Sociedad
Creatividad sanfrancisqueña: la estrella viral del Conicet ahora se pega en la heladera
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Gastón Gilli encontró en el humor y la impresión 3D la fórmula perfecta para volverse viral. Lo que empezó como una broma entre amigos terminó convertido en un fenómeno: la estrella “culona” del Conicet, transformada en imanes pintados a mano, se agotan cada vez que salen a la venta.
Un meme, una impresora 3D y una buena cuota de humor alcanzaron para que un joven de San Francisco se volviera viral. Gastón Gilli, tatuador y estudiante de programación en la UTN, encontró en un chiste compartido entre amigos la oportunidad de crear un objeto que hoy todos quieren tener en su casa: la famosa estrella de mar del Conicet, transformada en imanes.
“Todo surgió de la risa con una amiga. Ella quería tener una de esas estrellas ‘culonas’ que se habían hecho virales en el stream del Conicet, así que busqué en internet el diseño más exagerado posible, la imprimí en 3D, la pinté y se la regalé. Después pensé: ‘Esto se puede explotar de alguna forma’. Así nació la idea de hacer imanes”, manifestó Gastón a LA VOZ DE SAN JUSTO.
La ocurrencia se transformó en fenómeno. Cada vez que Gilli publica en sus redes sociales que tiene stock, los pedidos se agotan al instante. “Yo imprimo de a nueve, porque es lo que entra en la mesa de impresión. En diez días vendí más de 45 estrellitas. Se vuelven virales solas”, explicó.
El proceso no es tan automático como parece. Gastón imprime las figuras en blanco, las pinta a mano con acrílico y les coloca un imán en la parte trasera. “El filamento naranja sería lo ideal, pero aproveché el blanco que tenía. Son dos manos de pintura, hay que esperar que se seque y pegar el imán con silicona. Cada tanda lleva dos o tres días de trabajo”, detalló.
Los comentarios de quienes las compran no tardaron en llegar. Algunos se sorprenden por el tamaño puesto que miden 7x7 cm, más grandes de lo que muchos esperaban y otros simplemente celebran el humor detrás de la ocurrencia. “Hay padres que me dicen que sus hijos las vieron en mis historias y las quieren tener. Yo espero que no sea para jugar, porque se romperían fácil. La idea es que estén en la heladera, que la gente las vea y se ría”, detalló.
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Más allá del furor de las estrellitas, Gastón ya venía experimentando con imanes. Antes había diseñado cactus y macetas que también tuvieron gran repercusión. Y su vínculo con la impresión 3D va más allá: en distintas plataformas vende modelos de personajes de Marvel listos para imprimir en cualquier parte del mundo. “Es un trabajo que queda ahí, subido. Si alguien en China, Estados Unidos o Dinamarca quiere comprarlo, paga y descarga el archivo. Hace tres años que lo hago y se vende solo”, comentó.
A pesar de su éxito en redes, es cauto a la hora de pensar en plataformas como Mercado Libre. “Soy medio reacio por los impuestos y retenciones. Además, sé que estas cosas son virales un mes y después pasan de moda. Lo importante es aprovechar el momento y ya estar pensando en lo que puede ser tendencia el mes que viene”, reflexionó.
La historia de Gastón Gilli muestra cómo el ingenio, la creatividad y las redes sociales pueden transformar un simple chiste en un fenómeno comercial. Entre tatuajes, estudios de programación y maquetas digitales, encontró en la “estrella del Conicet” un producto inesperado que combina humor y diseño.