Cuando “El hombre de la vaca” anduvo por San Francisco
Fue uno de los grandes personajes nacionales de la década del 30. Se lo identificaba fácil, por su porte, pero en especial por su amiga inseparable: una vaca que paseaba por los sitios más ilustres de Buenos Aires, abonando el suelo que pisaban.
Por Mnauel Montali | LVSJ
Omar Viñole.
A priori, este nombre puede no significarle nada a la mayoría. Pero fue un gran personaje nacional. Gran en el sentido de inefable, imposible de abarcar por la cantidad de atributos que asumió. Quizá algún memorioso lo recuerde mejor por su apodo: "El hombre de la vaca".
En Buenos Aires se hizo conocido con este mote a raíz de los pintorescos paseos que daba acompañado de un ejemplar bovino, por alguno de los lugares más característicos de la capital nacional, lo que le granjeó alguna que otra primera plana de "Crítica". Pero no era un simple transeúnte estrafalario. Esto no era sino una manera de llamar la atención para dar a conocer sus muy excepcionales reflexiones, recogidas en un buen puñado de libros (nada menos que 43), con títulos-anzuelos también hilarantes como "A usted le sale sangre", "El hombre que se depiló la ingle", "Cómo vienen al mundo las palabras" o "Lo que opina la vaca de Buenos Aires". Las tapas no eran menos llamativas. Marketing puro y de avanzada.
En los medios nacionales se lo definía como humorista, filósofo, poeta, escultor, veterinario, profesor, deportista, polemista, orador, político, religioso... Y el escándalo era el trampolín para hacer oír sus reclamos en plena década infame. Llegó hasta protagonizar una pelea de catch en el Luna Park.
Es decir, mezcla rara del penúltimo linyera y el primer polizonte en el viaje a Venus. "Filósofo, inconformista, rey del absurdo o de la sanata". Así se lo cita en el "Libro de los Cien Años" del Centro de Estudios Históricos de San Francisco, en un capítulo trabajado por Carlos Montiel e historiadores locales, basado en un informe del periodista de LV27, Carlos Hermanzon.
¿Por qué aparece en la historia local? Porque lo más interesante para nuestra parte del mundo es que Viñole estuvo aquí, afilando las garras, a fines de 1929, y dejó su huella. En nuestra ciudad abrió una polémica pesada con Alberto Cirelli, veterinario municipal que además estaba al frente de la Sociedad Rural. Es decir, en San Francisco, el futuro "Hombre de la vaca" se midió con un peso pesado del agro local. Y se midió desde la palabra, y desde los puños.
Las explosivas reflexiones de este veterinario formado en Córdoba quedaron inmortalizadas en ¡43 libros!
Poética de lo indefinible
Viñole había nacido en Bragado en 1904. Era hijo de un subcomisario de policía vinculado al conservadurismo, y despromovido en 1916 por la intervención radical. Entre la realidad y la mitología, se suelen citar en el currículum de Omar estudios particulares y experiencias en Europa.
Lo cierto es que no era ningún improvisado, y algo sabía de agronomía y veterinaria. Había egresado con ese título de la universidad de Córdoba. "Hay tanto bestia con título, que un hombre que no lo fuera en 1932 inspiraba duda", decía. Pero era sobre todo un polemista, y de munición gruesa.
En la "Docta" ya se hacía sentir desde hacía rato. Además de una frenética actividad como expositor y representante de esa ciudad en congresos académicos, había fundado una sociedad protectora de animales, una revista satírica y una casa de altos estudios: la Universidad Popular del Pueblo "San Martín", conocida como "la universidad al aire libre y sin techo", que funcionaba en una plaza y brindaba los títulos de Ingeniero de Sonido, Doctor en Depravatius Causas y Doctor en Dignidad. Él era rector y catedrático. En algún momento, aspiró a la gobernación.
Por cuestiones de un destino efervescente (al mismo tiempo que se casaba, tenía una hija y se separaba), arribó a San Francisco. Las crónicas sitúan su llegada con imprecisión, a fines de 1929.
El némesis que aquí se eligió, Cirelli, era un profesional. Había instalado en nuestra ciudad el primer laboratorio que producía especialidades medicinales para ganadería. Sumamente respetado, no era casualidad su rol como representante del agro en diversos ámbitos.
Pero Viñole lo tomó de punto. Apelando a libelos y solicitadas en medios de prensa, fue cuestionando su reputación como veterinario del municipio. Al fin, cansado de esta persecución, Cirelli terminó cediendo el cargo, que era más simbólico que redituado en materia económica. Quien lo ocupó fue, por supuesto, Viñole.
Cuentan que, no contento con esto, el veterinario bonaerense siguió atacando a su antecesor, hasta que cierto día apareció con un ojo en compota y la decisión de no insistir en contra de Cirelli. Si este o algún vengador anónimo fue el autor del desagravio, nunca se supo.
Lo cierto es que Viñole ejerció su ansiado cargo de veterinario municipal por muy poco tiempo, ya que para los primeros días de 1930 fue forzado a presentar la renuncia.
Viñole se paseaba junto a un ejemplar bovino y convocaba multitudes para pronunciar sus afilados discursos en plena década infame.
Lo que opina la vaca de Buenos Aires
San Francisco ya le quedaba chico. Pero lo mismo le pasaría en Buenos Aires, tras su mudanza a la gran ciudad a fines de 1934. Viñole, como supo demostrar en "A usted le sale sangre", lo tenía claro: "Nosotros los locos, somos hombres de carne y hueso, que litigamos con Dios únicamente".
Sobre la época infame que le tocaba vivir, decía genialidades como: "Ya no queda más fuente de recurso para vivir, que la miseria".
La década del treinta asistió a su mayor esplendor y popularidad, apelando a cualquier escándalo para hacerse oír, caminando siempre una fina soga entre la admiración y el repudio. Ello incluyó desde discursos en los que se iba desnudando mientras hablaba hasta una pelea de catch en el Luna Park en 1935, en donde midió sus 114 kilos y 1,84 de estatura contra el ruso Martín Zikoff. Estaba recibiendo una paliza, pero ganó por descalificación del rival. Por supuesto, no faltaron los muchos altercados con la policía culpa de su amiga eterna, la vaca, a la que llevaba de aquí para allá, por los lugares más ilustres (academias, Jockey Club, Congreso), aportándole alguna que otra dosis de medicamentos que ayudaban a la rápida y abundante digestión de su compañera. El gobierno, la burguesía, la burocracia, la iglesia... No había institución a salvo de don Omar.
Humorista de altura, no era chiste tenerlo enfrente. Inteligente, cínico, mordaz, bien instruido, pero soez cuando lo creía necesario. Mejor era mirarlo de lejos, leerlo de lejos, y suspirar aliviado de no ser blanco de sus críticas.
Era admirador de Cristóbal Colón y Domingo Sarmiento. Lector de todos los clásicos. Y entre sus amigos citaba a Enrique González Tuñón y Deodoro Roca, por ejemplo. Pablo Neruda se reunió con él en una oportunidad en un restaurante, y dejó registrado que el filósofo lo saludó con un "¡Sentáte, Omar Viñole!", para luego explicarle que procedía de esa manera porque en ese local había muchos que solo lo conocían de nombre y no lo querían, y más de uno con ganas de darle una paliza, por lo que él prefería que en todo caso le pegaran al escritor chileno.
Hoy, no hubiera faltado en algún "Bailando por un sueño". Por supuesto, siempre provocador, no habría enfrentado el carnaval de la TV de la mano de una vedette, sino de su infaltable ladera: la vaca.
A fines del treinta fue bajando decibeles, pasando de fundar una "Escuela de Meditación" en El Tigre a buscar asilo religioso entre los franciscanos. Con la llegada del peronismo a la arena política, regresó brevemente de su aislamiento para pasar a militar con su pluma en medios periodísticos. Figuró como precandidato a diputado en 1946, pero renunció antes de las elecciones. Dedicó sus últimos años a publicar un semanario, además de a la escultura y la pintura, que lo llevaron a presentar varias exposiciones en la capital y el interior, hasta su muerte en 1967.
La ciudad no lo recuerda. Probablemente nunca volvió. Nunca es tarde igual para seguir sus enseñanzas y mirarnos en el espejo del noble animal que acompañó su vida, y de esa manera preguntarnos: ¿qué piensa la vaca de San Francisco?