Cuando la escuela se resignifica a sí misma, los chicos vuelven
Con la apertura del Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa en la Escuela "Lucía Vaira de Aimetta", se busca revertir la alta tasa de deserción escolar que registra el barrio La Milka. Pero la experiencia es mucho más que un número, y la cuentan sus protagonistas.
Volver a sentir el olor a cuaderno nuevo, a tinta de lapicera; al líquido de lampazo en las baldosas. Volver a caminar las calles del barrio hasta ver el "Lucía Vaira de Aimetta" en el frente del edificio. El patio cubierto. Los pasillos hacia el aula. Volver a la escuela que te vio crecer, donde encontraste cosas que quizás aún hoy mantenés latentes y cotidianas, es una cuestión. Pero volver a la escuela primaria que te vio crecer como persona para finalizar el colegio secundario, que tuviste que dejar o abandonaste, es una historia completamente diferente.
La apertura del Programa de Inclusión y Terminalidad Educativa, que depende del Ipem Nº 96 "Prof. Pascual Bailón Sosa" y funciona en la Escuela "Lucía Vaira de Aimetta" en barrio La Milka, redefine, replantea, busca otras alternativas a los programas educativos del resto de las escuelas secundarias de la provincia. Es una puerta que se abre a las 18.30 y que ofrece una nueva oportunidad para volver a sentir, caminar, transitar y terminar el "cole".
Brenda Bustos (17) y Camila Ferreyra (16) son solo dos protagonistas de esta historia de inclusión. Ambas nacidas y criadas en el barrio; ambas alumnas de la primaria del barrio; que hoy vuelven a lo que para ellas es un lugar lleno de recuerdos felices.
Tanto Brenda como Camila iniciaron su trayecto en el enseñanza media en el Ipem 145 "Dr. Francisco Ravetti". Brenda tras repetir dos años el primer año decidió abandonar la escuela en 2014. Para Camila, la causa de la deserción fue otra. Con muchas complicaciones de salud, ella cursó y finalizó primer año, no pudo cursar segundo en el colegio, sino que lo hizo a través de la escuela hospitalaria y pudo terminar el segundo escalón, para volver al Ravetti el año pasado, empezar a cursar tercero y de nuevo, no poder concluirlo. Casi un año después, aprovechando la oportunidad del PIT y en el barrio, decidió regresar.
-¿Por qué decidieron volver a la escuela, terminar la secundaria?
-Brenda Bustos: Quise volver porque a este colegio fui de chiquita y conozco a todos acá y porque quiero terminar la secundaria. Hoy, sin el secundario es muy difícil encontrar trabajo, ni barrer una casa podés. A parte, me gustaría poder seguir estudiando.
-Camila Ferreyra: Ya que por cuestiones de salud no pude terminar, se me dio esta oportunidad. Tengo ganas de seguir estudiando.
-Brenda, a diferencia de Camila, vos estuviste tres años sin ir a la escuela ¿Qué hiciste en este tiempo? ¿Pensabas en qué alguna vez ibas a finalizarla?
B.B: Estuve trabajando en la tienda de mi tía. Pensaba en volver, y cuando vi esto del PIT, me di cuenta que podía hacer las dos cosas: trabajar a la mañana e ir a la escuela a la noche.
Cuando Brenda vio en Facebook que podía terminar lo que alguna vez había abandonado, se levantó una mañana y se fue a anotar sola. No le avisó a nadie. Dice que cuando le contó a su mamá, ella se puso muy contenta.
La vuelta de Camila a la escuela generó, por casa, una satisfacción parecida. "Mi mamá me apoyó en la decisión que tomé de poder terminar el colegio. Me dijo que estaba bien tener un futuro mejor. Está contenta", explica la joven.
Un barrio con alta deserción escolar
Sabrina Alegre es la coordinadora pedagógica del PIT del colegio Bailón Sosa en la Escuela Aimetta. Para la docente, que el PIT funcione en barrio La Milka resulta clave "La mayoría de los alumnos es de La Milka, pero están llegando de otros sectores, de otros barrios. Lo ideal sería trabajar focalizado en el sector. Hace cinco años, cuando el Bailón Sosa presentó el proyecto de PIT, demostró que hay muchos chicos que quedaron afuera de la escuela, porque evidentemente la escuela falla en algo y queríamos que regresaran".
Alegre indicó que el Ipem 96 trabaja mucho desde la inclusión, desde el derecho a la educación y tiene un grupo de gente que "le pone mucho el cuerpo a eso".
Estudios demuestran que La Milka presenta una de las tasas más altas de desescolarización del territorio sanfrancisqueño y lo atribuye a que no existe una escuela secundaria en ese sector, entonces, este PIT viene a suplir esa necesidad territorial".
Brenda y Camila son parte de esa taza de desescolarización del barrio. Y son además el vivo ejemplo de la necesidad de una escuela secundaria en esa parte del sur de la ciudad.
Sabrina Alegre, coordinadora pedagógica del PIT
El PIT, otra escuela posible
"La escuela juega un rol social. Hoy tiene que estar comprometida socialmente. Es fácil hacer una escuela para pocos, donde dos más dos son cuatro. Hoy la escuela no puede ser eso. Ahí se juegan las tensiones porque la escuela no lo puede todo, y tampoco puede hacer que estén todos acá", se explayó Alegre.
"Hay tensiones sociales donde el estado se tiene que hacer cargo y tiene que resolverlas. Creo que el PIT viene a desconstruir el formato escolar; que el pibe pueda hacer su cursada, más allá del tiempo ideal que sería en cuatro años, porque no sirve tampoco el estudiante crónico; es necesario que se le reconozcan todas las materias; que pueda optar por espacios curriculares; se trabaje con proyectos donde entren distintas materias. El PIT es un dispositivo que entra en tensión con los pibes, sus tiempos, su cultura", dice la docente mientras hablamos sobre el objetivo del programa, el rol del estado en la educación y el de la escuela en la sociedad.
Las chicas también lo perciben así. Camila va a decir que por ejemplo, la modalidad de dos materias en uno, que el PIT ofrece en algunos casos hace mucho más divertida la clase, la relación entre alumnos y con los docentes.
Los docentes juegan otro papel fundamental. Los chicos y chicas que se anotaron, hoy cursan y decidieron terminar en el PIT, lo hicieron con el futuro, su futuro, entre ceja y ceja.
La contención pedagógica resulta vital en todo el proceso, porque acá los chicos no cruzaron los 18 años, todavía la madurez temprana no los chocó de frente, todavía necesitan de la escuela y la escuela se juega en ellos su rol, su verdadero rol, que ya no es el que era y menos cuando se hace de noche en la Aimetta.
Camila y Brenda cursan hoy 9 materias. No tienen ninguna favorita. Volvieron a la escuela porque quisieron. Porque les gustaría seguir estudiando y porque lo creen fundamental para su vida. El PIT es para ellas, volver a un lugar feliz y que eso sea una escuela, es una posibilidad imperdible para el sistema educativo.