvo.
Por ese entonces era un joven de 25 años que comenzó a trabajar en la metalúrgica Magnano, donde manejaba un torno. Al poco tiempo formó una sociedad con un conocido llegado de Clucellas, con un torno propio, pero no funcionó: "Fue un fracaso rotundo", reconoció.
Pero más tarde, ya por su cuenta, comenzó a reparar amortiguadores y criquets: "Eran épocas de mucho trabajo, en cada garaje había un torno y había trabajo para todos", rememoró.
En 1954, Luis contrajo matrimonio con Emelda Restelli, con quien tuvo tres hijos (dos mujeres y un varón): "Mi mujer fue el puntal de todo lo que hice en San Francisco", reconoció. La pareja se mudó a calle Libertad al 2200, lugar donde además comenzó a funcionar el primer galpón donde se fabricaban amortiguadores.
A medida que pasaba el tiempo la empresa fue creciendo y el último recuerdo es la fábrica ubicada en la esquina de las avenidas Cervantes y Universidad, donde hoy funciona Sachs, firma alemana que adquirió la planta local en 1997.
"La
familia Delfabro era gente de clase media y en el ´35 perdieron todo", recordó
Luis Delfabro, quien se convirtió en 2015 en ciudadano ilustre de San Francisco,
al ser reconocido por el Concejo Deliberante de nuestra ciudad
Visionario
Tras la venta de la empresa, Delfabro indicó que debió pensar en qué invertir: "Decidimos invertir en el campo que era algo que conocíamos". Sin embargo, la venta de la empresa le generó un importante problema de salud del que supo salir adelante.
Agradecido con la ciudad que lo adoptó como propio, Delfabro analizó con Emelda cómo devolverle a San Francisco lo obtenido: "Con todo lo que me había dado San Francisco, la única forma de devolverle algo era donar esos terrenos" ubicados sobre avenida de la Universidad.
Su generosidad y tenacidad para el trabajo le valió ser reconocido en 2015 como ciudadano ilustre.
Campeón nacional de tiro en alguna oportunidad y aficionado a la caza, Luis Delfabro sostiene que sale poco pero que no se pierde las tardes de café en el bar de la terminal de ómnibus: "Tenemos la mesa radical, no hay que fallarle a los correligionarios", dijo entre risas.
Al ser consultado sobre cómo ve la marcha del país, Delfabro respondió: "Va bien, lástima que la gente es demasiado ansiosa y se pide más de lo que se puede hacer; yo creo que vamos a salir adelante".