Cuando el apocalipsis se hizo película
Un cineasta exitosísimo se embarca en la misión de hacer una película sobre la locura de la guerra, sin imaginar que ese rodaje los irá hundiendo a todos en una representación bastante vívida sobre el infierno, el absurdo, el horror.
Por Manuel Montali | LVSJ
La Nellie, una yola de crucero, giró sobre el ancla sin el menor movimiento de las velas y quedó inmóvil...
Francis Ford Coppola, uno de los directores del momento después de un exitaso como "El padrino", iba de acá para allá con un libro bajo el brazo, el libro que comienza con la introducción a esta nota: "El corazón de las tinieblas".
La obra de Joseph Conrad, esa maravilla breve y febril sobre el desastre de la colonización en África, lo incendiaba, lo inspiraba. Él quería hacer una película basada en el libro, en el absurdo de gente disparando contra la selva, una película sobre todos los fuegos, el fuego, todos los horrores, el horror: el del hombre contra el hombre. Lo adaptaría a su manera, por supuesto, para que tocara una fantasía mucho más cercana que el desembarco europeo sobre África: la guerra de Vietnam, cuando los cadáveres de los últimos soldados estadounidenses que fueron a poner la cara por esa causa no habían llegado a enfriarse... una locura antipatriótica ya de por sí bastante polémica.
La filmación de "Apocalypse now", la película en cuestión, debía extenderse por unos 120 días. Pero duró más del doble. Y que eso fue poco al lado de los cuatro años totales de producción. Alguien dijo una vez que Francis Ford Coppola no hizo una película sobre la guerra, que hizo una guerra. "¿Apocalypse when?", escribió un periodista jocoso sobre esta obra interminable, sin guión ni final, con cintas que acumulaban 370 horas de filmación. El rodaje en la selva filipina no se privó ni de un huracán.
Del director-productor se ha llegado a decir que tuvo que hipotecar su casa, que contempló el suicidio en varias ocasiones y que bajó entre 30 y 50 kilos en su descenso al infierno. Que muchos actores rechazaron el protagónico hasta que lo asumió Martin Sheen, con la consecuencia de sufrir un infarto en plena faena. Que la delgada línea en este caso fue la que demandaban determinados intérpretes para cumplir sus roles. Que el costo del filme se multiplicó en consonancia con la misma cantidad de kilos que perdió el director y que mejor hubiera sido que demandara de antemano un presupuesto digno del belicismo. De hecho, fue en su momento el más caro de la historia.
El protagonista, Marlow en el libro, Willard en la película, tiene la misión de hundirse en la selva para ubicar y arrastrar de regreso a la civilización a un coronel traidor a la causa, un tal Kurtz, que se ha hecho una suerte de dios para los salvajes. Vivir solo cuesta vida, cantaba Solari. Ir a buscar a Kurtz, hundirse en las tinieblas, evocarlo al final del viaje e intentar entender sus motivos, cuesta mucho más que eso, si es que existe algo como el alma humana.
El apocalipsis según FFC dejó escenas y frases memorables. Desde la apertura infinitamente homenajeada con el ventilador de techo que se funde en los helicópteros mientras suena "The end", hasta la cabalgata de las valquirias. El espectador puede sentir el olor del napalm. Qué decir de la nueva, arriesgada pero exitosísima apuesta del director hacia un galán que ya había rescatado de entre los muertos con "El padrino", como el intratable Marlon Brando, para ponerle la última piel a Kurtz.
Para quien escribe, una de las mejores películas de toda la historia, uno de esos raros casos en que un filme compite y puede hasta superar al libro que lo ha inspirado.
Para don Francis, terminar este filme fue una cruzada personal. Valió lo que costó. Como dice uno de los personajes del libro de Conrad: "Seguro que la carnicería que hemos armado ha sido gloriosa, ¿o no?".