Cuando el fútbol es un velorio
Emanuel Balbo tenía 22 años. Fue a la cancha a ver al equipo de sus amores: Belgrano de Córdoba. Todos sabemos cómo terminó la historia. Pero resta entender por qué y allí, se abre un sinfín de interrogantes sobre las causas que trasladan a la cancha la violencia que nos atraviesa a diario.
Por Manuel Ruíz
"¿Para qué viene?" "¿Qué sentido tiene venir si sabe que le puede pasar esto?". Estoy sentado en uno de los escalones de la popular Artime del estadio Mario Alberto Kempes, tribuna que lleva ese nombre en el máximo estadio provincial porque ahí siempre va la parcialidad de Belgrano.
Acaba de terminar el primer tiempo, del hasta entonces Belgrano 0 - Talleres 0, y tengo los ojos clavados en la parte de alta de la popular Willington, histórico lugar de Talleres en el "cható" y que el sábado solo ocuparon hinchas "piratas" ante la vigencia de esa medida que establece que en Primera División no pueden asistir hinchadas visitantes a los partidos.
El clásico de Córdoba que se vuelve a jugar en Primera después de 15 años es de una sola hinchada esta vez, y cambiará de colores cuando dentro de un par de fechas los clubes más grandes de la provincia se vuelvan a ver las caras pero con Talleres como anfitrión.
Cuando se abre un círculo así en una tribuna, siempre es por la misma razón: alguien se está peleando con alguien. Normalmente son dos o más que representan a diferentes facciones que bregan por el poder económico, político y social que da ocupar el centro del graderío, ser "la barra". Pero en este caso, solo puede ser por otro motivo, a ese que le pegan es de Talleres, vino "de infiltrado" y alguien se dio cuenta y entonces ahora recibe golpes a diestra y siniestra mientras baja a toda velocidad los escalones de la tribuna y lo tiran por uno de los para avalanchas que da a uno de los accesos.
Nadie sabía toda la historia detrás de Emanuel Balbo (22), el joven hincha de Belgrano que falleció días después de esa golpiza en la tribuna. Nadie. Todos los hinchas, incluido este cronista que el sábado ofició de hincha, decidieron instintivamente preguntar para que tenía que ir a la cancha si sabía que podía pasarle eso, y no ¿por qué le tenemos que pegar a alguien así, cobardemente, tan cobardemente, hasta obligarlo a saltar para que horas después pierda su vida? Esa pregunta vino mucho después. Demasiado después y entre lágrimas, cuando era tarde, como siempre.
De hincha a hincha
Ya pasaron seis días del suceso en el Kempes. Emnauel Balbo falleció el lunes en el Hospital de Urgencias de Córdoba y hubo manifestaciones de hinchas en barrio Alberdi, hubo un velorio masivo, su nombre estuvo en todos los diarios del mundo. Y Marcos Chicharo, presidente de la Filial "Piratas del Este" de Belgrano y Carlos Beltramone, secretario de la Filial "Diego Garay" de Talleres en nuestra ciudad, tratan de explicar y entender qué pasó con Emanuel.
"Uno se siente seguro en la cancha, uno va con la familia. Yo hace años que no tengo problemas, no vivo disturbios. Belgrano hace años que no tiene problema de barras, voy tranquilo y si te vas a margado es por un resultado deportivo adverso, ya ni siquiera por inseguridad, porque tiempo atrás tenías que estar atento a que no te roben una billetera, un teléfono. Uno va a la popular de Belgrano tranquilo y está lleno de familias completas, abuelos, nietos, y vas sabiendo que en la cancha no pasa nada. Casualmente al clásico, yo con la idea de ir con toda la familia, saqué una platea, dejé la popular y fui no solo con mi señora y mi nena con quienes acostumbro ir a la cancha, sino que además fui con mi sobrino, ahijado, mi suegro, mi cuñada... ¿qué podía pasar en un clásico con todos hinchas de Belgrano? Y pasó. Pasó algo que creo es una muestra más de la enfermedad de la gente, la enfermedad de la sociedad", relata Chicharo.
"En un momento, gritaron que Emanuel era hincha de Talleres y lo agarraron treinta personas con la intención de matarlo a trompadas porque era un hincha de la T entre los hinchas de Belgrano", agrega.
Entonces, "no entendés porqué la cancha se descontrola, porque en Córdoba Capital tenés en una familia un hermano que es de Belgrano, el otro de Talleres y el papá de Instituto. Todos bajo un mismo techo. Los que trabajan en un fábrica se cargan todos los días en los almuerzos y no sale ninguno apuñalado; en el baile lo mismo. ¿Por qué en la cancha sí?", se pregunta Chicharo y deja un interrogante abierto, que resulta vital en esta discusión que hace mucho tiempo dejó de ser novedad, pero no noticia.
Y Beltramone aporta: "Hoy por hoy, yo voy a la cancha con mi hijo. Yo voy a platea y él va a la popular solo, tiene ahí a sus amigos, todos niños. El sale de la popular, me busca en la platea y nos vamos. No se siente en la cancha de Talleres el clima que se sentía años atrás cuando el club estaba realmente sumergido, donde había un ambiente hostil, hoy muchas familias han vuelto a ver a Tallere".
El 318
"El sábado nos tocó volvernos mal, nadie hizo un comentario del partido, nos olvidamos del clásico, fue feo estar con la familia y ver que caía un muchacho al vacío por la boca de entrada a la tribuna, fue lamentable; que la familia lo vea, que aquel que no ve futbol vea eso. A mí, este caso me preocupa más por qué ocurrió donde no va la barra. Ocurrió en una popular que se abrió especialmente para este partido, para el público local, y ocurrió entre personas que no son barras. Es más preocupante lo que pasó el sábado que cuando se pelean las fracciones de una barra que uno ya sabe porqué se pelean. Creo que el problema es que el violento es violento en cualquier lado. En una sociedad llena de femicidios, esto es una muestra más de todo eso", dice Chicharo.
La ONG "Salvemos al Fútbol", entidad que lucha desde hace años para parar la locura dentro de las canchas y evidenciar los lazos que unen las tragedias dentro de los estadios con la política, policía y otros intermediarios con nuestro fútbol, cuanta desde 1922, 318 muertes vinculadas al deporte rey. Emanuel Balbo es el número 318.
Tratar de erradicar la violencia en torno al fútbol ha sido siempre la explicación de lo imposible. Nadie ha podido, siempre ha sobrevivido y se sigue manifestando de las más diversas maneras.
El caso Balbo sigue demostrando que nos hacemos las preguntas incorrectas, buscamos los métodos inadecuados, mantenemos estructuras corruptas alrededor del balón pero sobre todo, que la cancha sigue siendo ese lugar donde se exacerba todo eso que está mal en la sociedad: la violencia, la homofobia, la xenofobia, el sentirnos superior al otro con la sutileza que todo eso cuelga de ese hilo tan frágil que es la tensión. Ese hilo se cortó de nuevo el sábado, estalló para el lado de la ira, como un gol en contra, se murió un chico de 22 años. Por decisión popular.
Acaso, la pregunta que queda siempre al final de todo esto sea ¿por qué somos violentos? ¿Qué nos hace, nos hizo, nos sustenta como violentos?
Un nuevo detenido en la causa
Un hombre de 40 años fue detenido hoy sindicado como el presunto autor del robo de las zapatillas de Emanuel Balbo.
De acuerdo con los datos suministrados a Télam por una fuente judicial, el detenido fue identificado como Hugo Acevedo e imputado por el delito de "hurto calamitoso" (aprovechamiento del infortunio de la víctima), al ser sospechado como autor del robo de las zapatillas de Balbo mientras agonizaba en el piso del estadio.
La causa ya suma siete detenidos desde el pasado lunes. Además de Acevedo están alojados en el penal provincial de Bouwer: Oscar "Sapo" Gómez (36), Martín Vergara (20), Pablo Robledo (18), Yamil Salas (22), Matías Oliva (20) y su padre Cristián Oliva (42), imputados por el delito de homicidio agravado por la Ley de Deportes.
Balbo murió como consecuencia de las graves heridas sufridas en la cabeza por el fuerte golpe que sufrió cuando fue lanzado desde la tribuna Willington.
Para la fiscal Liliana Sánchez, a cargo de la investigación, "Sapo" Gómez está sindicado como el 'instigador' del incidente fatal al señalar a Balbo como un supuesto simpatizante de Talleres, lo que ocasionó la reacción y la posterior agresión de un grupo de hinchas de Belgrano.