Arquitectura
Cuando la ciudad se enciende: la ingeniería detrás de una Navidad iluminada
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Diciembre transforma el centro y avenidas. "El primer año en 25 de Mayo pusimos casi 800 guirnaldas. Era demasiado. Hoy ya sabemos qué poner y qué no”, dijeron desde MyM Light, la encargada de la decoración navideña.
Las fiestas de Navidad y Año Nuevo tienen algo que se repite año tras año: la expectativa. Las ciudades se preparan de una manera especial, cambian su ritmo cotidiano y se visten de luces, colores y símbolos que apelan a la memoria colectiva. En San Francisco, esa transformación del centro urbano ya es parte del paisaje emocional de diciembre. Árboles iluminados, cruces de calles intervenidos y nuevas piezas lumínicas no aparecen por casualidad: detrás de esa postal hay planificación, diseño y un trabajo técnico que empieza mucho antes de que se encienda la primera luz.
Desde hace siete años, la ingeniería en iluminación de MyM Light es la encargada de pensar y ejecutar la decoración navideña del centro de la ciudad. La firma está integrada por Mauricio Morini y Maximiliano Morini, quienes, junto al municipio, fueron ampliando una propuesta que hoy abarca buena parte del corazón urbano y que se consolida como una marca reconocible para vecinos y visitantes.
La luz como lenguaje urbano
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“Hace siete años que venimos haciendo la propuesta del centro y todos los años, junto con la municipalidad, armamos una idea conjunta para la decoración”, explica Mauricio Morini en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO. El eje, desde el inicio, estuvo puesto en la iluminación como herramienta de diseño urbano. “Siempre la idea es trabajar desde lo lumínico, cómo darle vida al espacio público en una época donde la gente disfruta mucho estar en la calle”, agrega.
Del primer árbol al centro expandido
El recorrido comenzó de manera más acotada. “Arrancamos con el primer arbolito en la vieja fuente de la Plaza Cívica”, recuerdan. Ese primer gesto fue el puntapié inicial para un crecimiento sostenido. “Ya hace tres años que levantamos los cruces de calle, sobre todo el 25 de Mayo y Libertador Norte y Sur. Ahí cambió el concepto”, señala Maximiliano Morini. Hoy, la intervención incluye ocho cuadras de 25 de Mayo, desde Buenos Aires y Alberdi hasta Moreno, y Libertador Norte y Sur, desde la Plaza Vélez Sarsfield hasta la Plaza General Paz.
La incorporación de nuevas piezas también forma parte de esa evolución. En la temporada actual se sumó una esfera lumínica ubicada junto al árbol principal. “Este año incorporamos la esfera con tecnología pixel LED, que permite cambiar de color las tiras y darle más vida a ese sector, sobre todo a la plaza”, detallan. Se trata de un elemento que no sólo aporta impacto visual, sino que también introduce un lenguaje más contemporáneo dentro de la decoración tradicional.
Una nueva escena para el corazón de la ciudad
La decoración de este año dialoga de manera directa con la nueva Plaza Cívica y la reciente apertura de la avenida Libertador, generando una escena urbana renovada. La obra pública y la iluminación se potencian entre sí, construyendo un centro distinto, más abierto y contemporáneo. La combinación entre el nuevo espacio, la circulación ampliada y la intervención lumínica da lugar a un paisaje único, donde arquitectura, diseño y tecnología se funden en una experiencia que redefine el uso y la percepción del área central durante esta época del año.
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Uno de los aspectos centrales del proyecto es la modalidad de trabajo. MyM Light no sólo diseña, sino que también monta y mantiene toda la instalación. “Nosotros le vendemos, en este caso al municipio, el servicio completo: hacemos el montaje de toda la iluminación, pero con equipos públicos”, explican y agregan que el mantenimiento es muy demandante, debido a que los equipos están al aire libre.
Desde el punto de vista técnico, la apuesta es clara. “Hoy todas las luces son LED”, remarcan. La elección responde tanto a criterios de eficiencia energética como de durabilidad. Sin embargo, trabajar en exteriores implica desafíos constantes. “El aire libre tiene muchas variables: agua, lluvia, viento, sol, tierra. Hay mucho mantenimiento”, explican. La experiencia fue clave para ajustar decisiones. “El primer año en el 25 de Mayo pusimos casi ochocientas guirnaldas. Era demasiado. Hoy ya sabemos qué poner y qué no, aprendimos con el tiempo”.
Trabajar cuando nadie mira
Buena parte del trabajo ocurre cuando la ciudad duerme y el ruido cotidiano se apaga. Es en ese silencio nocturno cuando ellos salen a escena, casi sin testigos, para transformar el espacio público. “Es un trabajo que no se ve. Se hace de madrugada, cortando calles”, cuentan. Mientras la mayoría descansa, el centro se va reconfigurando paso a paso, cable a cable, hasta que la sorpresa queda lista para el amanecer. El montaje se concentra en lapsos muy cortos. “Son veinticinco pasacalles, casi ochocientos focos. Hay que hacerlo rápido porque hay una fecha que sí o sí tiene que estar terminada”. Así, la ciudad se acuesta de una manera y despierta distinta, iluminada, con una escena nueva que irrumpe y sorprende a quienes vuelven a transitarla.
La coordinación con otras áreas también es clave. “Es un trabajo conjunto con los arquitectos de la municipalidad. Ellos proponen ideas desde la arquitectura y nosotros somos la parte técnica”, explican. No todas las ideas logran materializarse. “Muchas veces la idea es buena, pero después hay que ver si se puede desarrollar. El tiempo juega mucho en contra”, reconocen. Este año, en particular, los plazos se ajustaron. “Un trabajo pensado para tres semanas se hizo en una”, relatan.
Aun así, el balance es positivo. “La gente ya reconoce que somos nosotros los que lo hacemos. Todos los años preguntan qué va a haber de nuevo”, dicen. Ese reconocimiento genera un compromiso adicional. “Para nosotros es un desafío permanente: siempre ir para adelante, nunca menos”, asegura Maximiliano Morini.
Más allá de la estética, los Morini destacan el valor simbólico de iluminar la ciudad. “Da vida, da movimiento, es otra ciudad”, afirman. Incluso proyectan otras intervenciones posibles, como la iluminación de plazas u otros espacios. “Nos gusta ser parte de esa transformación y ver cómo la gente lo disfruta”.
La iluminación está completamente automatizada en gran parte del sistema. “Se enciende con la caída del sol, de manera automática”, explican. Sin embargo, en los sectores con mayor circulación peatonal, como ocurre con el árbol de Navidad, un pino emblemático y ya representativo de la Plaza Cívica, el encendido es manual por una cuestión de seguridad. “Hay chicos siempre dando vueltas por el sector, entonces hay que ser cuidadosos. Cuando se pronostica tormenta fuerte, directamente no se enciende”. Esa combinación entre tecnología y control humano permite cuidar tanto la instalación como a quienes se acercan a disfrutarla de cerca.
Para MyM Light, diciembre es el mes más intenso del año y no sólo por el trabajo en el espacio público. “Es la fecha más exigente”, dicen entre risas. “En una semana te llaman para fiestas, recepciones, o empresas que quieren darle una marca navideña”. La agenda se multiplica y muchas veces obliga a dividir equipos y esfuerzos. “Hemos llegado a estar trabajando en tres localidades distintas al mismo tiempo”. Aun así, el desafío se renueva cada año y confirma a las fiestas como el momento donde la iluminación se convierte en protagonista de eventos, celebraciones y encuentros.
Cuando las luces se encienden y la ciudad cambia su fisonomía, el trabajo queda expuesto. Pero detrás de esa escena festiva hay planificación, ensayo y error, noches largas y decisiones técnicas que buscan un mismo objetivo: que el espacio público se transforme en un lugar de encuentro. Y que, al menos por unas semanas, la ciudad vuelva a brillar de una manera distinta.
