Análisis
Córdoba y Santa Fe: nueva era
A partir del 10 de diciembre, se abrirá una nueva realidad política en los dos distritos. Dependerá de los nuevos gobernadores buscar consensos para resolver los problemas comunes.
Las elecciones provinciales del domingo último en Santa Fe gestaron una nueva realidad política. El peronismo fue ampliamente derrotado y terminó de vigorizarse la figura del gobernador electo Maximiliano Pullaro, con lo que las expectativas crecen en la vecina provincia respecto de lo que vendrá en materia política y gubernamental.
Este joven dirigente nacido en las filas de la UCR que cuenta con una dilatada experiencia, abre la puerta, también, a una nueva generación que tomará las riendas del poder en un distrito acuciado por la acción de los grupos de narcotraficantes, pero también amenazado por crisis severas en otros dos aspectos centrales de la vida de cualquier sociedad: educación y salud.
Cruzando el límite interprovincial, los desafíos de quien fue electo gobernador en junio pasado, Martín Llaryora, son prácticamente los mismos. Si bien la dinámica política cordobesa tiene aspectos diferentes a la de Santa Fe, lo cierto es que también por Córdoba se abre una nueva etapa, liderada por un político también joven pero también con aquilatada trayectoria.
Las similitudes parecen ser más que las diferencias entonces. Los dos ganaron internas en algunos momentos del camino recorrido hacia la gobernación de sus provincias. Los dos cumplieron funciones ejecutivas que, aunque distintas, conforman experiencia de gestión. Los dos son hijos de aparatos políticos aceitados que se han diferenciado del kirchnerismo que dominó la escena nacional en tiempos recientes. Se afirma, asimismo que ambos “viven para la política”.
Ambos tendrán ahora la responsabilidad de gobernar dos de los principales distritos del país. Provincias unidas por un extenso límite, pero también por raíces sociales y culturales que unen inextricablemente a sus pueblos. Que tienen el desafío de potenciar de una buena vez esa herramienta formidable que es la Región Centro, otorgándole la fisonomía propiciada desde aquel hito fundacional que sellaron los gobernadores Mestre y Obeid en San Francisco, hace casi 4 décadas: la de unir fuerzas para equiparar el poderío del centralismo porteño.
Los dos gobernadores heredan desafíos similares en aquellas materias centrales que son reclamo de la ciudadanía, empezando por la seguridad. Pero también confluirán sus gestiones en torno a una obra pública monumental como lo es el acueducto que servirá a poblaciones de las dos provincias entre el río Paraná y Córdoba. La infraestructura es también otro de los retos que deberán asumir en conjunto.
Si bien con distintas identidades partidarias, los flamantes gobernadores electos comparten mucho más que la cercanía de edad. A partir del próximo 10 de diciembre, se abrirá una nueva política en los dos distritos. Dependerá de los nuevos mandatarios la generación de instancias basadas en el diálogo y la búsqueda de consensos para resolver los problemas comunes. Cordobeses y santafesinos apostaron por el futuro. Los gobernadores electos tienen una responsabilidad mayúscula para guiar a ambos pueblos a un mejor porvenir.